En el nombre de Dios

Aquella salvada de Leonardo Morales en Paraná y la diferencia de gol lograda en el primer partido con Patronato clasificaron a Gimnasia a la Zona Campeonato más allá del empate frente a Huracán. En pleno duelo por la pérdida de su DT, otra prueba de caracter de un equipo que podría haber ganado en el Bosque.

¿Saben lo que vivió este equipo? ¿Se imaginan el dolor de cada futbolero por la muerte de Maradona multiplicado por la cercanía, por el cariño, por ese mito andante con el cual vivieron tantas cosas? Ese mediodía tristemente inolvidable nos rompió a todos y más a ellos. A los muchachos, sus muchachos, los que le devolvieron la alegría entre pelotas y pasto en la mitad del último año de su vida. "Nuestro padre", dijo Víctor Ayala hace unos días y así lo habrán sentido Eric Ramírez y Nicolás Contín, porque Maradona creyó en ellos cuando nadie creía. Y Paradela que es titular, y Miranda que debutó de su mano, y Broun o Goltz que llegaron al Lobo solamente por Él.

Ese 25 de noviembre perdimos la alegría de las gambetas de un fútbol que siempre será mejor porque encierra gloria y dramas pero ninguno le cambiaría una coma al guión vivido. Fuimos felices. Y "los muchachos" quedaron huérfanos, mucho más cuando el Gallego Méndez se fue con su dolor a cuesta. Había que levantarse, ganar por Diego en cancha de Vélez, pasar ante Huracán en el Bosque. Todo para Diego, porque este sigue siendo el equipo de Maradona más allá de los enormes Leandro Martini y Mariano Messera poniendo la cara y el hombro otra vez, porque son de Gimnasia y lo quieren de verdad. 

Así, sin tocar casi nada, se ganó en Liniers. Así, se empató con Huracán aunque mereció un poquito más, pero el empate de Vélez en Paraná calmó las cosas y no hubo que ir por la heroica en el final. Globo y Lobo festejaron juntos, porque estarán entre los mejores y la diferencia será una localía más o menos en cinco partidos del torneo en el que ser local casi no inclina balanzas. Por eso se festeja. Porque hay equipo y hiombres, porque los chicos crecen de golpe, porque hay estructura y presión alta, porque parece que Brahian Alemán empezó el camino de la recuperación. Porque jugar con los mejores implica empezar -de a poquito, nada de confundirse- a sentir que hay equipos que están por debajo y que las ilusiones futuras pueden ser otras.

Y se festeja porque Diego lo merece y porque más allá de que las lágrimas afloren, cada homenaje celebra la vida de Diego. Esa vida que en el recorrido final, cuando tanta gloria le arqueaba la espalda, encontró en Gimnasia una pasión desenfrenada, como era él. Y gente que lo quiere, que siente su ausencia y jamás lo va a olvidar. Por eso, seguramente, esa sonrisa de Dalma cuando todos gritaron "Diego, Diego" cerca del final del juego. Porque Dalma sintió también aquello de "cuando te sientas mal, andá adonde te quieran". Y a Maradona el Bosque siempre lo va a querer...

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