“A la noche esto es tierra de nadie”, advierten en los comercios del centro platense
Edición Impresa | 4 de Julio de 2019 | 08:49

¿Se veía venir? “Fue un impacto grande. Nadie espera algo así. Pero no puedo decir que me sorprendió. Hace mucho tiempo que venimos advirtiendo sobre el estado de inseguridad que reina en las calles”, dijo un comerciante de calle 8 y 47 cuando se lo consultó sobre el hecho que conmueve a la Ciudad: el asesinato de un ladrón el martes a las 21 por parte de un “glover” en 10 y 46. Lo corrió porque intentó asaltar a una mujer, se trenzó en una pelea y le dio muerte con un cuchillo.
“Este negocio tiene 50 años. Y hace poco tuvimos que poner cerradura eléctrica”, contó ayer a este diario Leonardo, propietario de una conocida joyería del microcentro, a quien en los últimos cuatro años lo asaltaron cuatro veces; las dos últimas a mano armada y cerca de las tres y media de la tarde.
Todos los comerciantes consultados coincidieron en que “falta presencia policial”. Y eso llevó a algunos a contratar seguridad privada.
Se toman, también ciertas precauciones. “Ahora, en invierno, después de las seis de la tarde la gente desaparece. Por un lado, por el clima, pero además porque tienen temor. Eso lleva a muchos a cerrar más temprano. Nosotros atendemos una hora menos que en verano”, describió el dueño de la joyería.
Bajar la persiana antes es una práctica extendida, y obedece, entre otras cosas, a una verdadera contradicción: “A medida que avanza la noche se ve menos personal policial en la calle”, apuntó Juan Fernández, encargado de una juguetería que abrió sus puertas hace poco más de dos años.
Federico es el dueño de otra joyería, ubicada muy cerca de la de Leonardo. También hay que tocar timbre para entrar. “A veces no abrimos. Suena feo. Pero no por nada tuvimos que extremar medidas de seguridad de un tiempo a esta parte”, subrayó.
Como se dijo, hace tiempo que los comerciantes vienen advirtiendo por la situación de inseguridad y reclamando medidas que no llegan.
Hace poco más de un año, el titular del Centro Comercial Calle 8, 9 y Adyacencias, Guillermo Salvioli, alertó en diálogo con EL DIA que “si no ponen dos policías por cuadra como pedimos a todas las autoridades, de esto no se sale. A la noche, el centro es tierra de nadie”, aseguró.
Año y monedas después, un socio de Federico pintó el mismo panorama. O peor. “A las seis y media de la tarde en la calle no queda nadie. Y aquí tenemos mucha seguridad, pero hay comercios que son robados de madrugada. Hay mucho vandalismo en esa franja horaria, generalmente protagonizado por menores”, aseveró.
Timbre, portón, alarma...
Federico dijo que el timbre lo pusieron hace casi 20 años. Pero hace apenas ocho colocaron un portón de seguridad por delante de la cortina tradicional. “Y hace un año, al portón tuvimos que añadirle el sensor de la alarma, porque se registraron muchos robos nocturnos forzando las persianas”, enumeró. “Actualizamos las cámaras y pusimos doble puerta en el patio interno”, añadió. Más y más. ¿Y hasta cuándo?, es la pregunta que surge naturalmente.
Hablando de cámaras, los comerciantes vienen pidiendo hace mucho que se coloquen más artefactos en calle 8 y alguno en la calle 9.
“En calle 8 hay dos cámaras. Y en 9, ninguna. Por eso hemos solicitado que instalen más, y nos dijeron que lo harán en breve. Así como que se mejore la iluminación, que es un tema clave”, dijo Valentín Gilitchensky, propietario de una marroquinería.
Un comerciante vecino enumeró los hurtos callejeros -que alcanzan su máxima expresión entre el gentío de calle 7-, las mecheras, los días de marchas -“infiltrados” mediante- y la poca presencia policial, como los temas con los cuales tienen que convivir cada día. “Además de los manteros, que generan inseguridad comercial y le quitan la razón de ser al paseo”, sostuvo.
Las mecheras, que “suelen llegar de la periferia o del Conurbano, entran a los negocios en grupo y siempre se llevan algo de valor”, describió Valentín.
No es una técnica nueva ni original. Es una marca registrada de los gitanos en España. Varios entran a comprar, cada uno por su lado, como si no se conocieran. Uno pregunta por aquí, otro por allá, el vendedor o vendedora se distrae inevitablemente y se consuma el robo, que generalmente -y más aún en estos tiempos de vacas flaquísimas- deja la caja del turno o incluso del día en cero o hasta en negativo.
“Yo tengo seguridad porque el comercio de al lado contrató personal de una empresa privada, entonces siempre hay un hombre parado en la puerta, desde la mañana hasta última hora”, hizo notar el dueño de una zapatería que prefirió, como muchos otros comerciantes, mantener su nombre en reserva.
Más presencia policial y mejor iluminación son dos cuestiones que resaltan los comerciantes para no tener que bajar la persiana una hora antes como, lamentablemente, ya hacen muchos.
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