Afuera de la cancha, todo

Nadie duda que Alejandro Sabella fue un gran jugador y un brillante entrenador. Pero su andar fue más allá y dejó una marca que superó cualquier resultado deportivo. Su táctica fue la misma siempre: ser buen tipo.

"Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio"

 

Son tiempos donde nos ofendemos fácil por una palabra de más o un color distinto; tiempos que nos marcan que de cualquier modo hay que ser exitosos para existir. Tiempos que tienen sus relojes a toda velocidad. Sin embargo cada tanto emergen seres que vienen a poner una pausa justa, una gambeta que deja desairados a unos cuantos, un pase filtrado a la vida.

Alejandro Sabella nunca quiso quedarse mucho tiempo en ese pedestal que fue construyendo a lo largo de su carrera. Vaya paradoja, ladrillo a ladrillo fue levantando ese altar imaginario y una vez listo, decidió que no era su mejor lugar, ya que no le quedaba bien el talle o la marca y le resultaba muy incómodo, que abajo en el llano iba a sentirse mejor.

Alejandro Sabella fue docente sin guardapolvo, fue vecino en el corazón de su Tolosa, fue solidario con todos los que pudo sin restricción alguna, fue quien siempre tenía una frase de esas que te vuelven a acomodar cuando estás pisando la banquina.

Alejandro Sabella siempre dejó en claro que los valores están por encima de cualquier momento efímero, que la humildad es tan importante como el “por favor y gracias”.

Alguna vez Charly García escribió acertadamente que “...no existe una escuela que enseñe a vivir”; pero si en este mundo loco alguna vez la construyen, Sabella ya tiene un lugar bien ganado en el cuadro de honor. Hasta siempre Profesor…

 

 

 

 

 

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