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La metamorfosis de Sabella: de ayudante de campo a referente de la Selección

La metamorfosis de Sabella: de ayudante de campo a referente de la Selección
Martín Cabrera

Martín Cabrera
mcabrera@eldia.com

8 de Diciembre de 2020 | 16:18

La vida de las personas siempre guarda secretos y cambios, algunos negativos, otros positivos. Como los que experimentó Alejandro Sabella , el ex técnico de la Selección, que en tres años y medio pasó de ser un aspirante a técnico a una de las personas más influyentes y requeridas del ámbito deportivo nacional. Hoy el mundo del fútbol no sale de su tristeza al recibir la noticia de su pronta partida.

Tenía sólo 66 años y siempre estuvo vinculado con el fútbol, desde pequeño. Primero como futbolista de River, luego en Estudiantes y Ferro. Más tarde fue ayudante de campo y en 2009 comenzó su primer gran desafío: dirigió al Pincha y lo llevó a la cumbre de América.

 Pachorra, el hombre que vivía en Tolosa, el que disfrutaba mirando los partidos de su hijo en Vradi, el que iba a ver bailar a su hija al Teatro Argentino y el esposo de Silvana, era una persona que de golpe empezó a padecer el “acoso” de la gente. Pero también logró el reconocimiento general de hinchas del exigente fútbol argentino.

El primer cambio de su vida lo experimentó en La Plata. A los 54 años le llegó el turno de debutar como técnico, justamente en Estudiantes, y cuatro meses después estaba levantando la Copa Libertadores en el Mineirao, con palabras como “solidaridad, esfuerzo y honestidad” como bandera. Ahí empezó a cambiar las miradas escépticas del principio, aunque una buena porción de los hinchas basaba ese éxito en “los jugadores del plantel”.

La final contra el Barcelona, en diciembre de 2009, lo convirtió en un técnico con voz propia. Aquel planteo, aún en la adversidad, lo colocó en otro lugar. Y ni siquiera con su salida poco clara del Pincha, a una semana del inicio del torneo, alteró su relación con la mayoría de los simpatizantes albirrojos. Es más, a partir de ese momento su figura adquirió marcada relevancia.

Su nombre empezó a sonar por lo bajo en la Selección. Pasaron Diego Maradona, Sergio Batista y los fracasos del Mundial de Sudáfrica y la Copa América en Argentina. Entonces llegó su turno. Mirado con cierta desconfianza, sin un apoyo popular masivo (en el partido contra Bolivia, por ejemplo, el Monumental lució en un 35%) y “castigado” por sus esquemas defensivos.

"Me gustan los equipos que dan seis pases seguidos” , fue su discurso al asumir.  Pero la derrota en Venezuela y el empate 1-1 ante Bolivia en Buenos Aires lo dejaron contra las cuerdas. "Mi peor momento fue luego del empate. La carga que llevamos a Barranquilla fue tremenda” , le dijo a este medio en el verano de 2012.

Pero la relación Sabella-hinchas cambió un día. Fue el 15 de noviembre de 2011, cuando en Barranquilla la Selección le ganó 2-1 a Colombia después de ir en desventaja. Y, a partir de ese triunfo, que el propio Pachorra reconoció como bisagra, encadenó una victoria tras otra para ser puntero de las Eliminatorias y empezar a sacar chapa de candidato.

SU VIDA

“Sabella no es el mismo de antes” , aseguraban algunos de sus amigos. Pero cuando decían que no era el mismo se referían a cosas externas. Ninguno se “quejó” de sus valores. Siguió reuniéndose con los mismos amigos de siempre, tomaba gaseosa en “exceso”, compraba en el almacén del barrio, iba a la misma peluquería y mantenía su relación familiar intacta, mucho más fuerte después de una dolorosa pérdida que lo afectó a mediados de este año. Los cambios son externos, decían.

Se fastidiaba cuando el celular le suena a cada rato. “Le dieron uno de AFA pero a la semana su número lo tenían todos”, habían contaron desde su entorno. Al parecer, este era uno de los puntos que más lo alteraba mientras dirigía a la Selección. Sabe que cada llamado es un pedido, y como le cuesta decir que no, no atiende. Por eso restringió sus salidas. Ya no es tan fácil encontrarlo por la calle o en un evento. “Eso sí, a veces tenía que salir a comprar alimento para los animales, en especial para una lagartija que tiene”, contó un familiar.

