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Festejos populares

Humberto Guglielmin señala: “Los festejos populares por la asunción del gobierno de Alberto Fernández tuvieron, a mi juicio, un escaso vuelo cultural. Básicamente fueron solo musicales y giraron en torno al rock, la cumbia, algo de tango. Se podría decir que esto es lo popular y que hay que tenerlo en cuenta, pero la función docente que no debe abandonar el Estado debería ofrecer también formas más elaboradas de cultura: música clásica, coros, ballet, espectáculos gimnásticos, etc. En el año 2011 en Osaka, Japón, decidieron superar la catástrofe de Fukushima formando “el coro más grande del mundo” compuesto por 10.000 personas de pueblo para interpretar la “Oda a la alegría” de Beethoven. ¡Tremendo desafío! Varones, mujeres y niños ocuparon un estadio completo. La sabiduría de los romanos nos advierte que ‘res severa verum gaudium (la felicidad verdadera deriva del esfuerzo arduo). No deberíamos conformarnos con lo fácil con la excusa de que es popular, sino popularizar las expresiones más elevadas del arte. Las formas de las celebraciones hablan de la cultura del pueblo, y los japoneses y europeos son ejemplos a imitar.”

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