El lenguaje inclusivo en un fallo judicial reabre el debate: ¿su uso está bien o mal?
Edición Impresa | 30 de Enero de 2020 | 02:01

Luego de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fuera emplazado para que en 10 días comience las obras de reparación de una vivienda con peligro de derrumbe, habitada por una mujer con dos “hijes” menores de edad, tal como dice la sentencia de una jueza que se difundió ayer, no sólo reabrió el cada vez más recurrente debate sobre el uso de lenguaje inclusivo sino que plantea algunas dudas de cara al futuro. ¿Los fallos judiciales serán en poco tiempo redactados en inclusivo o se trata de excepciones que no harán anclaje en el habla y la escritura cotidiana?
El nuevo caso tiene como protagonista a la jueza en lo contencioso administrativo Elena Liberatori, quien en los fundamentos del fallo redactó, entre otras cosas, que G. “y sus niñes son personas involucrades en el colectivo social que la propia Constitución de la Ciudad de Buenos Aires denomina de ‘pobreza crítica’” y “se trata de un sector vulnerado y no de un sector vulnerable”, porque, afirmó, “dicha condición la padecen luego de una sucesiva puesta en marcha de determinadas políticas públicas que la generan”.
Fallo judicial al margen, el caso como se dijo sirvió para reinstalar un debate que tiene a colectivos de militantes feministas, escritores, filólogos y lingüistas en el centro de la escena. Hace poco, de hecho, la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia, Estela Díaz, anunció que en breve se lanzará en una guía de lenguaje inclusivo para la administración pública, que “visibilice e incluya a todas las personas”. A esto hay que sumarle la guía interna presentada por el PAMI, aunque desde el propio organismo se aclaró que no se propicia reemplazos por @, “x” o “e” sino evitar sesgos, discriminaciones o exclusiones que determinadas palabras puedan plantear.
Con fanáticos y detractores alrededor del mundo en torno a un tema tan complejo -y acaso cambiante- como la lengua, en la práctica, cuando una discusión sobre si una expresión está correctamente dicha o escrita, el debate suele terminar con una consulta a la web de la RAE o incluso a su cuenta de Twitter.
“La RAE no impone nada -declaró en los últimos días Santiago Muñóz Machado, director de la institución española-, lo que ha conseguido a lo largo de tres siglos de historia es una gran autoridad lingüística por tanto lo que la Real Academia dice es generalmente asumido y acatado por los hispanohablantes. El inclusivo es un asunto que ahora mismo se está tratando en todos los países hispanohablantes. Y razonablemente porque forma parte de la lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer”.
Sin querer abrir disputas ni frentes de posibles polémicas, Machado precisó que desde la RAE “no tenemos nada que decir sobre esto porque no tenemos habitualmente nada que decir sobre las novedades que se producen en el español cuando son asumidas por el pueblo. La Academia no modifica las prácticas del pueblo, lo único que hace es corregirlas”.
Para la profesora de Letras Mariela Orsi “no se puede obligar a partir de ahora a todos los jueces a que utilicen el lenguaje inclusivo del mismo modo que no se puede imponer su prohibición. Los cambios en la lengua son naturales y, en su mayoría, surgen de abajo hacia arriba. Pero no podemos caer en simplifaciones ni en fanatismos que tienen que ver con sesgos ideológicos más que con una cuestión semántica. Ridiculizar el lenguaje inclusivo no es difícil, basta un poco de ingenio y aplicarlo fuera de contexto. Lo interesante, me parece, es hablar de qué hay detrás de las ideas que tenemos sobre el lenguaje y sobre la manera que éste tiene de adaptarse a los cambios sociales. Y en todo caso: por qué hay gente que busca visibilizar una realidad social a través de la lengua”.
¿El uso colectivo impone la norma o es la norma la que tiene que regir el uso colectivo? Para la ensayista Beatriz Sarlo, que en julio pasado participó en una debate sobre el tema en el Congreso de Editores, en ocasiones hay una imposición verticalista del uso de la lengua. Por ejemplo, recordó, cuando hace cincuenta años atrás se enseñaba a utilizar el tú en vez del vos a los chicos de las escuela. “A nosotros nos tocó el voseo porque éramos una zona arcaica del imperio español; las regiones que tuvieron cortes virreinales siguen con el tuteo, hasta hoy, como los colombianos o los peruanos”. De aquí que la ensayista crea que si el lenguaje inclusivo es impuesto tampoco podría prosperar. “Porque por más que haya una intención democrática y de justicia en la intención, seguiría la matriz de lo que han hecho los dictadores a lo largo de la historia del mundo en cuanto a prohibir o fomentar el uso de determinada lengua, léxico, frases, etc. A la larga, la gente se rebela contra esas imposiciones”.
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