Deuda: un escenario más complejo que el previsto

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

La furibunda entrada en escena de Cristina Kirchner en el tira y afloja del Gobierno con el Fondo Monetario no responde a una mera explosión discursiva. Por el contrario, obedecería a una estrategia oficial para que los enviados del organismo a la Argentina tengan presente que hay un ala dura en la coalición gubernamental capaz de tensar la cuerda como ya lo hizo en el pasado.

A la vez, la irrupción de la vicepresidenta le marca la cancha a Alberto F. de modo tal que no puede quedar como un blando ante el electorado del Frente de Todos. Cuando Cristina afirma que no tiene dudas de que el Presidente “tiene ese compromiso con la sociedad”, lo que en verdad está diciendo es que esa obligación la asumió antes con ella misma, cuando le cedió la candidatura.

Pero en el fondo, la estrategia del Presidente no parece idéntica a lo que se deja trascender desde el Instituto Patria, donde se coquetea con el default de la deuda y la impresión monetaria para reactivar una economía deprimida. Ninguna de las dos cosas figuran en la hoja de ruta del ministro Martín Guzmán, que quiere negociar con el FMI y los bonistas, y no encender “la maquinita”.

Los argumentos técnicos de Guzmán contrastan con la visión política del kirchnerismo. No sólo Cristina salió ayer a polemizar con el Fondo sino que también lo hizo su hijo Máximo, en un acto que encabezó en Escobar junto al intendente Ariel Sujarchuk. “Háganse cargo de que financiaron la campaña de Macri y vayan a la cola a esperar”, fue el mensaje directo a los enviados del FMI.

El jefe del bloque de diputados nacionales del FdT citó las mismas palabras que su madre –lo cual sembró dudas sobre quién de los dos fue el autor intelectual de la réplica al FMI- y agregó, a modo de advertencia: “La única pelea que importa es la que termina con la extorsión de los buitres y del Fondo”. El discurso de Máximo se asemejó a los que daba Néstor Kirchner entre 2003 y 2005.

En aquel momento, el país estaba en default y el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, perfilaba los canjes de deuda con los que coronó su gestión. Ahora, 14 años después, la Argentina atraviesa otra crisis externa de proporciones. Y a juzgar por la tensión que expresa el Gobierno, la situación parece más compleja que lo previsto.

 

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