Graciela Abal

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Dejó un inmenso vacío en los ámbitos ligados a la educación, el trabajo gremial y la lucha por la equidad social, el fallecimiento, a los 54 años, de Graciela Abal, valorada por su formación intelectual, su entrega a las causas justas y, sobre todo, por su sensibilidad y su espíritu solidario.

Hija única, tuvo una infancia feliz junto a sus padres Elba y José en el barrio de la calle 68 entre 25 y 26. Completó los estudios primarios en la Escuela 42 y se recibió de bachiller en el Normal 3. Cumpliendo con una vocación tan intensa como precoz siguió magisterio, que ejerció en escuelas de La Plata y Berisso y luego, en algunos ciclos lectivos, en Neuquén.

Al poco tiempo, ya de regreso a La Plata, se inscribió en la licenciatura de Trabajo Social; obtuvo el título de grado y con esa acreditación se desempeñó en un cargo técnico del ministerio de Desarrollo Social, concretamente en el área dedicada a programas de vivienda e infraestructura, donde se preocupó en atender las demandas de las familias más vulnerables y donde cosechó, asimismo, por su calidad humana, entrañables amistades.

Graciela, además, sentía una singular fascinación por la enseñanza. De ahí su entusiasmo cuando se incorporó años atrás al Centro de Formación Profesional 410, perteneciente a ATE La Plata. Allí llegó a ocupar el cargo de directora.

Su primera experiencia en la militancia fue dentro de la docencia: fundadora -junto con otros maestros- de la seccional SUTEBA de Berisso fue responsable de la secretaría de Cultura de la organización. Luego, cuando su labor se trasladó a la cartera provincial de proyectos sociales pasó a integrar las filas de ATE. Se la recordará como una aguerrida delegada del gremio.

Muy capaz, con el permanente anhelo de ahondar en los diferentes saberes, inquieta y vivaz, buscó respuestas en el mundo del pensamiento, la política y la literatura. Y es que leer y descubrir autores eran para ella vivencias mágicas, de conexión profunda no sólo con su propio ser sino también con el contexto que la rodeaba.

Fue, en rigor, una apasionada de las letras, tanto que además de leer con avidez se animó también a escribir algo de prosa y poesía.

En pareja con Lolo Garat se convirtió en madre de Helena e Iñaki, y en sus hijos volcó no sólo todo su amor sino también su enorme sabiduría de vida. Jorge “Piti” Fedullo fue su compañero, leal, amoroso e incondicional, en los últimos años.

Se va a extrañar ese carácter suyo, luminoso, alegre y generoso.

 

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