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Tras los escandalosos tuits en los que manifestaba sus intenciones pedófilas, La Faraona se dedicó a esconder la mugre bajo la alfombra, borrando a mansalva contenidos “sensibles” de sus redes. Pero no fue el único
La impunidad de la que gozan algunas estrellas de las redes sociales, autollamadas “influencers” (una buena pregunta sería: ¿influencers de qué?), quedó al descubierto días atrás con el escándalo desatado alrededor de una lamentable serie de tuits de Martín Cirio, el “humorista” más conocido como La Faraona en la que hace explícitos sus deseos de tener relaciones sexuales y de hasta violar a menores de edad.
Los tuits eran viejos y fueron escritos en la red social Twitter entre 2010 y 2015, pero el contenido es igual de repudiable tanto en aquella época, como en ésta; aunque en sus descargos dijera que ahora está “deconstruido” y que no se reconoce en estos mensajes que escribió intentando convertirse en el “más picante” de la comunidad tuitera.
Cirio, que ganó popularidad por sus contenidos escatológicos (filmarse haciendo sus necesidades o practicándose un enema, fumando marihuana o mostrando preservativos usados y manchados con materia fecal), ha dedicado gran parte de su “influencia” para escrachar gente (él daba la orden a sus seguidores, llamados “farafans”, y ellos le hacían estallar las redes con insultos o burlas al que estuviera de turno, desde políticos hasta figuras de la farándula, como Mariano Martínez o Maru Botana, por ejemplo).
De hecho, en eso estaba cuando “se metió” con el Dipy, a quien acusó de cantar canciones repudiables en las que un grupo de hombres hacían gala de tener sexo con una quinceañera.
Pero el intento de escrache “por careta y doble moral” hacia el Dipy se le vino en contra, como un boomerang, cuando el cantante de cumbia le enrostró una serie de tuits viejos, quien se proponía “poner en su lugar” al cumbiero. Pero le salió mal.
No escupas para arriba, podría ser uno de los refranes aplicados al caso de La Faraona. Otro, no mires la paja en el ojo ajeno. El Dipy se lo dijo claramente: “hay que tener la cola limpia” a la hora de lanzar acusaciones. Y así le fue.
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Tras hacer un descargado apurado, en el que se hizo cargo de los tuits y se lamentó por ser un “pelotudo” y “cancelable” pero en el que remarcó que esos tuits “no lo hacen un pedófilo sino un pelotudo”, el lunes hizo otro en el que, en poco menos de cuarenta minutos, intenta explicar lo inexplicable: que eran códigos del momento, que Twitter es “la cloaca” en el que todos compiten por ser el más políticamente incorrecto y que todo el mundo se quedó con esos mensajes y no con todo lo que él ha hecho por los derechos humanos (?). Pero se olvidó en ese video, en el que se lo ve con tono de victimización, de sus burlas a las personas con discapacidades, de sus hirientes comentarios hacia las personas gordas o sus maneras tan impunes de mirar al que es diferente a su estilo de vida tan “cool” (?).
Con Twitter haciéndolo tendencia en cada momento, desde que trascendieran esos contenidos espantosos, Cirio se dedicó a borrar a mansalva videos, tuits y comentarios de sus redes sociales de los que los justicieros pudieran agarrarse.
Su vida pública, esa de la que disfrutó hacer pública, ahora está siendo analizada y mirada con lupa por sus detractores, que son muchos, y por eso La Faraona empezó a esconder la mugre bajo la alfombra. ¿O por qué, sino, habría de borrar más de cien publicaciones de Instagram entre el viernes y el lunes pasado?
A pesar de sus intentos, la condena social ya lo “canceló”: #DesapareceFaraona ha sido tendencia durante casi todo el fin de semana. Lo que lo llevó a cerrar su cuenta de Twitter y a dejarlo sin trabajo: él aseguró que se le cayeron sus ofertas pero que se repondrá porque “no me van a desaparecer”, según advirtió.
Pero Martín Cirio no es el único de los “influencers” que está en la mira.
Semanas atrás, Lucas Spadafora y Lola Latorre habían protagonizado tremendo escándalo con Nacha Guevara por burlarse de su forma de temblar, con total desparpajo. Pero la artista los puso en su lugar en una inolvidable gala de “Cantando por un Sueño”.
