Aprender a perder y ayudarlos a controlar los impulsos y desbordes

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Hay situaciones en las que nuestro propio hijo nos puede parecer un completo extraño. Arroja las piezas por todas partes, golpea hacia los costados y no quiere jugar más. Da igual si todos estaban jugando al “Uno” o al dominó. Apenas pierde, el niño se desespera y le da un berrinche difícil de contener. ¿Qué podemos hacer?

“No es algo que les pase sólo a los niños. También hay adultos que no saben perder”, observa el pedagogo Ulric Ritzer-Sachs. Es una tendencia que puede perdurar toda la vida. “Pero es importante aprender a controlar el impulso que lleva al desborde”, dice el especialista.

La mayoría de los niños en algún momento lo aprenden, apunta el experto dando esperanza. Pero hasta que lo hagan, recomienda que los padres y demás adultos eviten molestarlo o incrementar esa frustración diciendo frases como “a mí no me podrás ganar”.

Muy por el contrario, el pedagogo recomienda consolar al niño si pierde, alzarlo, y decir algo así como “ay, qué pena que perdiste. La próxima seguro ganas tú”.

Por supuesto, no hay que permitir que el pequeño haga un escándalo y arroje cosas por todos lados. Si la situación lo permite, lo ideal es hablar con el niño sobre lo que ocurre. “Se le puede explicar que a sus compañeros de juego les molesta mucho que reaccione con tanta violencia y que se les van las ganas de jugar con él”, propone.

Si la situación mejora, es bueno que los padres alaben al pequeño, le hagan notar que ven lo bien que se comporta diciendo algo así como “qué bien, estás jugando muy bien desde hace cinco minutos”.

 

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