México, un “narcoestado” en auge que avanza sin control
Edición Impresa | 4 de Noviembre de 2019 | 02:10

Como una enfermedad degenerativa no tratada a tiempo, el narcotráfico avanzó tanto sobre la “salud” de México a lo largo de décadas, que hoy el poder del gobierno y la autoridad sobre el territorio se percibe en “terapia intensiva” con un pronóstico muy reservado. Allí, en medio de la violencia extrema, con miles de muertes y desapariciones; periodistas asesinados; instituciones que flaquean o se corrompen; y un Gobierno que no encuentra la forma de darle batalla a este mal, son los traficantes quienes imponen condiciones y convirtieron a la República en un “narcoestado”.
La imagen del presidente Manuel López Obrador, ya deteriorada por este contexto, recibió un golpe durísimo luego del fallido intento de detención del hijo del Chapo Guzmán, el capo del cartel de Sinaloa que se encuentra en una prisión de máxima seguridad.
Como se sabe, tras un espectacular operativo, miembros de la Policía y el Ejército lograron atrapar en su casa a Ovidio, hijo de Guzmán. Pero ese “éxito” contra el narcotráfico se convirtió en un papelón cuando fue liberado pocas horas después, a partir de una orden del Presidente, presionado por la violencia que los sicarios del cartel de Sinaloa desataron en la ciudad de Culiacán.
Ante esta situación, el mandatario recibió una lluvia de críticas de ciudadanos en las redes sociales, de políticos opositores y fue muy cuestionado por medios de prensa independientes, que lo interrogaron sobre lo ocurrido. En respuesta, les dijo a periodistas que “es tiempo de pensar en el interés general y una ética en el manejo de la información, que es fundamental, pero no impuesta”.
LAS FRONTERAS, EN LA MIRA
En paralelo, se conoció un avance de narcos mexicanos hacia el territorio de los Estados Unidos, a través de los muros con los que ese país busca frenar la persistente migración mexicana, un hecho que generó otro foco de atención. Es que la situación de las fronteras resulta clave para México. Prueba de ello fue la conformación de la polémica Guardia Nacional, una fuerza mixta que unió bajo un mismo mando militar a 80.000 policías y soldados para custodiar 150 regiones, y que le irá quitando poder a la Policía Federal. Su gran objetivo , darle pelea a la inseguridad, frenar la violencia y custodiar la parte sur del país.
López Obrador desplegó las primeras unidades en la frontera con Guatemala para controlar la migración y evitar, por otro lado, las amenazas arancelarias de Donald Trump, en un contexto de marcada dependencia comercial de México hacia Estados Unidos. Esas misiones de la Guardia Nacional en la frontera sur involucraron a 12.000 efectivos, de acuerdo a la promesa realizada a Trump para blindar la frontera con Centroamérica.
Sin embargo, lejos de tranquilizar a la opinión pública, la puesta en marcha de la Guardia Nacional intensificó el debate sobre el papel de militares en la defensa del país y su creciente influencia ya que significó prolongar la presencia del ejército en las calles y generó dudas sobres su eficacia: allí donde se despliegan aumentaron las violaciones a los derechos humanos y las ejecuciones extrajudiciales. Paralelamente la población exige su presencia como la única forma de frenar al crimen organizado ante la corrupción de policías locales y estatales.
RESPALDO DE TRUMP
El presidente estadounidense, consultado sobre la violencia y especialmente el avance del narcotráfico en suelo mexicano, le había dado un voto de confianza al actual gobierno de López Obrador, cuando en junio pasado consideró que en ese país no eran los traficantes quienes daban las órdenes sino el jefe de Estado. Pero las recientes “filtraciones” en la frontera entre los dos países hicieron mucho ruido y llevaron a Trump a salir a minimizar la situación.
Es que, de diferentes formas, el flagelo golpea a los dos países y, de alguna manera, los une en el interés de frenarlo o, al menos, evitar que se siga expandiendo. Millones de ciudadanos estadounidenses, aseguran, están fumando, inhalando e inyectándose droga que llega desde México. Y mientras una nación pena con las muertes violentas por el control de zonas claves del narcotráfico, la otra sufre las consecuencias de la adicción de muchísimos de sus habitantes.
El reciente accionar de bandas de traficantes de México, que hicieron huecos con sierras en algunas secciones del muro en la frontera con EE UU por las que atravesaron personas y droga, dejaron al descubierto la fragilidad de esa barrera dispuesta por Trump, como un intento de solución para el tránsito de personas, objetos y sustancias. Más cuando se supo que los traficantes lograron abrir esas brechas con un tipo de sierra que se comercializa en ferreterías por menos de 100 dólares.
Con esa herramienta, los traficantes pudieron seccionar en cuestión de minutos algunos de los bolardos de acero y hormigón del muro. Tras hacer la sección en la parte de abajo del bolardo, lograron empujar el acero hacia un lado, dejando una apertura en el muro por la que cabe un adulto. Esto fue posible porque los bolardos son muy altos y en su extremo superior están unidos a un panel, con lo que resulta relativamente fácil empujarlos a un lado una vez que han sido aserrados y la parte superior queda colgando, según explicaron expertos en el tema.
Frente a esta situación, Trump minimizó la situación. “Tenemos un muro muy poderoso”, aseguró. Y desafió: “Es fácilmente reparable”.
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