Con mate, pelota y lona, los platenses copan las plazas en las tardes de verano
Edición Impresa | 13 de Febrero de 2020 | 04:22

Carolina llega a la plaza Iraola, saca una manta, la extiende, sienta ahí a su bebé de poco menos de un año, prepara unos mates y se dispone a jugar. Esa es su forma gasolera de pasar sus vacaciones, un corte a la rutina hasta que en Carnavales se pueda ir unos días a la costa. Historias como esas se replican en distintas plazas de barrios en las que los que no pueden viajar tienen su recreo al aire libre y los que aún no se fueron, encontraron la fórmula gasolera para despejarse hasta que llegue el día de armar las valijas.
Los preparativos son similares a los que hacen las familias cuando se van a la playa. Se alistan un par de reposeras, se arma un bolso con algunas cosas para comer, el termo, el mate, alguna bebida y cuando hay chicos, llevan una pelota o algún otro juguete.
El horario pico de las plazas se da entre las 15 y las 19, aunque en muchas también es habitual encontrar visitantes nocturnos que en días de calor insoportable, van en busca de un poco de aire fresco.
En el tiempo libre las plazas de barrio tienen todo lo que puede querer alguien con deseos de descansar, juegos para los niños, césped para tomar sol, árboles con sombra y, por lo general, un ambiente familiar en el que rara vez ocurren incidentes.
Por lo general esos espacios están muy cuidados y en oportunidades son los propios vecinos los que se encargan de vigilar que nadie rompa lo que es de todos.
Plaza de las Américas, en 11 y 607, es el claro ejemplo de un predio cuidado por la gente del barrio, una especie de club abierto y gratuito en el que cualquier tarde es posible encontrar chicos andando en bicicleta, otros jugando a la pelota, parejas haciendo un picnic y adultos mayores sentados en una especie de palco, en el que resulta entretenido hasta pegar un vistazo a un perro que corre en busca de una pelota.
Adriana hace 30 años que vive frente a la plaza y cada tarde se cruza para tomar un poco de aire e intercambiar alguna que otra charla con los vecinos.
“Podría escribir un libro con las historias de la gente que viene acá; el domingo hubo récord de visitantes, se llenó y lo lindo es que el ambiente es muy familiar”, cuenta desde su lugar, bajo la sombra de un árbol que está pegado a la capillita.
El predio tiene espacio para todos, incluso para el entrenador de fútbol, un vecino que tres veces a la semana le dedica un buen rato a los chicos para que aprendan a pegarle a la pelota con mayor habilidad.
Otro predio que muchos eligen para pasar sus tardes de verano es el Parque Castelli, situado en el cruce de las avenidas 25 y 66 y rodeado por las calles 24, 26, 65, 67 y diagonal 74.
Lomadas, árboles, juegos de niños resultan como un imán para quienes ansían disfrutar de un lugar espacioso sin terminar pegado al otro.
En este parque es habitual ver gente del barrio, pero también ciclistas que se toman un descanso a la sombra o vecinos de otras zonas a los que les seduce mas estar en un lugar tranquilo que llegarse hasta las céntricas Plaza Moreno o Plaza Malvinas.
Con sus pequeñas bicicletas, Ramón y Micaela, corren carreras zigzagueantes, mientras sus padres toman sol y mates. “Venimos todas las tardes y traemos hasta el perro, yo salgo de trabajar a las dos de la tarde y ya me esperan con todo preparado, esta es nuestra forma de pasar el verano, descansar y, a su vez, gastar poco y nada”, asegura Rafael, padre de los niños.
En otro sector están los que juegan un picadito, pasan a pocos metros los que no dejan de caminar hasta que dan varias vueltas a la plaza y, más allá, dos jóvenes que podrían estar en su primera cita.
Del otro lado de la Ciudad, por su proximidad a las vías, la Plaza Iraola, quiebra su silencio de siesta con alguna que otra bocina de tren, momento en el que nunca falta la mano de algún pequeño que se alza para saludar a la formación.
El predio está ubicado entre las calles 1, 2, 530 y 531 y se inauguró en 1871, cuando se fundó Tolosa. Mas allá que en la zona prevalecen las casas espaciosas, decenas de vecinos renuncian a tomar aire en su patio o jardín para socializar en esa plaza, punto de encuentro en el que un grupo de adultos mayores se reúnen regularmente para jugar a las cartas o los adolescentes hacen rueda bajo la sombra frondosa para mostrarse una foto de Instagram o sacarse una selfie.
“En verano se llena, los que no podemos irnos de vacaciones venimos a tomar sol, a charlar con amigos y los que ya volvieron, para distraerse un rato o cortar la tarde”, asegura Karen, una joven que vive a algunas cuadras de ese lugar.
Algunos la definen risueñamente como la “plaza beach”, el lugar donde la arena es verde y las olas que ven son las que hacen las ramas de los árboles al batirse por el viento, una alternativa cercana y entretenida para veranear en la Ciudad sin gastar un peso.
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