Aquello que no debía mostrarse, la polémica de los conventillos y la Ley de Casas Baratas

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En la investigación de Vallejo se da cuenta que en la construcción de la ciudad naciente había cosas que no convenía mostrar. Por ejemplo, los hornos ladrilleros. Y a caballo de una expresa prohibición los llevaron de Ringuelet a Los Hornos. Pero esa actividad fue clave para la radicación de obreros en la zona de las Mil Casas y algunos de ellos resistieron la mudanza, cambiaron de oficios y se quedaron.

Pero no solo los hornos ladrilleros eran parte de aquello que “no debía mostrarse” en el casco urbano de la nueva capital.

También las precarias viviendas de los obreros que la construían, asegura el historiador que así hace eje en el nacimiento de Las Mil Casas.

Se asegura que hubieron otras dos propuestas para construir Mil Casas en La Plata. Una de ellas motorizada por la “Sociedad de Habitaciones” formada en octubre de 1883 para construir “dos pueblitos obreros” con los nombres de “Dardo Rocha” y “Rivadavia” y la otra del Banco Constructor de La Plata, institución que en 1887 promovió la realización de un barrio obrero de doscientas viviendas.

El gran negocio era entonces construir viviendas para la población obrera y la decisión de instalar en Tolosa los talleres del Ferrocarril Oeste, potenció la demanda.

Desde su visión de docente en Historia de la Arquitectura, Vallejo marca una diferencia entre Las Mil Casas y los demás alojamientos concebidos para obreros a partir de “un desmesurado afán de lucro alentado por la falta de control y regulación de gobiernos liberales que había inundado a las grandes ciudades de inquilinatos o conventillo”.

Para Vallejos, las Mil Casas resultaron una instancia superadora de aquellos. No obstante, el debate sobre la higiene y el confort de los alojamientos obreros seguiría por años. Hasta una Ley de Casas Baratas estuvo en discusión.

 

 

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