Vacaciones para todos en un balneario inclusivo de Gesell con servicios gratuitos

Al sur de la localidad se levanta un parador accesible para personas con distintos tipos de discapacidades, con sillas anfibias para entrar al mar, carpas especiales y baños adaptados. Además, dan clases de surf, bici y kayak

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PEDRO GARAY

ENVIADO ESPECIAL A LA COSTA ATLÁNTICA

 

“Inclusivo” es una palabra bastante repetida en nuestros días, pero cuando en 2007 Marcelo Santurión construyó su balneario en Villa Gesell, Noctiluca, con rampas para garantizar la accesibilidad, un cliente le llegó a preguntar si le convenía tener personas en sillas de ruedas comiendo en el parador, por la imagen que daba.

“Las sillas de rueda no se contagian”, lanzó picante, en respuesta, Santurión. Eran los primeros años, los primeros pasos, de un proyecto construido “pensando en un lugar accesible, cuando todavía por ahí no se hablaba de accesibilidad y discapacidad”: hoy la accesibilidad del balneario ubicado en 126 y Playa, en la zona del muelle, es según una auditoría de Turismo de la Nación, del 100%, completa con carpas y baños accesibles, sillas anfibias para entrar al mar y actividades para personas con discapacidad. Todo, gratis.

Porque, luego de la semilla plantada por Santurión, el intendente Gustavo Barrera se interesó en el proyecto, y construyó una alianza con el balneario: desde 2014, Noctiluca cede un corredor y esas carpas pueden ser ocupadas por personas con discapacidad y sus familias (hasta cuatro personas) de forma gratuita, presentando el Certificado Único de Discapacidad para construir un registro, y que en el futuro haya más de veinte carpas. “Eso se logra teniendo constancia de toda la gente que nos visita”, explica Leticia.

Leticia es una de las empleadas municipales que trabaja en la parte pública del balneario: ocho son los trabajadores del municipio que colaboran en el área que, al momento de nuestra visita, incluía media decena de familias en carpas a pesar del día nublado.

“Llevamos 600 certificados registrados - explica Marcelo- si con cada silla vienen tres o cuatro personas, más de dos mil personas vienen a la playa accesible”. Las familias compran comida en el balneario, salen a la noche, almuerzan, cenan, salen de compras: parece que incluir es conveniente para sumar turistas y aceitar la rueda de consumo estival de la que viven muchos trabajadores de Villa Gesell y los balnearios.

Una idea evidente pero que no se le ocurrió a casi nadie: la recorrida de este medio por las playas reveló apenas un puñado de balnearios, en seis localidades distintas, con rampas de accesibilidad. Algunos paradores de Pinamar tenían sillas anfibias. Y nada más. Y, claro, ninguno es gratuito.

Ante este panorama, la familia Barbone había salido a recorrer playas, buscando alguna accesible para Octavio, el hijo de la pareja que conforman Valeria y Félix. “Salimos a recorrer y vimos el cartel”, explican. “Octavio no camina, y se nos hace difícil acceder a la playa con él: cuando era más liviano, lo llevábamos a upa, pero ahora ya no podemos”. Le colocaron ruedas especiales a la silla, pero “se te clavan en la arena igual”.

Por eso, los Barbone abrazaron al balneario, que cuenta con rampas hasta muy cerca del mar, baños accesibles, sillas anfibias y personal de asistencia. “Esto tiene que estar implementado no solo para personas en silla de ruedas, cualquiera puede tener dificultad para desplazarse y necesita de rampas y caminos”, dicen.

Las facilidades fueron construyéndose a lo largo de los doce años de vida de Noctiluca. “Y a medida que surgieron consultas y pedidos de parte de los usuarios, fuimos trabajando, aprendiendo y nutriéndonos de los que nos visitan”, cuenta Santurión, y revela que le preguntaba a los visitantes “qué consideraban que necesitaba el balneario. Aprendimos muchas cosas desde el uso”.

Así se fueron sumando, entre otras cosas, un cambiador para adultos y chicos, silla de baño con patas regulables, y una ducha de mano porque una persona con silla de ruedas pidió “una ducha que pudieran manejar: estaba sentado en la silla y el agua le caía de dos metros de altura, lo bombardeaba”.

El balneario, que también tiene menús en braille y comidas para celíacos, implementa desde este año clases de zumba, yoga, surf, bici y kayak adaptados. “Todo a disposición de los usuarios con el CUD”.

“Queremos que ese momento irrepetible de las vacaciones sea para todos”, cierra Santurión. “La inclusión se practica desde los hechos, no desde las palabras bonitas”.

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