El imperio de los sentidos es cosa de mujeres

Las clásicas leyes de la seducción y el deseo fueron derogadas tras el sacudón que, en los últimos años, produjeron los feminismos. Las nuevas “reglas” que empoderan a las mujeres y desnudan el desconcierto de las viejas masculinidades

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Por MARISOL AMBROSETTI

Hasta hace pocos años, una frase machista arraigada con uñas y dientes en el imaginario colectivo aseguraba que “cuando una mujer dice no, quiere decir quizás; cuando dice quizás, quiere decir sí y cuando dice sí, no es una mujer”. Si en algo coinciden y dejaron claro los feminismos de la última década es que cuando de sexo se habla: “no es no” y que las mujeres, cualquiera sea su género, no sólo saben decir que sí, sino que desean (y cómo!), toman la iniciativa, exploran nuevas formas y están, más que nunca, ávidas de goce. Y ahí sí: el desconcierto se hace carne en el antiguo “machirulo”.

Hoy, muchas mujeres, sobre todo las más jóvenes, dejaron atrás el lugar del “segundo sexo”, ése que sólo existía para complacer al varón y, empoderadas, se proclaman dueñas, amas y señoras de sus cuerpos y de sus deseos, capaces no sólo de tomar la iniciativa sino de explorar las múltiples formas del placer sexual, con otras, otros, otres. No obstante, hay que decirlo, nada más singular, íntimo y diverso que la sexualidad por eso en estas líneas caeremos, irremediablemente, en el pecado de generalizar.

En un país donde la ley de Educación Sexual Integral (ESI) es, prácticamente, letra muerta y de sexualidad se aprende sobre la marcha, de la pornografía, de las charlas con amigas, en las redes, en la calle y en los espacios del activismo LGTBI+, la pregunta que emerge es hasta qué punto estas nuevas formas de ser y pensarse de las mujeres tienen su correlato en el sexo y, en qué medida, los discursos feministas se nos meten en la cama para abrir u obturar la capacidad de explorar y experimentar una sexualidad más libre y placentera.

La periodista Luciana Peker cree que los hombres retroceden ante las mujeres deseantes

 

NUEVAS LEYES DEL DESEO

En Argentina, amplios sectores del feminismo abogan, cada vez más, porque las mujeres logren deshacerse de los mandatos y disfruten de sus cuerpos “no hegemónicos” tal y como son, sin la tortura que supone disimular pelos, estrías, celulitis, canas y rollos y asuman una estética propia, más allá de la presión, más o menos explícita, de delgadez, curvas y pseudojuventud perpetua.

De ese lado se ubica la periodista feminista Luciana Peker, autora del libro “Putita golosa”, que propone un feminismo que permita a las mujeres gozar sin culpa de placeres como la comida y el sexo. Sin embargo, entiende que cuando la mujer se permite hacer ese “cambio de chip”, el hombre heterosexual, por lo general, retrocede.

“Creo que hay una bronca de los varones hacia mujeres más deseantes, que su deseo estaba puesto en ser cazadores, en ser los que querían sexo y le arrancaban el sí a las mujeres; el mandato de ‘vos sos el que tiene que querer’ estaba puesto en los varones y el de ‘vos sos la que dice que no’, en las mujeres”. El gran desafío, para la autora, consistiría en dar vuelta esa lógica para que el varón pueda disfrutar de una mujer que quiere tener sexo. “Es muy difícil lograrlo, porque parte del goce del hombre heterosexual radicaba, justamente, en una conquista que incluía la resistencia y eso, a la vez, es muy peligroso”.

En su libro “Un apartamento en Urano”, el filósofo español Paul Preciado escribe “algunas personas toman los penes de otras en sus manos hasta hacerlos eyacular. Algunas personas meten los dedos en las bocas de otras y ponen pastas blancas en los agujeros de sus dientes. Las primeras son consideradas trabajadoras ilegales. Las segundas profesionales cualificados”. Contra esta discriminación lucha Nina León (33), trabajadora sexual y activista feminista. En el Encuentro de Mujeres y Disidencias del año pasado fue una de las voces cantantes del conversatorio que se hizo en el Colegio Nacional de la UNLP, sobre regulación y derechos en el ejercicio del trabajo sexual.

Nina cree que los feminismos dieron herramientas a las mujeres para explorar y vivir más libremente su sexualidad: “A quienes ejercemos el trabajo sexual nos pasa, en estos últimos cinco o seis años, que se dio el auge del feminismo en nuestro país, que de pronto nos topamos con un montón de mujeres clientas que se animan a probar contratar nuestros servicios, solas o en pareja, porque por ahí era un deseo que tenían desde hace mucho tiempo pero no estaba bien visto en la lógica cultural patriarcal”.

“Las generaciones más jóvenes vienen con más apertura a los cambios que se van dando”

 

Coincide con Peker, aunque se resiste a generalizar, que para el hombre heterosexual adulto la mujer empoderada se volvió un enigma: “Que nosotras apelemos a la comunicación o a los límites, desconcierta, porque antes se nos criaba para aceptar todo, con la excusa del amor romántico se nos enseñaba a crecer en vínculos donde teníamos miedo a quedarnos solas, pero al darnos cuenta que vamos generando nuestras propias redes de contención entre mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, eso empieza a caer, por su propio peso machista”.

