Nada más peligroso que una familia

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El acceso a unos diarios íntimos que se presentan como la fantasía de indagar en la insondable personalidad de su madre muerta lleva a la protagonista de la novela “Una casa llena de gente” a confrontarse con una polifonía de voces que, lejos de esclarecer, instalan nuevos enigmas y permiten a Mariana Sández explorar la idea de que la identidad es siempre un entramado maleable y contradictorio.

“No somos más que personajes. Un invento colectivo de nosotros mismos y de otros”, dice la inquieta Leila en los cuadernos autobiográficos que su hija Charo recibe como herencia tiempo después de la enfermedad que se ha llevado a su madre, mujer de incontenible afición por la literatura, al punto que a la hora de mudarse su única prioridad será la superficie disponible para las estanterías que albergarán la biblioteca familiar.

Charo tiene poco menos de diez años cuando llega con sus padres y sus dos hermanastros al complejo de departamentos con pésima acústica que franquea impúdicamente las discusiones y los altibajos de sus habitantes: allí se monta la arquitectura narrativa de esta historia que desmigaja peleas, amistades, amores clandestinos y hasta una muerte en el marco de los vínculos que trama el azar o la genética.

“Una casa llena de gente”, publicada por Compañía Naviera Ilimitada, exhuma el pasado familiar desde la mirada adulta de Charo, convertida en dramaturga y convocada a una aventura temeraria: en los cuadernos autobiográficos su madre le pide que entreviste a quienes la conocieron para confrontar sus perspectivas con las narraciones que aparecen en esos escritos.

Sández es autora del libro de cuentos “Algunas familias normales” y de “El libro de Manuel. Un recorrido sobre la obra de Manuel Antín”, y con este libro hace su debut en el género novela.

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