Los usurpadores del tambo de Guaminí siguen vendiendo animales por Facebook
| 12 de Noviembre de 2020 | 13:20

"Vendo lechones de 11 y 12 kilos a 250 pesos el kilo. Se entregan el día jueves". "Vendo chancha preñada". "Hola buenas tardes, vendo tranqueras rurales". Las publicaciones fueron subidos en los últimos días a distintos grupos de compra y venta en Facebook y forman parte de una larga trama de engaños, amenazas, ocupación de campos y robo de ganado en una zona rural del oeste bonaerense, donde el fenómeno de las usurpaciones que no se toma descanso en el interior de la Provincia.
La oferta de esos animales fue publicada en redes sociales por una de las mujeres que usurpa desde el año pasado un tambo ubicado en Guaminí, justo frente a la laguna de Cochicó, sobre la Ruta 33.
"Siguen vendiendo animales por las redes sociales, a la vista de todos", dice María Eugenia Vargas, una de las arrendatarias del campo de 22 hectáreas que es propiedad de la familia de su marido. La mujer, una profesional que vive en Salliqueló, a unos 70 kilómetros del campo, viene dando una larga batalla judicial para lograr el desalojo de las familias que se instalaron en el tambo y se niegan a abandonarlo.
La historia de la usurpación del tambo Don Raúl, ubicado en el kilómetro 205 de la Ruta 33, justo frente al balneario de Cochicó, comenzó en abril de 2008, cuentan Eugenia Vargas y su marido, Alejandro Nadal, quienes arrendaron el campo familiar para producir leche en el tambo y animales. En abril de ese año, el entonces encargado del tambo hizo entrar a dos mujeres a cumplir tareas como ayudantes. Pero a los pocos meses, el tambero dejó el campo y ambas quedaron viviendo allí. La familia de propietarios y arrendatarios del campo decidieron entonces tomarlas a prueba por tres meses para ver si podían hacerse cargo del la producción y los trabajos del tambo. Y comenzaron trámites para formalizar la relación laboral.
"Nunca nos quisieron dar los documentos", dice Vargas. "A partir de ahí empezaron las amenazas de juicio, las extorsiones, las agresiones y las demás peripecias", se lamenta. Al poco tiempo, al campo empezaron a llegar familiares y personas cercanas a las dos mujeres: "Un hijo, un marido, niños, gente que resultaba ser desterrada de otros lugares por delitos y comentan que es hasta que consigan lugar para vivir, pero se quedan".
La situación es desesperante para los dueños y arrendatarios del campo: las usurpadoras ya les vendieron 17 animales de forma ilegal y mataron otros; produjeron daños materiales sobre la propiedad y además los amenazas ante cada movimiento de la Justicia. "Ahora nos
amenazan con sacar toda la hacienda a la ruta, con el riesgo de que haya un accidente vial y que seamos nosotros los responsables penales y civiles", relatan.
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