Orlando Pennesi
Edición Impresa | 4 de Diciembre de 2020 | 03:09

Un luchador, un hombre de gran determinación que supo desde muy joven forjarse una mejor vida, para él y para toda su familia, la que le dio origen y la que luego, con los años, formó. Por eso y por otros destacados valores es que despertó sentidas muestras de tristeza la muerte del ingeniero Orlando Nazzareno Pennesi.
Había nacido el 27 de enero de 1925 en el paraje El Paraíso, cercano a Ramallo. Nazzareno y Arduina, sus padres, eran trabajadores rurales que habían llegado de Italia buscando progresar y fueron el ejemplo que lo marcó para siempre.
No pudo terminar la escuela primaria oportunamente porque en esa época, en los pueblos, sólo había educación hasta tercer grado. Acompañó entonces a sus padres con las tareas del campo y cuando cumplió 16 años resolvió mudarse a La Plata para completar los estudios básicos. Se instaló en la casa de una familia de esta ciudad que lo acogió. Al tiempo que cursaba trabajaba en Astilleros Río Santiago para ganarse el sustento.
Se recibió de maestro mayor de obras en el industrial Albert Thomas y al año siguiente ya asistía a clases en la facultad de Ingeniería de la UNLP. Se gradó como ingeniero en Construcciones.
Mientras que seguía la carrera universitaria, se casaba con Elvira Raggio, tenía su primer hijo -Walter-, y trabajaba de manera independiente como constructor. No bien acomodó su economía instó a sus padres y hermanos a trasladarse a La Plata. Y como la familia fue la máxima prioridad en su vida el hecho de tenerlos a todos en la Ciudad colmó sus principales deseos.
Su obra como constructor se plasmó en proyectos particulares y públicos que incluyó la edificación de varias escuelas. Participó, como tesorero, de la actividad del Centro de Ingenieros de la Provincia.
Su pasión por la profesión fue tal que trabajó junto a su hijo, también ingeniero, hasta los 92 años. Jubilado desde los 65, hábil con los desarrollos digitales, se hacía cargo de los cálculos de estructura.
Tuvo dos nietos: Martín y Mercedes, en quienes volcó esas manifestaciones de afecto tan típicas de él.
En los últimos años vivenció dos pérdidas que lo golpearon duro: primero la de su hija, Patricia, y un año más tarde la de su mujer.
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