También cambió el auto. El Toyota, ese que le habían regalado tras la Libertadores (aunque el equivalente en pesos lo repartió entre los jugadores) quedó atrás. Ahora tenía otro, que siempre está estacionado en la calle 4, en la misma casa que lo tuvo como huésped desde hace más de 25 años. Eso sí, por trabajo y horarios, su casa de Capital tuvo más movimiento que hace unos años, sobre todo cuando estuvo al frente de la Selección. Allí, Pachorra encontró la tranquilidad necesaria para reunirse con su cuerpo técnico, mirar videos y hasta preparar una charla. También para dormir cuando se le hacía tarde. Porque en el predio de Ezeiza pasaba más tiempo que en su casa. Si de charlas se trataba, Sabella explicó que no le gustaban para nada. “Me incomodan. No puedo improvisar. Si me invitan y acepto, las personas que van a escucharme merecen respeto. Y por eso las preparo con tiempo” , confesó en una presentación en el Pasaje Dardo Rocha.

Otra modificación, menos sustancial pero visible, fue su vestimenta. Por sugerencia de su esposa y amigos, empezó a usar ropa “moderna”. Chombas, remeras ajustadas y corbatas angostas que no eran parte de su ropero, tras el subcampeonato del mundo sí lo fueron. El resto no se alteró. Vivió mirando videos y relacionándose con gente del fútbol. Lo explicó su esposa, en una reciente entrevista: “Trabaja todo el tiempo. Es muy difícil estar al lado de Sabella, si lo pensás desde el punto de vista femenino” , dijo la persona que más y mejor lo conoció.

SABELLA-MESSI

Otro de los puntos altos en su exitoso desempeño en la Selección fue su relación con Lionel Messi. Desde un primer momento se ganó su respeto y la Pulga empezó a devolverle esa confianza en cada partido. Comenzó siendo el Messi de antes y en los últimos partidos se potenció al Messi del Barcelona.

Tiempo atrás dialogaba con este medio y explicaba que la mejor manera de ganarse el respeto de los jugadores, y máxime teniendo en cuenta la diferencia de edad, es con trabajo. “Si sos coherente con lo que decís y hacés, te respetan. Tanto en el fútbol como en la vida” , decía. “Hay dos teorías para potenciar a Messi: podés ponerle jugadores para que le pasen, pero por ahí te desprotegés atrás. Y la otra es asegurate atrás, porque Messi una jugada te hace y ganás el partido. Pero por ahí dependés mucho de esa jugada. Me gusta más el equilibrio entre esas dos teorías” , se explayó después.

Cómo habrá de estrecha la relación, que la Pulga lo invitó especialmente cuando la semana pasada recibió la Bota de Oro en Madrid. “Fue un placer para mí estar junto a él” , dijo años atrás en el Pasaje Dardo Rocha, luego de dar una charla sobre liderazgo deportivo. Y agregó: “Ha dado un paso importante en su vida y ya les mandé las felicitaciones a él y su familia” .

“Lionel es un amante del fútbol. Tuvo el compromiso de jugar para Barcelona después del nacimiento de su hijo y en casi todos los partidos está presente los 90 minutos. En una de esas hace tres goles en un encuentro y quiere hacer el cuarto...” , aportó este hombre, que entendió que la receta no era armar un equipo en función suya, sino hacer un equipo junto a él. Los resultados están a la vista. Y para terminar de entender el éxito de la relación técnico-jugador estrella, Sabella comentó hace un tiempo: “Como técnico, vos tenés que demostrar: a) que sabés de qué se trata; b) que le dedicás tiempo al trabajo y c) que sos confiable como ser humano. Cualquiera de esas tres patas que se resquebraja, ahí mismo se rompe la confianza del jugador” . 

Así pasaron los agitados días de Alejandro Sabella, entre el predio de Ezeiza, Europa y los viajes por Sudamérica con la Selección. Los resultados lo acompañaron. Y en poco más de tres años se convirtió en una celebridad del fútbol argentino.

Hoy, a poco más de 11 años de su debut como técnico, a 6 años de su trabajo en la Selección y a 5 años de luchar contra una dura enfermedad, dijo adiós. Se fue por la puerta grande del fútbol porque dejó muchas enseñanzas y valores. Valores que tuvo antes de su metamorfosis, pero que la mayoría de la gente los descubrió después de 2009. Vuele alto, profesor.

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