LA HUIDA

Te vi, con las orejas atentas de un viejo mastín en el parque, esperando el momento para tensar los músculos y salir a la carrera.

¿Qué buscabas?

¿A quién perseguías?

Huyendo como un soldado herido a través de la llanura, aún no sabías que huías de ti, y que ni la sangre derramada en el campo ni tu propio dolor intolerable te podrían redimir ante el único juez que sería capaz de juzgarte: tú mismo.


Texto Marco Andrés Quelas
Foto Leandro Pacheco

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