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Policiales |TIENE 17 AÑOS Y VARIAS ENTRADAS EN COMISARÍAS

Se llevó la registradora de los vecinos en la bicicleta, pero su padre lo entregó a la Policía

Un ladrón ingresó en un almacén de 13 y 156 Norte, en Berisso. Tenía capucha, pero llamó a la dueña por su nombre y ella lo reconoció

Se llevó la registradora de los vecinos en la bicicleta, pero su padre lo entregó a la Policía

El almacén de 13 y 156 norte, asaltado por el menor / Sebastián Casali

27 de Marzo de 2019 | 02:36
Edición impresa

Tiene 17 años, vive en Berisso y suele realizar changas cortando el pasto a domicilio, aunque en la zona por donde se mueve lo conocen, sobre todo, por las veces que estuvo preso. “Les ha robado hasta a los familiares que lo hospedaron”, cuentan en el barrio.

El último de los ataques lo cometió cerca de las 9 de la noche del lunes en un almacén de 13 y 156 Norte, donde sorprendió a la dueña tras ingresar encapuchado y con una bufanda en el rostro que sólo dejaba ver sus ojos. El objetivo era claro: no quería que lo reconocieran.

Es que “hasta hace dos meses vivía en esta cuadra, en la casa de unos parientes”, explicó a este diario Leo (37), el marido de la almacenera, “pero lo echaron después de que les robó unas garrafas”.

El pibe sabía cómo hacer para que no lo identificaran a golpe de vista, pero en el fragor del asalto se olvidó se un detalle clave: guardar silencio.

“En un momento le dijo a mi mujer ‘Rocío, quedate ahí’, para que no atinara a reaccionar”, recordó Leo, y ella, reconociéndole la voz, lo llamó por su nombre con la esperanza de que no le llevara la plata que había recaudado después de tantas horas de trabajo. Inconmovible, el joven escapó con la caja registradora que tenía 5.000 pesos, en la misma bicicleta en la que había llegado y dejó a pocos metros de la entrada al almacén.

Indignado, Leo se consoló reparando en que “por suerte ya habíamos pagado a algunos proveedores, porque sino se iba con un monto de plata mayor”.

“NO SE HIZO CARGO”

Sabiendo quién era el que había reducido a su mujer con la amenaza de sacar un arma, Leo decidió ir hasta la casa del padre del ladrón.

“Mi idea era que me devolviera lo que nos robó. Si eso pasaba, no lo denunciaba, porque quise solucionar las cosas por las buenas”, argumentó el muchacho, pero su gesto de buena voluntad no alcanzó.

Según recordó en el mano a mano que tuvo ayer con este diario, lo recibió “el padre de este pibe, al que le conté lo sucedido”.

“El hombre le preguntó al hijo por el asalto, pero el chico no se hizo cargo. Dijo que él no tenía nada que ver. Entonces no me quedó más remedio que avisar al 911”, señaló el almacenero.

Pocos minutos después, policías de Berisso se presentaron en la casa del chico, cuya ubicación exacta se preserva por tratarse de un menor.

Según Leo, “el padre se cansó de los robos que viene cometiendo (el adolescente) y decidió entregarlo a la Policía”, pero lo que más sorprendió al comerciante fue que el chico intentó evitar el arresto amparándose en su edad y en el hecho de que “no tenían una orden judicial para llevárselo de su domicilio. Esas cosas las conoce bien”, reflexionó el hombre.

Los policías que participaron del procedimiento le reconocieron al dueño del almacén que no era la primera vez que demoraban a este joven por delitos contra la propiedad, admitiendo, también que “recupera rápido la libertad por tratarse de un menor de edad”.

“No estaba drogado o alcoholizado - aclaró Leó- estaba perfectamente lúcido; hasta se cambió de ropa antes de que se lo llevaran”.

“MIL VECES LO AYUDAMOS”

En otro pasaje de la charla con este diario, el hombre aseguró que “es la primera vez que nos entran a robar al almacén desde que lo abrimos con mi mujer” y “justo el responsable es un chico al que ayudamos mil veces”.

El matrimonio lo había contratado en más de una oportunidad para que cortara el pasto y, “en el año en que estuvo viviendo por acá le dábamos lo que podíamos; pan o sandwiches. Por eso nos da bronca lo que hizo. Se comportó como un desagradecido”, expresó sin ocultar su fastidio.

En el frente del almacén hay una cámara de seguridad que los dueños colocaron para frustrar los arrebatos de mercadería que solía sufrir el suegro de Leo, cuando todavía estaba a cargo del negocio.

“Por lo demás, es un barrio bastante tranquilo”, cerró el hombre.

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