Pepito Cibrián: “Yo me siento feliz en todo”
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2019 | 05:40

Por MARÍA VIRGINIA BRUNO
Hay personas que tienen buena energía y Pepito Cibrián es una de ellas. Sorprende por su altura, fascina por su glamour. Pero no son sus brillos y sus joyas -que viste a montones- lo que llaman la atención: es su presencia magnética, cálida y terrenal lo que lo hace sentir cercano. No tiene casette para hablar. Es de los que escuchan, de los que agradecen, de los que celebran la oportunidad. No hay muchos como él ya.
Autor, director y actor, a los 71 años está lleno de proyectos. Dice que tenerlos, más acá o allá en el tiempo, es lo que lo hace sentir vivo. Esta noche, desde las 21.30, llegará al Coliseo Podestá con el actual, “La dama de las rosas”. Una historia de amor en la que, interpretando dos roles femeninos, afronta catorce cambios de vestuario.
La obra, en la que por primera vez en su trayectoria se deja dirigir, tarea que recayó en su querido amigo Damián Iglesias, nació en medio de una ducha. “Empezó a surgir y no te lo puedo explicar. Te baja algo. No había una presión externa”, cuenta Pepito, verborrágico, y la define con dos palabras: “bella” y “mágica”.
Ubicada en el período de entreguerras, en una París de locos, artistas y soñadores, la historia ingresa en un mundo en el que acaban de cesar las bombas y sus estruendos, sustituidos por el destello de las burbujas del champán; en el que una mujer -Josephine- transmuta su vida de encierro y desamor para, a través de un “alter ego” -Agatha-, lanzarse a nuevas sensaciones.
Se trata de “un cuento musical que no solo habla del amor, sino también de la realización personal, el descubrimiento propio, el goce de la libertad y la elección de ser quien uno quiere ser”, muchos temas que “robó” de su propia existencia, según confiesa el hijo de los recordados José Cibrián y Ana María Campoy.
“Tiene todo de mi propia vida, de mi historia”, revela, y pone como ejemplo un pedacito de su texto: “En un momento dado le digo a Josephine ‘yo siento que los jóvenes viven entre comas’: yo nazco, yo me recibo, yo soy arquitecto, tengo hijos... sin embargo, a mi edad, yo siento que las comas se van achicando y de pronto uno ve el punto final. Eso es lo que yo sentí toda la vida”.
“La dama de las rosas”, con música de Santiago Rosso y las actuaciones de Luz Yacianci, Tiki Lovera, Claudia Duce, Damián Iglesias, Maximiliano Areitio, Zaira Bertani, Mateo Falbo, Luis Iván Machuca, Ignacio Marino y Jorge Alvarado, es “especial” para Pepito en tanto es la más reciente de sus producciones, su último desafío.
“Creo que cada obra que he escrito, me ha hecho crecer como hombre, me ha hecho adaptar a las realidades de hoy. No puedo escribir esto igual a como escribí ‘Drácula’, me tuve que ir adaptando a los tiempos, a la presión social, a todo lo que vivimos. Y es algo que me sirve. Muchas veces me supera, pero corro y corro para tratar de adaptarme”, reflexiona Cibrián, que ha sido uno de los grandes referente argentinos en la lucha por la sanción de ley del matrimonio igualitario.
Pepito, que se había casado con su pareja después de casi veinte años de relación, se separó el año pasado, pero no se divorció y no lo hará. Dice que son “excelentes amigos” con Santiago y que los dos prefieren tener el vínculo para el día de mañana, cuando no puedan decidir por sí mismos, sean ellos los que decidan por el otro sobre cuestiones relacionadas a la salud o al dinero. Han visto casos de amigos homosexuales con derechos avasallados y, sostiene, eso no les pasará.
A menos de dos semanas de su accidente doméstico, por el que terminó internado de urgencia, con cuarenta puntos y varias fracturas en la cara, Pepito regresará hoy al escenario y lo hará en nuestra ciudad, algo que vive con placer.
-¿Ya estás listo para volver a las tablas?
-Sí, no lo puedo creer. Yo quería hacer la función ese fin de semana en Rosario, pero no me dejaron. No sé qué es, si las células o qué, pero he tenido una recuperación fantástica, muy rápida. Y eso que tres semanas antes me había roto la rótula.
-Pero arriba del escenario no se padece nada, ¿no?
