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La Ciudad |También hay morosidad en los pagos, recorte en servicios y pedido de becas

La crisis empuja a los alumnos a los colegios privados más baratos o públicos

La inflación impacta en los aranceles y las familias buscan alternativas: de la migración de escuelas caras a otras más accesibles hasta optar por las de gestión estatal. Pronunciada caída en la matrícula de las primarias bonaerenses

La crisis empuja a los alumnos a los colegios privados más baratos o públicos
Jorge Garay

Jorge Garay
jgaray@eldia.com

21 de Abril de 2019 | 02:15
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“De un total de 130 alumnos, un 10% viene de escuelas privadas. Nunca lo había visto, pero empecé a notarlo entre el año pasado y este”, se sorprende ante EL DIA el director de una escuela de la periferia platense que está al frente del establecimiento desde 2012.

Como él, el director de la Escuela Industrial Albert Thomas, Sergio Figuereido, aporta que este año “unos 60 alumnos se pasaron de colegios privados al nuestro”.

Son secuencias de una película más larga. La escuela pública que -huelgas y falencias estructurales mediante- ha ido perdiendo terreno, ahora empieza a acusar recibo de un fenómeno inverso, lento, pero sostenido: cada vez reciben más estudiantes provenientes de escuelas privadas.

¿Las causas? Las que se imponen son “la crisis económica, la inflación que dispara los costos, la imposibilidad de pagar un arancel, por bajo que sea”, admiten los propios padres y confirman asociaciones de colegios privados.

Claro que, como dirán en el sector, la escuela pública sigue siendo el último eslabón de una cadena que incluye otras alternativas: familias que intentan en colegios de gestión privada con un arancel más accesible, o mantienen a sus hijos en el mismo establecimiento pero retrasándose en el pago o dando de baja servicios que abaraten la cuota.

Aunque huelgan estadísticas oficiales de 2019 -en la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires aseguran que publicarán los datos el próximo mes-, en el sector privado hablan de un efecto dominó que se daría del siguiente modo: los alumnos migran de las escuelas privadas con menor subvención estatal -y arancel más caro- a otras con mayor subsidio y cuota más baja. Cuando ya no pueden abonar, se inclinan por la escuela pública. De allí que el mayor impacto se sienta en los extremos: “En los establecimientos más caros -sin subvención, con plus extraprogramático y cuotas que en La Plata pueden trepar hasta los $16.000- y en las confesionales de barrio -con mayor aporte estatal y donde el valor promedio ronda los $1.500-. Las familias primero buscan lugar en escuelas 100% subsidiadas y finalmente en las escuelas de gestión pública”, explican desde el Sindicato de Docentes Privados seccional La Plata (Sadop).

“Es cierto que hay un desgranamiento.”, reconoce un docente de una escuela privada del centro platense, con 60% de subvención estatal y un arancel promedio de $3.500. “Pocos lo admiten, pero es cierto que hay un pase de escuelas más caras a otras más baratas, a colegios parroquiales y, por último, a las de gestión pública -continúa el maestro, que también integra una asociación de instituciones privadas, y ejemplifica:- Este año, en la escuela en la que trabajo recibimos a varios que venían de establecimientos sin aporte estatal, en los que pagaban entre $7.000 y 8.000”.

El secretario general de la Asociación de Entidades Educativas Privadas Argentinas (Adeepra), Perpetuo Lentijo, le pone números a la situación y habla de un 8% de merma en la matrícula privada “después de muchos años de crecimiento sostenido” y confirma: “En algunas escuelas verificamos el pase de alumnos a colegios estatales. Esto se da, sobre todo, en los colegios privados que reciben a los sectores más vulnerables, con padres que quizá han perdido el trabajo y no pueden afrontar el pago de una cuota. La crisis económica hace que este sea un año difícil”, remata.

El porcentaje al que refiere Lentijo coincide con el informe que meses atrás publicó la ONG Defendamos Buenos Aires, donde se daba cuenta de una baja de 82.311 alumnos -sobre poco más de un millón- en primarias y secundarias de Capital Federal y provincia de Buenos Aires.

En la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), su secretario ejecutivo, Martín Zurita, relativiza esos números y prefiere hablar de un “corrimiento” de matrícula de colegios con cuotas altas a otras con menor importe, un fenómeno que, según apunta, “no es significativo”.

También en el Consejo Superior de Educación Católica Argentina (Consudec) advierten “más que en otros tiempos” el pase “de escuelas más caras a colegios parroquiales que, por tener mayor subvención estatal, históricamente han sido menos costosos”. No obstante, sostienen que la última pieza del dominó cae allí: “Pese a que la situación es dura para todos, nuestras escuelas siguen siendo más competitivas que las de gestión estatal, muy desacreditadas en la Provincia de Buenos Aires y por eso no vemos una caída significativa en la matrícula católica”.

