Incendios y deshielos potencian las amenazas del cambio climático

Desde la Amazonía al Ártico el fuego se expande y amenaza con retroalimentar los efectos del calentamiento global, mientras preocupa el impacto de los deshielos de Groenlandia y la Antártida en la dinámica de los mares

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Las arenas blancas y el transparente mar turquesa que baña las costas de Tuvalu, uno de los países más pequeños del mundo, ubicado a medio camino entre Hawaii y Australia, parecen arrancados de una postal. Pero para los 12.000 habitantes del archipiélago la vida cotidiana tiene muy poco de paradisíaca: en los últimos años, se covirtió en un cúmulo de preocupaciones que, a primera vista parecen desmedidas para un sitio que recibe sólo tres turistas por día y lleva una economía basada en la pesca y una agricultura de subsistencia. Es que Tuvalu está prácticamente a nivel del mar. Su punto más alto se eleva sólo 4,5 metros sobre el océano. Con estas características, Tuvalu ya siente los rigores del aumento del nivel del mar derivado del cambio climático. Las marejadas son cada vez más intensas y un reciente y particularmente intenso ciclón tropical destruyó casas, infraestructura, campos de cultivo y contaminó con sal cocoteros y reservas de agua. Si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen en los próximos años y el cambio climático sigue su curso Tuvalu desaparecería antes de que termine el siglo. Frente a este panorama sus habitantes se debaten entre convertirse en migrantes climáticos o adaptarse y resistir.

Si el ejemplo de Tuvalu sonara distante, ahí están Galicia, el Delta del Ebro, Barcelona, Ibiza, Canarias, Marbella y San Sebastián, integrando la lista de las regiones españolas que se verían más afectadas por la suba del nivel del mar en los próximos años, con efectos tales como un fuerte retroceso de la línea de costa, la pérdida de deltas y hasta de zonas edificadas. Un informe del Instituto Cooperativo de Ciencias Ambientales de Estados Unidos (Cirees) concluye que , de mantenerse los niveles actuales de aumento del nivel del mar, aún ciudades como París o Nueva York no estarían excentas de este tipo de amenazas. Un dato que estremece si se tiene en cuenta que, el 40% de la población mundial vive en zonas costeras.

Como si estos datos -sumados al aumento de la temperatura mundial y al comprobado incremento de los fenómenos meteorológicos extremos en todo el globo- no fueran lo suficientemente preocupantes, las últimas semanas pusieron en el foco de la atención mundial al calentamiento global por un elemento nuevo que hizo recrudecer la inquietud: la expansión de grandes incendios en regiones tan diversas como la Amazonia, la sabana centroafricana o hasta el Ártico, Groenlandia y Alaska, donde los fuegos sin control no eran hasta ahora tan comunes.

Los incendios preocupan por su severidad y extensión y mientras las causas que los disparan son variadas, los científicos entienden que son una señal del cambio climático, en la medida en que sequías y aumentos de la temperatura favorecen su expansión. Al mismo tiempo, destacan que fuegos de semejante magnitud entrañan un riesgo mayor, ya que son capaces de retroalimentar el calentamiento global, liberando dióxido de carbono a la atmósfera y por la desaparición de vegetación eficaz para absorver el impacto del efecto invernadero.

Algunos números permiten asomarse a la magnitud del fenómeno y sus efectos. En el Amazonas se detectaron casi 4.000 incendios entre el 1| y el 24 de agosto. Según el Sistema de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS) , de la Unión Europea, una cifra que no se alcanzaba desde 2010. Esos fuegos liberaron 255 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera entre el 1 y el 25 de agosto. En tanto, entre junio y agosto, los incendios en el Ártico liberaron 180 megatones de dióxido de carbono, 3,5 veces más de lo que emite Suecia en todo un año.

A la alarma por los incendios y sus efectos sobre el calentamiento global se sumó la derivada del estado de los océanos y las zonas heladas del planeta, a partir de un informe emitido en los últimos días por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según ese trabajo, los cambios destructivos en curso como consecuencia del calentamiento global pueden hacer declinar las reservas de peces, multiplicar por mil los daños causados por los ciclones y dejar sin techo a millones de personas como consecuencia de la subida del nivel del mar.

El trabajo destaca que los glaciares que se derriten darán al principio demasiada agua y luego muy poca a millones de personas que dependen de ellos.

También advierte que el permafrost (los suelos con hielos permanentes) podrían derretirse entre un 30 y un 99% y emitir cifras récord de dióxido de carbono a partir de plantas en descomposición que quedarían al descubierto, otro factor que aceleraría y haría más intenso el cambio climático.

El trabajo también destaca que en un cercano 2050 muchas megaciudades que están a poca altitud, así como también pequeñas islas naciones -como Tuvalu- podrían experimentar eventos climáticos extremos anuales que se relacionan con el nivel del mar, incluso si se dieran los escenarios más optimistas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Para 2.100 se espera que los daños anuales derivados de inundaciones en el mundo se multipliquen entre 100 y 1.000 veces, mientras 280 millones de personas podrían verse desplazadas de sus hogares como consecuencia del fenómeno

Los expertos detectaron otro elemento preocupante: los océanos absorben la emisiones de dióxido de carbono y más del 90% de las emisiones del calor adicional derivadas del efecto invernadero desde 1970. Pero eso repercutió sobre la acidificación del medio marino, que está alterando la cadena de alimentación , mientras que las olas de calor marinas están creando grandes zonas muertas.

Los pronósticos más agoreros prevén un impacto del cambio climático también sobre la seguridad alimentaria y esperan que haya sectores más expuestos que otros a sus efectos.

En ese sentido, en un encuentro que se desarrolló en la provincia de Corrientes en las últimas semanas impulsado por el Programa Internacional de Cooperación Urbana de la Unión Europea para América Latina y en el que se debatió el rol de las ciudades frente al cambio climático, el titular del organismo promotor destacó que “la adaptación debe estar enfocada en los más pobres” que son los más vulnerables a los efectos del calentamiento global. Y destacó que para poder adaptarse al cambio climático serán necesarios profundos cambios, culturales y de consumo.

 

180
Megatones de dióxido de carbono fueron liberados a la atmósfera entre junio y agosto de este año sólo como consecuencia de los incencios que afectan al Ártico. Esa cantidad de gases de efecto invernadero equivale a 3,5 veces más de lo que emite Suecia en todo un año.
10
Gigatoneladas por día. A ese ritmo se derritió la capa de hielo de Groenlandia, la segunda mayor del planeta después de la Antártida, en el marco de la ola de calor de las últimas semanas. El hielo restante, se oscureció por polvo y sedimentos, lo que favorece un deshielo más rápido.
1°C
Subió la temperatura media global desde fines del siglo XIX a partir de la emisión de gases de efecto invernadero derivados de la actividad humana. A ese ritmo, según el IPCC, a fines del siglo XXI aumentaría entre 2 o 3 grados. El Acuerdo de París trata de limitar la subida a menos de 2 ºC.
280
Millones de personas se verían desplazadas de sus hogares en ciudades costeras por la subida del nivel de los mares resultado del cambio climático y aunque la suba de la temperatura se limite a los 2°C a fin de siglo. Hoy, el 40% de la población mundial vive en las costas.

 

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