Lo atamos con alambre

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Esa eterna tendencia que parece perseguir a la benditas almas que habitan este país, ha vuelto a hacerse presente. “Lo atamos con alambre”, fue una frase que, supuestamente, apelaba al ingenio y a la capacidad de los argentinos para encontrar soluciones sencillas ante todo tipo de imprevistos.

Ahora, que en pleno Siglo XXI, durante cuatro días alrededor de 20 mil clientes (cifra que habría que multiplicar por cuatro, si se entiende que en cada casa afectada vive una familia tipo) se vean obligados a tomar un curso acelerado de superviviencia por una falla en el suministro de electricidad, y que en el mejor de los casos haya que esperar hasta 48 horas más para reponer la luz, habla a las claras de severas falencias que se repiten a lo largo del tiempo y de las que, al parecer, no se aprende.

Puede ocurrir un accidente, claro está, un imprevisto o una falla. Lo que de ninguna manera puede pasar es que la prestataria de un servicio básico como el de la energía eléctrica no posea un plan de contigencia, una alternativa efectiva para salir del paso sin que las víctimas sean -como siempre- los usuarios.

El descalabro de Gonnet, City Bell y Villa Elisa, quedó visto, no se arregla con 40 grupos electrógenos. Se necesita, eso si, previsibilidad. O lo que también se conoce como plan “B”.

Aquí no hubo ni una cosa, ni la otra. Más bien daría la impresión de que a Edelap, en estas larga, tristes y oscuras horas hasta se le perdió el alambra para atar.

 

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