Una mayor inflación golpea al consumo, el único motor posible de una recuperación

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Ricardo Rosales

prensa.rosalesr@gmail.com

“La herencia monetaria de 2020, junto con el paulatino desconfinamiento de la economía, habrán de acentuar las presiones inflacionarias de la economía” para el año próximo, dice el último informe de Fundación Mediterránea, sintetizando una opinión generalizada en el mercado: el regreso de tasas de inflación anual del 50 por ciento para 2021. En noviembre, el pronóstico de alza de precios es de 3,6 por ciento y en diciembre un salto del 4 por ciento. Una mayor inflación golpea al consumo, el único motor posible de una recuperación.

Al combo se agregan los mayores impuestos y, quizás un ajuste fiscal si el gobierno de Alberto Fernández llega a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

En este contexto, es difícil de imaginar un rebote económico vigoroso. De todas maneras, las proyecciones que hacen los especialistas son aleatorias, el oficialismo ya se lanzó a la campaña electoral de las legislativas de octubre de 2021 y la emisión monetaria o el nivel del gasto dependerán de esa prioridad política. La gestión económica será un brazo al servicio de objetivos electorales, como ha ocurrido en el pasado, una y otra vez.

La negociación con el FMI es asimismo otra incógnita. En 2019, una de las certezas de la política fue que el ex presidente Mauricio Macri perdió por seguir las recomendaciones del organismo y ajustar la economía. Luego de agosto de 2019, tras perder los votos totales en las PASO, Macri intentó en medio del descontrol económico, arrimar algunas concesiones populares, pero ya era tarde. El kirchnerismo o el albertismo, si es que pueden diferenciarse, no tienen la intención de repetir ese error, y hacer un ajuste durante 2021.

El ministro Martín Guzmán había prometido hacer un esfuerzo fiscal mayor al que se declaró en el Presupuesto 2021, “cercano al 3 por ciento” dijo en reuniones con empresarios y al inicio de las conversaciones con el FMI. Pero luego aparecieron las correcciones desde el ala política: el Senado dio vuelta la formula de cálculo de las jubilaciones. No revirtió el brutal ajuste a los pagos que reciben los jubilados, pero suavizó ese feroz recorte. Ahora las actualizaciones serán trimestrales y el 5 por ciento de diciembre próximo, no será a cuenta de futuros aumentos. La pérdida de poder adquisitivo seguirá igual en caída libre.

Guzmán comenzó a ser calificado como “fiscalista” en el entorno del Gobierno y ha recibir mensajes de calmar esos ímpetus. Los gastos previstos para fin de año, cubiertos con más emisión, no estaban contemplados en la visión del funcionario, y la carta de los Senadores dirigida al FMI estableció límites concretos a ese ajuste para 2021. El Presidente Alberto F. igual continúa con la idea de acordar un programa con el FMI, aunque los plazos se han extendido otra vez, quizás para marzo próximo.

La calma cambiaria de las últimas semanas alienta esas expectativas. Cuando el dólar estuvo cerca de tocar los 200 pesos, se trató de activar con urgencia las negociaciones y de llegar a un rápido acuerdo con el organismo. Aunque esas intensiones quedaron descartadas pronto. El mismo FMI no estaba dispuesto a cerrar un acuerdo, antes de que terminaran las elecciones en EE UU y se definiera si Trump continuaba o llegaba Biden. En concreto, dejando de lado las especulaciones, la moderación fiscal pasó otra vez a segundo plano.

La activación electoral tiene efectos inmediatos en las cuentas fiscales y en las expectativas. Los primeros pasos se dieron con el Impuesto a la Riqueza, luego con la quita de los fondos de la Ciudad de Buenos Aires y siguieron con la formula de ajuste a los jubilaciones, el Pacto Fiscal con los gobernadores, la ley que impide la venta de tierras quemadas y los bonos de fin de año; adicional a estos se sumaron otros de carácter puramente electoral como la idea de suspender las PASO y permitir la reelección de los intendentes de la provincia Buenos Aires.

Las declaraciones del Presidente Alberto F. y otros referentes del Gobierno, que dicen que el crecimiento económico vendrá de la mano de la mayor actividad estatal, terminan de cerrar los motivos que explican las expectativas negativas en los negocios.

¿Tienen realmente impacto económico estas decisiones? En los negocios, toda la gestión pública tiene efecto económico. Algunos comentarios, que suelen tomarse con liviandad, que hacen referencia a los contribuyentes que huyen a Uruguay para eludir impuestos, el clima negativo empresario o empresas que se van del país, son reales y pegan muy fuerte. La tasa de inversión en el país se desplomó este año. La inversión en la Argentina no ha sido muy alta en los últimos años, pero con oscilaciones entre años buenos y otros malos, ha estado en el orden del 19 por ciento al 21 por ciento. Este año será el 50 por ciento (la mitad) de esos porcentaje. No es casualidad que esto ocurra en simultáneo con el aumento de la pobreza a casi la mitad de la población (unas 20 millones de personas), que el desempleo afecta a más de cuatro millones de personas y que la caída de la actividad económica sea una de las mayores en el mundo.

Como se dijo arriba, la relativa calma en el mercado cambiario de las últimas semanas ha dado cierta sensación de mejora en la economía, aunque la realidad está lejos de esa alternativa. A un ritmo más lento que meses anteriores, el Banco Central continúa perdiendo reservas y los dólares para alimentar las actividades productivas están disponibles a cuenta gotas, las exportaciones no repuntan mientras que se reactiva la inflación, la inversión se ha desplomado con una enorme pérdida de capital social y económico para el país, con índices de pobreza e indigencia que no dejan de crecer, al igual que el desempleo.

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