Menos el mérito propio de la gestión privada que el descrédito ajeno de la gestión pública contribuiría a camuflar el cimbronazo que viene experimentando la educación arancelada. Y es que, tal como relevó un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), de la Universidad de Belgrano, entre 2003 y 2015 cayó un 12% la matrícula a nivel nacional en primarias estatales “no por atracción de las privadas sino por expulsión de las públicas, dado el incumplimiento de los días de clases”. Sin embargo, la pendiente comenzó a revertirse en los últimos años y, “si se toma el lapso 2013 a 2017, se redujo al 6,3%”, analizó el CEA. Así y todo, la matrícula nacional de 3.511.648 alumnos de 2017 se encuentra lejos de los 3.750.000 de 2003.

El nivel más afectado es el inicial, sostienen en una asociación de colegios privados

 

En tanto, en el plano provincial un análisis comparativo de las últimas estadísticas oficiales arroja más datos sobre el nivel primario. Mientras que desde principios de 2016 a los primeros meses de 2018 la matrícula en colegios estatales fue creciendo (de 1,084,832 a 1,111,105), la gestión privada registró durante el mismo lapso una caída de 632,722 a 628,758 estudiantes.

Una de las fotos más críticas del fenómeno tuvo su expresión platense a fines del año pasado cuando, tal como publicó en su momento EL DIA, la primaria y jardín “Paso del Libertador” cerró sus puertas a raíz de la crisis. El dueño adujo una caída del 50% en la matrícula de alumnos; las familias justificaron su “huída” en el aumento del 30% de la cuota, de $11.000 a $14.300.

Hay también casos silenciosos, como el de Fabiana Pozzi, de Lisandro Olmos, 30 años y que optó por rematricular a su hija de siete años: tras terminar 2º grado en el colegio Jacarandá, empezó 3º en una Primaria pública de Gonnet. “Pagaba más de $6.000 por mes, pero entre útiles, transporte y demás gastos se me iba a más de $12.000. Decidí cambiarla”, admite.

En el Jacarandá un arancel oscila entre los $6.600 y los $7.100. Como no recibe subvención estatal, explican desde la institución, las cuotas se actualizan sin topes, atadas a cada aumento paritario docente. No ven aquí una caída abrupta en la matrícula, pero sí advierten otro fenómeno inaugural: “Más allá de algunos casos puntuales de chicos que se han ido del colegio, lo que más notamos son demoras en los pagos, con un porcentaje que no es muy alto pero que ha crecido con respecto a otros años”.

Vale recordar que días atrás, EL DIA dio cuenta de las denuncias que desde Sadop se vertieron contra colegios de la Región por demoras en la liquidación de salarios docentes, algo que desde las asociaciones de entidades privadas negaron. “Es cierto que hay dificultades financieras, con un importante índice de incobrabilidad”, reconoció Perpetuo Lentijo, a la vez que desmintió que los propietarios de escuelas hayan dejado de pagar el sueldo a sus maestros.

OTRO EJEMPLO

Las dificultades económicas se reflejan también en otro colegio privado del centro platense, con doble escolaridad y subvención estatal de entre el 60% y el 80%. Aquí, las cuotas van de $5.060 a $12.496 dependiendo del nivel y si se incluyen en él los servicios de talleres de arte, idioma y comedor durante los cinco días de la semana. Pero pueden bajar a $2.660 si se prescinde de ellos. La brecha se estiró en los últimos meses, cuando la inflación disparó los costos. En marzo, el arancel registró un incremento del 20%, mientras que, para evitar un mayor golpe en los bolsillos de las familias, en la institución desdoblaron la suba en los servicios extraprogramáticos: en lugar de un 40% en abril se optó por dividir el porcentaje entre este mes y el próximo. Pero el sacudón se notó y los directivos advierten “una baja del 20% en el comedor. Piden poder venir con viandas. La realidad es que, como nunca, ha habido un recorte en los servicios que antes se tomaban como parte de la jornada estudiantil”, comentan en esta escuela, donde también dan cuenta de la incorporación de alumnos provenientes de establecimientos más caros. Agregan, además, “un significativo pedido de becas, sobre todo en familias numerosas a las que les ofrecemos un 20% por el segundo hijo y un 40% por el tercero. Dada la difícil situación que atravesamos -explican en la escuela-, tratamos de contemplar todas las posibilidades”.

¿Cuál es el nivel más afectado? “Los jardines de infantes”, sostienen desde una reconocida asociación de entidades privadas, y explican: “En las instituciones que atienden a los sectores más vulnerables se tienen que limitar en los aumentos para conservar su vacante mínima, porque una de las exigencias para sostener la subvención estatal es tener un mínimo de 20 alumnos. Si a eso se le suma que la sala de 3 no es obligatoria y que los padres pueden optar por no enviar al jardín a sus hijos, la situación empeora”.

Como se dijo, para mayo la Provincia espera tener listos los datos oficiales correspondientes a este tramo de 2019. Coincidirán, se estima, con un nuevo aumento en el arancel de los colegios privados, cuyo porcentaje iría en línea con el último acuerdo paritario docente: 15,6% de recomposición por lo perdido el año pasado más el ajuste trimestral por la inflación acumulada de 2019.

 

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