La Casa Blanca paga el precio de subestimar las medidas preventivas
Edición Impresa | 5 de Octubre de 2020 | 03:05

WASHINGTON
Rara vez se veían barbijos en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Multitudes de personas se reunían hombro con hombro en el jardín sur de la Casa Blanca. El avión presidencial Air Force One cruzaba el cielo de un masivo acto de campaña a otro sin nadie con mascarilla a bordo.
Con fácil acceso a pruebas diagnósticas y las mejores mentes de salud pública a su disposición, el presidente Donald Trump debería haber sido el estadounidense más seguro frente al COVID-19. En cambio, minimizó las pautas de su propio gobierno y ayudó a crear una falsa sensación de invulnerabilidad en la Casa Blanca, un enfoque que ahora le pasó factura, como el virus ya lo ha hecho en una nación donde murieron más de 200.000 personas.
El helicóptero presidencial, el Marine One, transportó el viernes a Trump a un hospital militar, luego de despegar desde el mismo jardín de la Casa Blanca que menos de una semana antes fue el sitio donde nominó a la jueza Amy Coney Barrett para ministra de la Corte Suprema, mientras se enfocaba en las elecciones de noviembre.
Varias personas en ese evento, incluido un senador federal, dieron positivo por coronavirus. ”Él decepcionó al país al actuar como si fuera Superman”, dijo el historiador presidencial Douglas Brinkley. “No solo restó importancia al virus, sino que se paseó como un pavo real, burlándose de quienes se lo tomaban en serio”.
Desde el inicio de la pandemia, Trump -según admitió él mismo más tarde- restó importancia a la gravedad del virus. Afirmó varias veces que “desaparecería” y durante un tiempo presionó para que la economía de EE UU se reabriera por completo durante la Semana Santa, solo un mes después de que la pandemia se expandiera en todo el país.
Muy pronto comenzó a resistirse a los consejos de los expertos en salud pública en su propio equipo de trabajo para el coronavirus, incluidos el doctor Anthony Fauci y la doctora Deborah Birx. Se enfrentó públicamente con los jefes de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) y los Centros de Prevención, sobre todo tipo de aspectos, desde los riesgos asociados con la apertura de escuelas hasta el calendario para una posible vacuna.
Muchos miembros del personal de la Casa Blanca no se atrevieron a contradecir al presidente, que politizó el uso de tapabocas, diciendo que no los necesitaba porque le hacían pruebas y porque la mayoría de las personas que veía se mantenían a dos metros de distancia. Se burló del demócrata Joe Biden por usar barbijo.
En la Casa Blanca, se extendió la creencia de que, como quienes tenían contacto con el presidente eran sometidos a testeos rápidos todos los días, estaban a salvo en su burbuja.
Pero las pruebas rápidas no son infalibles, ya que hubo varios falsos negativos debido al largo período de incubación del virus. Varios empleados de la Casa Blanca se infectaron, y que una de las ayudantes más cercanas del presidente, Hope Hicks, dio positivo unas horas antes que Trump y su esposa. (AP)
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