“Hasta Adele se va a casar y nosotros acá. Avísenle a Adele que los Grammy no se comen. Que no se ponga tan contenta”
Lizardo Ponce
Lola Latorre, al igual que su madre, Yanina Latorre, son amigas íntimas de Martín Cirio pero, misteriosamente, han evitado referirse a los polémicos tuits de La Faraona, con quien, incluso, hicieron un streaming por el que facturaron de lo lindo, semanas atrás. Silencio stampa.
Otro “influencer” que sí se refirió a la polémica en torno a Cirio fue Santiago Maratea, a quien en un vivo de Instagram le había dicho que “uno puede llegar a tener la fantasía morbosa de la pedofilia”, sin que este joven, que tiene un programa de radio en la emisora de Mario Pergolini, Vorterix, lo confrontara.
Ahora, cuando sus fans le pidieron que hable al respecto, se enojó diciendo, palabras más, palabras menos: “¿Ustedes qué se piensan? ¿Qué es fácil cancelar a un amigo así porque sí? Incluso si fuera un pedófilo, no sería fácil”.
Ayer volvió a referirse al tema y dijo que le parecen “repudiables los tuits” pero aclaró: “Más allá de que no soy quién para juzgarlo, no lo juzgaría acá en historias para darle el placer a la gente y armar bardo. No me sirve a mí. Opino porque estoy al pedo en casa y porque me dijeron que opine, me están quemando la bocha para que opine de este tema”.
Pero llama la atención la actitud de otros, como la de Lizardo Ponce, el cordobés que es el rey de Instagram con sus vivos pero al que muchos conocimos durante esta cuarenta porque está siendo parte de “Cantando por un sueño”: Lizardo es muy amigo de Cirio y, como las Latorre, no se ha pronunciado al respecto. Lo que sí ha hecho, en cambio, ha sido bloquear a algunas personas que le piden que opine sobre los tuits.
Pero eso no fue todo porque Ponce, además, y luego del análisis exhaustivo al que están siendo sometidos los contenidos de Cirio, protegió su cuenta de Twitter, es decir, la puso en privado para que nadie nuevo pueda ver sus publicaciones. ¿Qué tiene que ocultar alguien que vive exponiendo su vida en las redes?
Ayer, sin embargo, los rápidos de Twitter comenzaron a publicar gordofóbicos mensajes de este muchacho de carita angelical en los que se burlaba de Adele por su peso. “Hasta Adele se va a casar y nosotros seguimos acá” y “Avísenle a Adele que los Grammy no se comen. Que no se ponga tan contenta”, son sólo algunos de los viejos tuits por los que Lizardo, como Cirio, se lamentó. “Me avergüenzan”, dijo, pero se excusó en que eran otros tiempos: “No se pueden leer las cosas fuera de ese contexto y por eso no me juzgo, pero sí me tomo este tiempo para pedir disculpas si alguien se sintió ofendido y mostrarme orgulloso de mi evolución y la de todo la sociedad”. La discriminación, querido Ponce, es inexorable al paso del tiempo.
Más allá de todo lo relacionado con La Faraona, otro que fue “cancelado” en las últimas horas fue Uki Deane, el moderno gaucho que se hizo conocido por sus videos en Tik Tok. Este joven, que tiene marcas de traje de baño, hizo una polémica convocatoria en las redes sociales: “Necesito hombres con sex appeal, ¿entendés?, trabaditos...yo sé que muchos de ustedes se consideran que son modelos, yo también, pero no lo soy, y vos tampoco”, escribió y, tras la oleada de críticas, se terminó de hundir: “Para los que me putearon diciendo ‘Uki siglo XXI tenés que ser mas inclusivo’, ¿quieren que les diga algo? Yo pongo un gordo y no me vende la marca, pongo un pibe sexy y me vende, entonces entre el gordo y el pibe sexy, prefiero el último porque vendo”.
Luego de perder miles de seguidores en apenas horas, insistió: “Es una realidad, si no quieren ver la realidad no la vean, vayan a pedirle a Victoria’ s Secret que no ponga chicas lindas...se les van a reír en la cara, hay que a veces vivir realidades… “Soy un influencer que dice lo que piensa, si quieren uno que les mienta en la cara y les diga lo que quieren escuchar, hay un millón”.
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