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Máximo y una demostración de fuerza que no apuntó solo contra los ricos

Máximo y una demostración de fuerza que no apuntó solo contra los ricos

En Frente de Todos mostraron unidad, al menos en la foto de ayer en la Cámara baja/Prensa Diputados

Mariano Spezzapria

Mariano Spezzapria
@mnspezzapria

18 de Noviembre de 2020 | 04:16
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En la vidriera de la política nacional, todo queda más expuesto. Máximo Kirchner dejó pasar la defensa del Presupuesto 2021 cuando se debatió en Diputados, aunque volvió a ponerse el traje de jefe de bloque de la coalición gobernante para cerrar los discursos tras la maratónica sesión sobre el Aporte Solidario o, para decirlo sin eufemismos, el impuesto a los ricos, que el Senado discutirá y sancionará a la velocidad de la luz.

El comportamiento político del hijo de la vicepresidenta Cristina Kirchner porta una carga simbólica: el Presupuesto fue elaborado por el Gobierno con una lógica de ajuste de las cuentas públicas, al compás de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional; mientras que el gravamen que se aprobó esta madrugada en Diputados lleva el ADN kirchnerista, no siempre compartido por los restantes espacios internos del Frente de Todos.

De hecho, la demora en el tratamiento del proyecto de autoría de Máximo y de Carlos Heller –fue presentado allá por mayo, tuvo dictamen en septiembre y llegó al recinto en seis meses después- se debió a que ni el presidente Alberto Fernández, ni el ministro de Economía Martín Guzmán, y tampoco el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, parecieron muy entusiasmados con la iniciativa. Aunque anoche todos buscaron dar una imagen de unidad.

Por el despacho de Massa, a quien le levantaron a último momento el aislamiento previsto por el protocolo del COVID-19, desfilaron Guzmán y sus colegas del Gabinete Matías Kulfas y Daniel Arroyo, además de la titular de Anses, Fernanda Raverta. De las reuniones también participó Máximo Kirchner. La coalición gobernante buscó despejar de esa manera los rumores sobre las discrepancias internas por el rumbo económico que lleva el Gobierno.

ahora sí

Guzmán había ido al Senado la semana pasada para celebrar la aprobación del Presupuesto, pero nadie le avisó que lo devolverían a Diputados por un “error técnico”. Ayer, tras la sanción en la Cámara baja, desde la Casa Rosada difundieron un texto mediante el cual se afirmó que la norma impulsará la “estabilización macroeconómica”, siguiendo un criterio de “sostenibilidad fiscal”. Los dos ejes forman parte de la prédica constante del ministro de Economía.

“Estamos unidos y más fuertes que nunca, más allá de que nos intentan hacer creer otra cosa”, sostuvo el presidente Fernández en un mensaje a la militancia peronista que se reunió a las puertas del Congreso. El mandatario no quiso perder protagonismo: el día que varias agrupaciones que integran el FdT volvieron a la calle –sobre la que perdieron el monopolio a manos de sectores de oposición-, envió al Congreso el proyecto para legalizar el aborto.

Alberto F. hizo equilibrio entre lo que piensa la mayor parte de la dirigencia oficialista, proclive al pañuelo verde –lució una corbata de ese color-, tratando de no incomodar al mismo tiempo a un aliado estratégico del Gobierno: el Papa Francisco. “Acá nadie se salva solo”, citó el Presidente al sumo pontífice, a sabiendas de que la Iglesia católica no recibiría bien la iniciativa para regular la interrupción del embarazo. La relación con el Vaticano podría enrarecerse.

“Están haciendo un ajuste pero eso sí, con el pañuelo verde en la muñeca”, deslizó un diputado opositor en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso. Se refirió, de esa manera, al hecho de que el Presupuesto 2021 no tendrá fondos para estirar los programas IFE y ATP –fundamentales para sostener a la población durante la pandemia- y a que la fórmula proyectada para el cálculo de las jubilaciones no contendrá a la inflación entre sus variables sustanciales.

Los diputados de la oposición, centralmente los de Juntos por el Cambio, machacaron con que el Aporte Solidario es “confiscatorio”, ya que se superpone con el impuesto a los Bienes Personales. “Cuando se acaban los recursos, hay que poner las cuentas en orden. Esta bomba de humo va a generar un enorme perjuicio”, advirtió el santafesino Luciano Laspina. “Tengan cuidado porque la rebelión fiscal no va a tardar en suceder”, agregó el porteño Jorge Enríquez.

El discurso unificado de la principal coalición opositora solamente se alteró cuando el jefe de la bancada del PRO, Cristian Ritondo, quiso replicar una vehemente intervención del oficialista Leopoldo Moreau con una chicana política: “Esperemos que este gobierno no termine como el de (Raúl) Alfonsín”, sostuvo y recibió, casi de inmediato, un cuestionamiento del radical José Cano. Con todo, la oposición anticipó que va a judicializar el impuesto a los ricos.

Antes, el diputado oficialista Heller –coautor del proyecto con Máximo- había desgranado un conjunto de argumentos favorables a la iniciativa y cerró su discurso con una referencia directa a los empresarios: “Lo que les duele es el precedente, no el importe. No quieren aceptar el precedente de que el Estado legisle sobre esto”, dijo el banquero cooperativista y dejó flotando la idea de que el Aporte Solidario “por única vez” podría no ser tal en el futuro.

A su vez, Máximo Kirchner hizo una demostración de fuerza. Convocó a la Cámara de Diputados a funcionarias surgidas de La Cámpora, como Raverta de ANSES y Luana Volnovich (PAMI), así como a los intendentes afines Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Mayra Mendoza (Quilmes) y Nicolás Mantegaza (San Vicente); y el presidente de la Cámara baja bonaerense, Federico Otermin. Pero se regocijó con el hecho de que el Presidente enviara a Guzmán y de Kulfas.

El jefe de los diputados oficialistas se verá afectado por el proyecto que él mismo redactó: aparece en la lista de las 9.238 personas señaladas por la AFIP como potenciales pagadores del Aporte Solidario, por tener bienes valuados por encima de los 200 millones de pesos. Otros dos diputados que deberán pagar el impuesto a los ricos son José de Mendiguren (FdT-Buenos Aires, en uso de licencia) y Atilio Benedetti (UCR-Entre Ríos).

Máximo poseería unos 292 millones de pesos –incluyendo bienes y cuentas embargadas por la Justicia-, por lo cual debería asumir un Aporte de 5,8 millones de pesos, a una tasa del 2 por ciento. Según las estimaciones de AFIP, el hijo de la Vicepresidenta forma parte del 0,02% de la población más pudiente del país. Paradójicamente, ayer obtuvo una victoria política sobre los “ricos”, sino también en clave interna dentro del oficialismo.

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