“Drumming”: volver al pasado para celebrar el presente

Convertido en un espacio de referencia, el TACEC festeja diez años con el clásico minimalista de Steve Reich con el que abrió en 2009

Edición Impresa

Un poco siguiendo el concepto artístico de “Drumming”, la obra de Steve Reich con el que el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino rompió el hielo en mayo de 2009, y que propone la repetición cíclica de determinados patrones rítmicos, el Teatro Argentino celebrará este fin de semana los diez años de vida de su elogiado espacio de producción experimental con la reposición de la misma obra.

Porque, según aseguró Beatriz Quinteiro, una de las directores del Centro de Experimentación y Creación, se trata de una obra que “está en el registro íntimo de muchos y marcó, como el TACEC, nuestra historia personal individual y colectiva”.

“Drumming”, que tendrá funciones hoy y mañana a las 21 en la sala de 9 y 53, “tiene algo de ritual, y como toda celebración o conmemoración, el ritual está implícito”, agregó Mónica Paixao, la otra directora del espacio experimental, quien resaltó que la obra cumbre del compositor norteamericano y del Minimalismo es “como todo clásico, inmortal”.

El espectáculo contará con la dirección musical de Bruno Lo Bianco -que en la propuesta original fue parte del ensamble- y el diseño visual y lumínico de Martín Borini. Intervendrán el grupo de percusión que lidera Lo Bianco, Tambor Fantasma (formado también por Gonzalo Pérez Terranova y Oscar Albrieu), los percusionistas invitados Aníbal Borzone, Facundo Negri, Ulises Lescano, Leonardo Flores, Juanita Fernández y Sebastián Pereira, las cantantes Sonia Stelman y María Inés Franco y la instrumentista de piccolo Patricia García. Junto a Borini trabajarán Blas Lamagni, José Jiménez y –en la programación y operación de luces- Lucas Barbuzzi.

Según anticipó Paixao, esta reposición tendrá algunas actualizaciones, como la inclusión de artistas visuales que intervendrán a través de un dispositivo lumínico para acompañar la música, o el rol de los espectadores. “Nos gustaba la idea de que el público no necesariamente estuviera sentado viendo un concierto. Queríamos invitarlos a que transiten el espacio, que fuesen invadidos por la luz, por la música, que pudieran bailar si quisieran. También a sentarse y escuchar la música, y ser hipnotizados por una propuesta visual”, explicó.

“Drumming”, destacó Quinteiro, “fue el gesto inicial de un nuevo espacio, que se pensaba hacia adelante, y que se construiría gesto tras gesto en lugares intermedios, laminares, donde quizás el desafío creativo y el riesgo estético fueran posibles”.

En este sentido, Paixao remarcó la osadía de la construcción de un espacio arriesgado en un teatro tradicionalmente lírico y en su buena acogida. “Lejos de haber sido rechazado o ninguneado, ha sido un espacio adoptado y capitalizado, en el buen sentido del capital”, destacando el interés regional con “público que se trasladaba para asistir ir a las funciones”, resaltando además el hecho de haber sido un “cobijo para artistas de largo recorrido y emergentes”.

Por último, insistieron en la necesidad de seguir contando con un espacio de estas características en la Ciudad, que incentive la libertad creativa, y en los que “el error sea parte fundamental del proceso, para que no exista condicionamiento de ningún tipo”, según Paixao.

“La Plata es una ciudad muy dinámica, es una ciudad de estudiantes, es una célula germinal. Y la existencia de una espacio así imprime en el ADN de quienes lo visitan experiencias que se llevan de por vida. Incluso tiene una suerte de efecto rebote: no sólo modifica las cabezas de quienes efectivamente asisten, sino que irradia también a quienes nunca lo transitan. Y qué mejor que esto también suceda en un entorno con estas características”, cerró Quinteiro.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE