Game over
Edición Impresa | 1 de Septiembre de 2019 | 05:31

Por WALTER EPÍSCOPO
El “partido más” que pidió una parte de la Comisión Directiva que apoyaba a Darío Ortiz a sus pares que hubiesen querido sacarlo luego de la derrota con Defensa y Justicia, fue ayer. Se agotó el tiempo del Indio, que terminó parado con los brazos cruzados al costado de la línea de cal, observando a un equipo que terminó desdibujado, jugando mal, impreciso, impotente y desconcertado en la cancha. En un tramo del partido de ayer en La Paternal, daba la sensación que no se conocían entre los jugadores, como cuando en un potrero jugás con gente que no conocés. Bueno, así. Con pases para nadie. Remates de media distancia que no sumaban. Marcas que se escapaban. Cero sintonía pensando en armar alguna jugada, y allí ni Brahian Alemán como Matías García hicieron demasiado.
Agustín Bolívar corriendo solo en el medio, Franco Mussis perdido en la mitad de la cancha, y arriba Pablo Velázquez y Claudio Spinelli que no conectaron nunca. Gimnasia no solo que jugó mal ayer en el Estadio “Diego Armando Maradona”, sino que cuando insinuó una mejora, no la supo aprovechar.
Se sabía que la continuidad del Indio Ortiz se jugaba en este partido, que si perdía, estaba afuera, y verdaderamente el equipo no hizo las cosas como para ayudar a que el mendocino siguiera. A los 10 minutos, en lo que sería la mejor jugada del partido para Gimnasia, Spinelli (silbado por el público local cada vez que tocó la pelota) picó entre los centrales y llegó a la pelota enviada desde atrás por Alemán, quedó cara a cara con Cháves con todo el arco a su disposición, pero el rubio delantero la tiró afuera.
Y como se dice en el fútbol, “los goles que errás en el arco de enfrente, los terminás sufriendo en el propio”. Y así fue nomás. Tras el increíble gol que perdió Spinelli, llegó una contra de Argentinos, la tomó el pibe Matko Miljevic, quien desde afuera del área sacó un remate, que en el caminó pegó en Torsiglieri y desvió totalmente la trayectoria de la pelota venciendo a Martín Arias. Iban solo 11 minutos de la etapa inicial, y en solo segundo el Lobo pasó de casi ganar 1-0, a perder 1-0.
Hubo minutos de desconcierto en el Lobo, donde el equipo no pudo hacer pie, no dio dos pases seguidos y no logró hilvanar alguna jugada. Si el local no aumentó, fue por alguna intervención acertada de Martín Arias, que se mostró seguro bajo los tres palos, pero volvió a dejar dudas a la hora de salir de abajo de los tres palos. El Caco García probó con un bombazo las manos de Cháves y luego Spinelli de cabeza le tiró una “masita” al golero de Argentinos que no tuvo problemas de contener.
Ortiz quería que sus muchachos reaccionaban, pero no había caso. Alemán, García, Mussis no se encontraban, Velázquez salía afuera del área grande y no había peso en ataque. Spinelli, un par de corridas y nada más. El local manejaba la pelota con Mac Allister y Romero, atrás la última línea del Bicho, bastante rústica pero efectiva, despejaba todo peligro.
EL INDIO LO INTENTÓ
Mientras los jugadores se iban al descanso, Tijanovich y Comba se quedaron haciendo la entrada en calor en el campo de juego. Ya no saldrían ni Mussis ni García, de lo más flojo del equipo. Y cambiaba el esquema. Quedaban tres en el fondo, con Morales, Guanini y Torsiglieri; en el medio Comba, Bolívar, Licht y Tijanovich; Alemán de enganche; y arriba seguía la dupla Velázquez y Spinelli. Y levantó un poco el equipo albiazul, Alemán se hizo más de la pelota y empezó a generar algo de juego, pero Spinelli, Velázquez y Tijanovich estaban erráticos y para nada finos a la hora de enfrentar a Cháves que destiló seguridad.
Ortiz quiso meterle profundidad y polenta para ir a chocar contra la dura defensa del Bicho. A los 20 minutos adentro el pibe Khalil Caraballo que debutó entrando por un ya inexpresivo Spinelli. Y seguramente Caraballo se acordará toda la vida de su debut, por que solo pudo hacer un par de corridas, ya que a solo 6 minutos de haber entrado, le fue mal con la pierna en alto al arquero Cháves, que le valió la tarjeta roja directa. Sí, solo 6 minutos duró el nuevo plan de Ortiz. El Colo Caraballo fue con toda su polenta (sin mala intención), con todo el ímpetu de estar debutando en Primera y se pasó de rosca. Al menos fue una imprudencia. Quedaban 20 minutos, el equipo se consumía como una vela, perdía 1 a 0 y encima ahora, con uno menos.
Morales y Guanini (tuvo un duelo aparte con el Pelado Silva) sacaban del fondo sin ponerse colorados y el Bochi Licht ya parado como volante central, era todo corazón buscando tapar espacios. Los dirigidos por Dabove manejaban la pelota a su antojo, daba la sensación que no querían hacer el segundo gol, por que si aceleraban un poquito, llegaba. Gimnasia era un alma en pena en el campo de juego y Ortiz en un costado se daba cuenta que el equipo ya no le respondía. Por más que intentó de todas las maneras, el equipo jamás no respondería
Con el pitazo final Gimnasia no solo perdía su cuarto partido consecutivo, sino que continuaba en caída libre, pero esta derrota era diferente, ya que con seguridad, se llevaba puesto al técnico. Otra vez, la salida del campo de juego buscando explicaciones en el piso. Para esto, Ortiz ya estaba dentro del vestuario consumiendo sus últimos instantes como técnico del equipo. Cuando estuvieron todos los futbolistas, el técnico le comunicó su decisión de no seguir.
TRISTE, SOLITARIO Y FINAL...
El título de la novela del genial Osvaldo Soriano pinta perfectamente el cierre de este ciclo de Ortiz que comenzó aquel lunes 18 de febrero pasado. Con un gran apoyo del hincha, agarró un fierro caliente Ortiz de cara a los últimos 6 partidos. En 4 lo salvó y quedaron 2 pensando en esta temporada. Pasó de fase en la Copa Argentina y realizó una muy buena Copa de la Superliga. Eliminó a Newell´s y a Defensa y Justicia, pero no pudo con Argentinos Juniors, justo el rival de ayer.
Tal vez, el punto más alto en todo sentido del ciclo Ortiz, fueron esos 2 partidos con el Halcón (en ese momento de Beccacece) a quien le ganó en el Bosque y en Florencio Varela jugando bien y siendo inteligente. Tras el receso nada sería igual, y se vio otro equipo, más allá de los merecimientos en cada partido.
Al improvisado lugar para la conferencia de prensa Ortiz jamás fue, solo los dirigentes Salas y Giraud comunicaron que el técnico se iba a reunir horas después y ya de regreso a La Plata con Pellegrino. El clima era espeso y las caras lo decían todo. El ciclo Ortiz estaba cumplido y no se lo quiso exponer ante la prensa. Mientras tanto, Pellegrino acompañado por otros directivos ni pasaron por el vestuario y tras una improvisada reunión en la calle, en la esquina de Gavilán y San Blas, tras salir por la puerta 14 del Estadio, emprendieron el regreso a nuestra Ciudad. Estaba decidido, Ortiz era otro entrenador que pasaba, el quinto técnico que esta Comisión Directiva ve pasar. Asumió con Alfaro, luego trajo a Soso, posteriormente a Sava, después a Troglio y ahora el Indio.
A 50 metros del lugar donde se retiraban varios integrantes de la CD, Ortiz salía del vestuario solo, bolso en mano y rumbo al ómnibus donde ya estaban los jugadores. El Indio se saludó con algunos conocidos que vio al pasar. En su cara había un gesto de tristeza a pesar de ensayar alguna sonrisa, en sus colaboradores también. “¿Qué dije en la conferencia de prensa de ayer? (por el viernes) Que yo nunca le voy a querer hacer mal a Gimnasia. Bueno, jamás le voy a hacer mal a este Club que amo”, dijo con voz pausada y sentida, y se subió al ómnibus. Habían pasado pocos minutos de las 16, y el micro del plantel partía del Estadio con la cuarta derrota consecutiva sobre el lomo (1 punto de 15), y a pesar de la información oficial sobre la reunión que habría entre Pellegrino y Ortiz horas más tarde, Gimnasia se iba de La Paternal ya sin entrenador.
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