El amor después del amor

Edición Impresa

Por NICOLÁS NARDINI

nnardini@eldia.com

Es muy tarde y la redacción está casi en penumbras. Fue un día agitado, de esos en los que todos se ponen el equipo al hombro para estar a la altura de un acontecimiento global tan trascendente -lo dice el periodista- como doloroso -lo dice el amante del fútbol que tuvo una infancia feliz, entre otras cosas, gracias a Maradona- e impactante.

De repente, se presenta la dicotomía entre seguir el ritmo frenético que impone “el cierre” de este suplemento especial hecho con pasión y amor para todos los fanáticos de Maradona y del fútbol todo (¿o acaso no son sinónimos fútbol y Maradona?) o parar unos minutos -pocos- para escribir unas líneas que salgan sobre todo del corazón. Y, después de mucho dudarle y de temer retrasar la urgente impresión, ganó esta última opción.

Lo primero que se nos viene a la cabeza es: ¿y ahora cómo seguimos ya sin Diego en este plano? ¿Cómo será vivir en un país donde ya no esté de cuerpo presente Maradona? Es medianoche y las preguntas brotan sin solución de continuidad, unas tras otras. Son dagas filosas, de esas que duelen, que generan un sudor frío perturbador e insoportable. ¿Serán capaces las próximas generaciones de salvaguardar el legado deportivo que dejó Diego Maradona? Y ahí la noche se ilumina. Porque aparecen como fogonazos las fotos de los niños de 7, 8 o 9 años con camisetas de Maradona y entonces caemos en la cuenta de que, como canta Cerati, “no morirá lo que debe sobrevivir”, al tiempo que se cuela el ilustre rosarino Fito Páez para recordarnos que hay “amor después del amor”. Entonces queremos aferrarnos a que serán los niños de hoy, esos que llegaron a Diego por sus padres y se regocijan reproduciendo sus hazañas en los canales de YouTube, los que mañana defenderán ese legado y mantendrán siempre encendida la llama de un jugador que fue mucho más que una estrella de fútbol.

Para quien suscribe, Maradona es el máximo ídolo popular que ha dado este país tomando todos los ámbitos: el deportivo, el cultural, el político y el social. ¿Es discutible la afirmación? Por supuesto, si hasta las teorías científicas más sofisticadas son también refutables. Dicho esto, los desafío internamente a que en sus casas, tras repasar estas líneas, hagan el ejercicio de armar una lista con las personalidades que hayan generado más amor, pasión, devoción y desbordes -también vale decirlo- que Diego Armando Maradona.

“Es Gardel”, se dice en Argentina desde hace décadas en alusión a aquél que se destaque en cualquier ámbito. También se dice y se dirá “es Maradona” como adjetivo calificativo de lo bueno. Todo lo bueno que nos dejó dentro de una cancha de fútbol.

 

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