Hacen malabares para cocinar en un comedor comunitario

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En el comedor “Los Angelitos”, que funciona desde 2007 en una humilde vivienda de 421 bis entre 11 y 12, diariamente se arman viandas de comida para unas cien personas, pero desde el sábado hubo que hacer proezas para cocinar alumbrados por un par de velas y redoblar el esfuerzo para elaborar los productos frescos antes de que se echaran a perder.

“Cada día vienen mas personas a buscar a comida, a todos les damos las viandas para que puedan comer en familia y en sus hogares; a esas personas no las podemos dejar sin comer por un corte de luz y seguimos con nuestra tarea como si no pasara nada”, señaló Matilde de Medina quien con sus 69 años afronta cada jornada el desafío de que nadie se vaya de ese lugar con las manos vacías.

De su gestión también dependen un merendero que está en el Parque Pereyra y otro comedor de la zona; todo sin ayuda de ningún organismo del Estado y gracias a lo que recauda con la venta de botellas y cartones y a algunas colaboraciones de particulares.

Su sueño es conseguir un generador para que ante un corte como el que sufre desde hace 3 días no se vea obligada a tener que llevar los productos frescos a otro lugar o rechazar donaciones por temor a que se descompongan.

El corte de luz llevó a Matilde a apurar la cocción de los productos frescos y a pedir que las donaciones de carne y de pollo llegaran en la medida justa y acorde a las necesidades diarias. De todas maneras todos los menús fueron pensados y elaborados para que no perdieran la calidad de siempre.

“Tuve que cocinar alumbrada por velas porque arranco a las 6 de la mañana y a esa hora todavía no hay luz; además tuve que pensar qué cosas cocinaba que no necesitaran mantenerse en la heladera, por eso hice guisos de arroz y lentejas que se conservan bien, todos tienen verduras y carne”, destacó Matilde que en los últimos días se encargó de aclararle a quienes les llevan donaciones que fueran dejando los productos justos.

También preparó algunos alimentos para el merendero que hay en la zona del Parque Pereyra, “ellos también están sin luz y se quedaron sin nada para darle a los chicos”, agregó.

Es que -según cuenta Matilde de Molina a EL DIA- en la mayoría de los hogares humildes a los que ella asiste tampoco hubo agua y se vive con los justo, por eso en las últimas horas tampoco compraron productos frescos como leche por no tener cómo guardarlos.

En ese contexto preocupante en el norte platense, el comedor Los Angelitos se convirtió en el único lugar que les dio lo esencial para pasar estos días de absoluta oscuridad.

 

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