Eso sí, confirma Nina, no es lo mismo el sexo con un hombre joven que con uno mayor: “Hay como una liviandad con la que vienen las generaciones más jóvenes que tiene que ver con tener más a mano las herramientas feministas y más apertura a los cambios que se van dando”. El hombre cis género adulto suele ser, de acuerdo con su experiencia, un buen hijo del patriarcado y, por lo tanto, aun sin ser consciente, él mismo lo padece en la cama: “Se frustra si le cuesta la erección y hay que hacerle entender que su cuerpo no es un dispenser; pero como yo ejerzo mi trabajo desde un lugar más terapéutico, trato de ayudar a deconstruir esas creencias”.

No obstante, observa con esperanza que “a partir de las interpelaciones de las mujeres”, hoy muchos hombres comienzan a replantearse sus masculinidades: “La sexualidad es tan infinita como la cantidad de personas que conformamos este mundo, cuanto menos nos encasillemos en las estructuras con las que fuimos criades, que nos hicieron creer que solamente tenemos que vivirla así o asá, más posibilidades tenemos de conocernos y saber por dónde queremos ir, incluso hoy puedo ir para un lado y mañana probar otro”.

PETIT MORTE

Así llaman los franceses al orgasmo: la petit morte. La filosofa argentina Esther Díaz escribió sobre ella y dijo que “orgasmar es similar a escalar, a veces un pequeño montículo conurbano, otras un pintoresco cerro cordobés y -de vez en cuando- el majestuoso e insuperable Aconcagua mendocino”.

Al parecer, hacer cumbre, cualquiera sea la altura, no estaría al alcance de todas. La sexóloga mexicana Fabiola Trejo realiza una encuesta anual sobre el tema. En su estudio 2020 participaron 778 mujeres hispanoamericanas de una edad promedio de 29 años, la gran mayoría heterosexual. Casi el 89 por ciento dijo que el orgasmo es importante para sentirse sexualmente satisfechas. Sin embargo, en una relación ocasional, casi el 60 por ciento no lo logra y en relación de pareja estable, un 25 por ciento no lo alcanza fácilmente. Los laureles a la hora del placer femenino, según esta encuesta, se lo lleva la autoestimulación: el 81 por ciento dijo que siempre lo logra mediante la masturbación. En segundo lugar aparece la estimulación del clítoris sin penetración (68%) seguida por el sexo oral (67%). La penetración ni siquiera figura en el podio.

Hace dos años, el equipo de la sección Sexología del Hospital de Clínicas también realizó una encuesta sobre sexualidad femenina. Allí se decía que 3 de cada 10 mujeres no experimentaba orgasmos con frecuencia y el 12 por ciento aseguró no haberlos vivido nunca. La doctora Silvina Valente, una de las coordinadoras de esa encuesta y presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) explica que “alrededor del 90% de las causas de la anorgasmia son psicológicas y suelen estar dadas por la llamada ‘ansiedad de rendimiento’, esto ocurre cuando la mujer se ubica en un rol de espectadora y pone su atención en el disfrute del otro”. Para esta especialista, si bien las relaciones sexuales no tienen que ser egoístas, sí tienen que ser egocéntricas y, muchas mujeres viven la sexualidad del otro y no la propia”.

¿PUEDO SER TU VIOLADOR?

Juego de seducción, una vieja canción de Soda Stereo, decía “puedo ser tu violador, la imaginación de esta noche, todo lo puede” ¿Qué pasa con las fantasías íntimas si entran en colisión con los discursos feministas más radicalizados?

Para la psicoanalista Daniela Traverso “el discurso social respecto de lo que es bueno y malo en el amor siempre existió y nos condiciona a la hora del sexo, podríamos decir que antes tenían más peso los discursos ligados a la religión o a la moral burguesa, ahora se está cambiando hacia un discurso más a favor de la autonomía y de los derechos de las mujeres”.

El 90 por ciento de las causas de la anorgasmia son psicológicas, dicen los especialistas

 

La especialista observa que, en la clínica, se escuchan muchos cuestionamientos a los hombres provenientes de “imperativos de un feminismo punitivista, que considera a todos los hombres igual de machistas y potenciales violadores”. Es en esos rincones radicalizados donde Traverso advierte un riesgo: “Una parte de los feminismos actuales, aún con todo lo emancipador que tiene para la mujer, corre el riesgo de ser igual de restrictivo. Por un lado expresa que lo ideal es que seas dueña de tu cuerpo y puedas explorar libremente tu sexualidad pero, por otro, en algunos ámbitos se estaría convirtiendo en una nueva moral, que puede generar muchas limitaciones para el ejercicio de esa libertad”.

Está claro que los feminismos vinieron, enhorabuena, a empoderar a las mujeres y darles más herramientas para poner límites frente a los que no se quiere o no gusta. No obstante, señala Traverso, “en el acto sexual en sí no sé si genera tantos cambios, porque por ejemplo, si a vos te gusta ser dominada o dominante en la cama, por decir una de las tantas posibilidades que da el juego erótico, te gusta eso, y allí el discurso social no tiene nada que hacer y si hace, termina siendo restrictivo”.

Para la reflexión final, la experta señala que, en la actualidad, se habla mucho de sexualidad y empoderamiento, sin embargo, considera que “a nuestra cultura hoy, le cuesta lidiar con la ternura, la fragilidad, la seducción, esos ámbitos más intermedios, y asumir que estar con otro siempre supone un riesgo, y con esto no quiero decir que una se exponga a un riesgo de vida, sino un riesgo de que el otro no nos quiera como esperamos, nos rechace o, directamente, que no sea como suponemos que es”.

 

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