Ocho meses de permitidos: ¿Faltaron límites en la crianza?
Edición Impresa | 6 de Diciembre de 2020 | 09:19

A esta altura de la pandemia de coronavirus, la cuarentena o el aislamiento ya no es lo que hace unos meses, pero muchos sienten que el encierro y los cambios de hábitos han tenido consecuencias, sobre todo, en la crianza de los niños.
La ruptura en la rutina y la adaptación al nuevo contexto provocaron que los estados de ánimos, tanto de niños como adultos, sufran alteraciones y varíen según cada realidad.
Y frente a esas nuevas versiones de los más chicos, los padres también tuvieron que adaptarse para poder sobrellevar los días de la mejor manera.
Las personas más espirituales y optimistas tratan de ver el lado positivo de todas situaciones vividas, por lo que atravesar una pandemia con hijos en casa tendría que haber sido, al menos, un momento para afianzar vínculos y conocerse más.
Pero la realidad es que los primeros meses de aislamiento generaron un shock en todos y la crianza de los niños se vio afectada. Los límites no fueron los mismos, sobre todo con la virtualidad, pero también con cuestiones de atención que los niños requirieron de forma especial, porque hubo regresiones propias del contexto que tuvieron que enfrentar. En la mayoría de los casos nada grave, pero son conductas que hubo que analizar desde los adultos.
“Están más alterados, hiperactivos. El mayor esta en una postura de no querer hacer la tarea, de no tomar las consignas que le propongo; lloraba de a ratos porque extrañaba a los amigos, a la escuela, a la abuela. El mas chico estaba pegadísimo a mí, mucha teta, mucha demanda, llantos. Los notaba más ansiosos, como que tenían mucha energía para descargar”, cuenta Sofía sobre cómo fueron los meses de encierro total en su casa.
Al testimonio de Sofía le sigue uno similar de Belén, que vio cómo los límites que había puesto en la crianza de sus hijas se derrumbaban en pocas semanas. “Como al principio parecía que todo iba a durar unas semanas, cedí con el uso de las tablets, mirar películas y dormir a cualquier hora. Pero lo cierto es que yo nunca dejé de trabajar y tener que adaptar la casa a las nuevas necesidades de oficina y escuela se complicó con ese tipo de conductas incorporadas”, relata esta mamá de dos nenas de 7 y 9 años.
“Tras esas semanas de mini vacaciones me quise acomodar y armamos esquemas de actividades, horarios para mirar la tele y estar en Internet. Me duró poco. Con mi marido reconocemos que cedimos mucho en ese terreno porque veíamos que aislamiento las afectaba y tratábamos de no generar más conflictos. Además, que estuvieran conectadas era una forma de descansar para nosotros o poder hacer nuestro trabajo en un rato de silencio”.
Los psicólogos y especialistas dividen los cambios de los niños, durante este período, en distintas fases. Al comienzo del aislamiento se vio mucha desregulación en los niños, de un día para el otro el mundo tal como lo conocían dejó de existir y perdieron sus espacios de referencia, de ocio y el contacto con amigos y seres queridos.
“Los niños tuvieron muchos avances de golpe al contar con más disponibilidad de sus padres”
En ese momento de cambios y falta de seguridad se registraron muchos retrocesos en los más pequeños, por ejemplo en el control de esfínteres, problemas de sueño, alimentación, el hecho de volver a dormir con sus padres, necesidad de volver a tomar teta, mamadera, usar chupete u otros objetos de apego que los hicieran sentirse seguros.
En cuanto a los niños en edad escolar, han aparecido ciertos miedos relativos a la pandemia y también el tema de lidiar con los deberes escolares, que ha acarreado mucho estrés en las familias en general. Para que el aprendizaje se produzca deben existir varios factores, los cuales no siempre están presentes en este contexto que muchas veces gana la apatía y el desgano.
Pero además, la situación varía mucho también de acuerdo a la situación familiar, ellos son nuestro espejo y sus cambios de humor también van a estar muy relacionados en como vean que los adultos llevan la situación, que disponibilidad hay para ellos, con que recursos cuentan los padres para reinventarse o que seguridad pueden brindarles.
Claro que contar con la presencia de los padres todo el día también tuvo su lado positivo. Los especialistas indican que en la generalidad de los niños se vieron muchos avances de golpe, y que se pueden referir al hecho de contar con más presencia y disponibilidad de sus madres y padres y tener más estimulación de parte de estos.
Ahora los niños se encuentran como en un período en el que se fueron adaptando un poco a esta nueva rutina, lo que no implica que sea sin consecuencias negativas. El desafío luego será recomponer los modos de socializar e interactuar con el mundo exterior, cuando vuelvan a la escuela y a sus actividades lúdicas y deportivas.
¡SOCORRO, ADOLESCENTES!
“Es agotador” y “no puedo más” son dos frases con las que los padres con hijos adolescentes acostumbran a resumir lo que fue la convivencia con ellos en esta cuarentena. El que no se queja de discusiones por el desorden en la habitación se lamenta de las malas contestaciones, del abuso de Internet, de la falta de estudio o de la apatía. Intercambian experiencias para concluir con el consabido “yo ya no sé qué hacer”.
“Que estuvieran conectadas era una forma de descansar o poder trabajar en silencio”
Los conflictos en la relación con adolescentes son normales, son propios de la etapa; la transición de niño a adulto crea tensiones internas difíciles de soportar que llevan al adolescente a actuar de una forma que puede ser difícil de tolerar por parte del entorno. Si a esto se le suma el encierro y la imposibilidad de ver a sus pares, el combo es explosivo.
Ellos se sienten adultos, no toleran ser infantilizados y reivindican un respeto porque ya no son niños como para recibir órdenes; pero tan pronto se sienten sobreexigidos se refugian en un funcionamiento infantil recordando a los padres que todavía no lo son. Aquí la capacidad de adaptación de los padres fue clave, porque la posibilidad de dialogar y negociar fue lo que permitió a los adolescentes sobrellevar esta situación.
Nadie sabe bien qué va a pasar en cuanto a la cuarentena. El aislamiento se flexibilizó, hay que seguir cuidándose pero ya no es necesario seguir encerrados en una burbuja. Se respira un poco de aire y eso posibilita establecer una normalidad como la de antes, sólo que con algunas diferencias. Fue caótico, pero seguro que algo hemos aprendido.
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