Ojalá de una buena vez, te dejemos descansar en paz
Edición Impresa | 26 de Noviembre de 2020 | 04:32

Por WALTER EPÍSCOPO
En las redacciones de los diarios o en los canales siempre se dijo que la necrológica de Maradona estaba hecha. Videos recorriendo su vida, extensas notas contando sus hazañas. Algún día iba a llegar el día que muriera Diego. Tal vez se pensaba que el final estaba cerca, pero siempre le pedíamos una “gambeta” más. El día llegó y el mundo se frenó. En todo el planeta se habló de la muerte de Diego. Por vivencias, es verdad que vivió más de lo que muchos pensábamos, pero por edad y quererlo, nos quedamos con ganas de mucho más. “60 años de Maradona, son 600 de cualquier persona”, dijo su profe Fernando Signorini semanas atrás.
Ayer su enorme corazón dijo “basta”. Ese bravo corazón que tanto nos dio latió por última vez en el mediodía de ayer. ¿Qué más podíamos pedirle? Nos dio todo y más. Hasta esa última imagen entrando al campo de juego en el Bosque el día de su cumpleaños. Nos rompió el alma. Sentimos bronca. No era él. Totalmente innecesario exponerlo así. Pero el “poder” sacó la última gota de sangre que le podían sacar.
Tal vez como una premonición, este último año al estar como técnico de Gimnasia, el hincha argentino lo pudo despedir. En Córdoba. En Mendoza. En Rosario. En la Boca. En Parque Patricios. En Avellaneda. La gente se rompió la garganta cantando “olé, olé, olé, olé, Diegoooo, Diegooo”. La gente lloró viéndolo alambrado de por medio. Y tuvo homenajes en vida.
Y el Bosque sin dudas fue su última gran casa. El del Lobo el último escudo que besó. El último grito de gol fue azul y blanco. Y cantó “Dale Lobo” como un hincha más. Maradona íntimamente supo que Gimnasia le dio la posibilidad de volver al fútbol argentino y trabajar. Y así recibir el amor, la devoción y el cariño de los hinchas de todos los equipos que a el tanto le gustaba, aparte de sentir ese “olor a pasto” que lo volvía loco.
El 25 de noviembre de 2020 quedará como una fecha histórica por que el mito viviente, se convirtió en leyenda para siempre. Alguna vez mi amigo Jorgito, maradoneano hasta la médula me dijo, “a los ídolos no se los discute”. Y tiene razón. Por estas horas está en las lágrimas de millones de personas. Ojalá, de una buena vez, lo dejemos descansar en paz.
Gracias Diego, como vos, no habrá ninguno igual... no habrá ninguno.
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