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Amenazas y golpes para dos mujeres, en entraderas en Abasto y City Bell

En 202 y 492 tres delincuentes derribaron la puerta de una casa a mazazos, golpearon a la propietaria en la cabeza y escaparon con algunas pertenencias. En 447 entre 24 y 26, engañaron a la víctima para que abriera

Amenazas y golpes para dos mujeres, en entraderas en Abasto y City Bell

A ana María le pegaron con una pistola en la cabeza / césar santoro

5 de Noviembre de 2020 | 04:02
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Desde el comienzo del año y más aún en período de cuarentena, en un sector de Abasto los golpes tipo comando se volvieron una constante. Se trata de un sector de Estancia Chica en el que los delincuentes repiten las entraderas “cada 15 días”, sostienen los vecinos, aunque demarcan un área más grande de acción: en los últimos tres meses, destacan que desde 208 a ruta 36 y de 492 a 460 “los robos no paran”. El peligro se extiende también a un radio comprendido por las calles 511 a 515, desde 202 a 208.

Como en muchos otros barrios de La Plata, allí también los frentistas se mantienen comunicados entre sí con grupos de WhatsApp. Cada nuevo hecho es comentado con el resto de los integrantes.

Ana María vive en 202 y 492, un barrio agreste que en el pasado había sido poblado por una pequeña colonia japonesa. “Hace 60 años, cuando mi marido empezó a construir, éramos muy pocos. Ahora se pobló un poco más y es como dicen ‘un pueblo chico, infierno grande’”, le dijo ayer por la tarde a este diario. En esa línea, comentó que “no saben la cantidad de robos que hay, es permanente”.

Rodeada de sus perros, la mujer relató el asalto del que fue víctima el martes a la noche, a manos de tres delincuentes que derribaron la puerta principal del inmueble a mazazos. Entraron buscando dinero en efectivo y tuvieron que conformarse con algunos artículos personales. Con lágrimas en los ojos, remarcó que son “cosas que no voy a poder recuperar, se llevaron parte de mi vida”.

Los ladrones ingresaron a la propiedad -un terreno de tres hectáreas con una edificación en el centro- tras cortar el alambre perimetral que da a la calle 492. Eran las 21.10 y Ana María estaba sola, preparando la comida. No escuchó nada. Increíblemente, sus muchos canes tampoco advirtieron la presencia de los intrusos. Ella todavía no tenía activada la alarma y por eso no pudo hacer mucho cuando escuchó el primer golpe en la puerta. Con el segundo impacto, la abertura cayó al piso y los sujetos se diseminaron por la finca. Hasta ese momento habían sido “muy silenciosos”, aclaró la damnificada.

Iban vestidos de negro, con guantes y barbijos. Antes de pronunciar alguna palabra, uno de ellos le propinó un culatazo en la cabeza a la dueña de casa, causándole una herida sangrante. Entonces sí, otro habló: “¿Con quiénes estás, dónde están?”, le gritó. Luego inquirió con furia, “¿dónde está la plata?”. Las respuestas no los conformaron, sin embargo, no volvieron a golpearla.

“Plata casi nada, pero sí se llevaron parte de mi vida, cosas que ya no voy a poder recuperar nunca más”

Ana María Víctima

“Me asusté mucho por lo que dijo de mi mamá, que estaba descompensada. Por eso abrí la puerta”

Lucía Víctima

 

En cambio, le mostraron los precintos que llevaban consigo y la condujeron a una de las habitaciones de la casona. Para amedrentarla todavía más, le aseguraron que “me iban a matar, a violar, cualquier tipo de amenaza recibí”, recordó. No permanecieron mucho tiempo, entre 20 y 30 minutos según calculó Ana María, “creo yo porque se asustaron al ver la alarma, si ni siquiera me encerraron”, remarcó.

Durante ese lapso cargaron dos televisores, una notebook, 2.500 pesos, una caja con relojes viejos, un juego de cubiertos de plata (“una reliquia de la familia”, indicó), un celular y un frasco de perfume vacío. “Me pegué un susto bárbaro y lo que tengo lo tengo por haber trabajado toda mi vida”, lamentó.

En la zona creen que los malvivientes tienen algún tipo de información, ya que se trata de un lugar al que no es fácil acceder. A ese respecto, manifestaron que “para llegar acá tenés que conocer, si no es imposible. Además se fueron por el camino que lleva a la Escuela Agropecuaria, que no es de común conocimiento”. Una de las cámaras de la propiedad vecina tomó a los asaltantes cuando arribaron y al huir. Lo hicieron en una camioneta Toyota Hilux gris.

“TU MAMÁ SE DESCOMPUSO”

A unos 18 kilómetros de distancia, Lucía Belén (20) recibió la indeseada visita de dos desconocidos en su hogar de 447 entre 24 y 26. La engañaron para conseguir ingresar y escaparon con televisores y otras pertenencias. Acompañada por su mamá, maestra de una escuela cercana, señaló que el hombre que le mintió “estaba muy bien vestido y no parecía un ladrón”. El hecho ocurrió pasadas las 9.30, después de que su madre, Lorena, partiera al establecimiento educativo.

Cinco minutos después, mientras la joven se preparaba para estudiar, escuchó el portón de metal que se abría. Primero creyó que se trataba de su mamá, “que se había olvidado algo”. Como no pasaba nada, se acercó hasta la puerta ventana y al asomarse se topó cara a cara con un sujeto al que no conocía. “¿Y vos quién sos?”, le espetó Lucía. El otro no dudó un segundo: “Tu mamá está en la esquina, descompensada, y necesita un vaso de agua urgente”, la apuró. “¿Quién te manda?”, preguntó la chica. “Ella”, replicó el desconocido mientras caminaba apurado hacia la entrada, como para regresar a asistir a Lorena. Esa última actuación convenció a Lucía de que la situación requería premura. Cargó un vaso con agua y abrió la puerta. Una mano la tomó del cuello y la volvió a ingresar a la casa. “Esto es un robo, no grites porque no queremos hacerte nada”, le ordenó el muchacho. En un instante su cómplice lo siguió y ambos entraron. La joven alcanzó a ver un Volkswagen Gol negro en la puerta, que sería tomado por las cámaras de seguridad. Según la patente, el rodado proviene de Avellaneda.

Ninguno superaba los 40 años. “Me pedían plata, pero acá no hay nada. Apenas 200 pesos y unas monedas”, detalló. Se llevaron las dos cosas. Lucía, por su parte, se encerró en el baño “porque estaba mi celular ahí”. Le escribió a su madre y ésta llamó a la Policía.

Un patrullero arribó rápido a la escena, pero los autores del hecho desaparecieron por presteza. A las dos mujeres les quedó la sensación de que “algo sabían, se ve que miraron los movimientos”, arguyeron. “Anoche no pude pegar un ojo, quedé bastante mal”, finalizó la víctima.

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A ana María le pegaron con una pistola en la cabeza / césar santoro

Lucía estaba sola y alcanzó a enivarle un mensaje a su mamá / c. santoro

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