-Nada. Un tartamudo no tartamudea, no estornudás, no te dan ganas de ir al baño. Es muy místico el teatro. Y no sentís nada porque uno está en su personaje, en su emoción, seduciendo. Estás exhibiendo emociones, crudas, porque aún cuando sea divertido lo que contás, es real lo que te pasa.
-¿Incluso en las comedias?
-Sobre todo en las comedias, un género que se ha desvalorizado mucho en nuestra cultura. Cuando los chicos empiezan a estudiar, los profesores les dan Shakespeare, que está traducido, y no es nuestro idioma, en vez de ponerles en el plan de clases un Calderón de la Barca, un Lope de Vega, Lorca, Dragún. No. Todos hacen Brecht.
-¿Por qué?
-Es una falta de identidad que tenemos. Creo que tiene que ver con algo intelectualoide, desde hace tiempo ya, relacionado con el teatro culturoso.
-¿Y vos en qué género te sentís más cómodo?
-Yo me siento feliz en todo. Me siento cómodo en “Marica”, con Loyd, me voy a sentir feliz en mi próxima obra. Me gusta cualquier tipo de género de teatro pero, lo que sea que haga, tiene que tener una impronta movilizante, algo que no se encuentre en la televisión. Tiene que tener algo que te haga dejar de pensar en este mundo cocainómano en el que estamos viviendo, preocupados por el UVA, los impuestos, el dólar. Todo un gran fantoche.
-A pesar de haber cumplido 71, y de estar exento de la obligación de votar, te vimos el domingo votando. ¿Por qué?
-Porque me pasé décadas sin poder votar... (N.d.R: se emociona hasta las lágrimas y culpa a la caída de su extra sensibilidad). Décadas y décadas y recién pude votar con Alfonsín... Y yo necesito votar, ¿verdad? Pero, ¿qué hice ahí en ese cuarto? No lo sé. Porque no quería votar a nadie. Menos a esos dos superpoderes. Pero se vivía como una elección presidencial, y era una PASO de mierda, inútil.
-¿Qué pensás que va a pasar en octubre?
-Yo deseo que el que elijamos puede tomar la experiencia de todo lo que han hecho mal para mejorar. Pero me parece que es todo un desastre. Nadie hace un mea culpa y dice ‘me equivoqué de cabo a rabo’. No. Nos dicen ‘el próximo semestre’, y deberíamos decir como Churchill ‘sangre, sudor y lágrimas’, entonces uno se prepara. A mí me duele mucho profundamente mi país pero no me podría ir... ni loco.
-¿Nunca lo pensaste?
-Nunca. A quién le importa mi historia en Barcelona de cuando hice “Drácula”. Y ellos tampoco serán nada para mí. No hay nada que nos una.
-¿Empezaste a valorar otras cosas después de tu enfermedad?
-Totalmente. Pensá que tuve dos cánceres (de próstata, en 2016 y 2017)... Primero me cambió el valor de lo material: yo era un hombre muy compulsivo, la vida me dio la posibilidad de serlo, y compraba valijas llenas de regalos, viajaba por todos lados, me quedaba en edificios de ocho estrellas... todo me gustaba mucho. Porque tenía un conflicto de mi infancia, que es largo de explicar. Y cuando me dio el cáncer dije “qué me importa todo esto... lo amo pero me puedo desprender tranquilamente”. Y ya el golpe en la cabeza realmente fue otro golpe en la cabeza y volví a decirme “no me importa un carajo nada”. Me importa lo que me tiene que importar: me importa estar con vos, ahora, en este momento.
-No hay muchos artistas tan generosos como vos...
-Para mí es un orgullo (N.de.R: nos tomamos de las manos, él está lleno de anillos y tiene las uñas impecables, de Agatha, uno de sus personaje). He venido acá de chiquito. Mis padres venían... lo aprendí de ahí. Lo vivo como un homenaje a vos, es un homenaje a mí, porque me invitás y me recibís. Yo sé que hay gente se cree importante, inmortal: pero cuando yo me muera, al año ya no se acuerda nadie de mí. Si me muero y tengo rating, dos páginas; si no tengo, una. Y a los dos días se limpian el culo con mis necrológicas (risas). Lo importante son los recuerdos que dejás.
-¿Cómo pensás que será más allá?
-Lo que creo es que me están esperando arriba... y que te voy a estar esperando. Nos vas a encontrar a todos de blanco, me imagino...Vos vas a seguir siendo periodista, todo va a estar igual pero bien. Va a ser estupendo. Unas temporadas buenísimas, vamos a hacer todo lo que nos de la gana, pero el que tenga mala leche no sube. Esos no suben…
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