Duke Ellington, en 1968, deleitó a los platenses con el mejor jazz
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2020 | 02:33

El de 1968 fue un año muy recordado a nivel mundial por distintos acontecimientos de gran relevancia que en distintos países causaron conmoción pública, como los asesinatos en Estados Unidos, del candidato presidencial y hermano del asesinado “JFK”, Robert Kennedy y el líder de los pacíficos reclamos por los derechos civiles de la población de origen afro, Martin Luther King; además de la histórica revuelta de los estudiantes universitarios parisinos y el virulento recrudecimiento de la guerra de Vietnam.
Pero en nuestra ciudad, ese sería un año histórico no sólo, en lo deportivo, por las conquistas de las copas Libertadores de América primero, y la Intercontinental luego, por parte de Estudiantes, sino también en el plano cultural debido a que se produjo un acontecimiento verdaderamente único e inolvidable, como fue la presentación del más grande exponente instrumental de jazz, el pianista negro Duke Ellington y su afamada orquesta que, procedentes de Estados Unidos, se encontrabas en nuestro país, en el marco de una exitosa gira internacional que habían iniciado meses atrás por varias naciones.
La actuación fue el 9 de septiembre en la sala del por entonces llamado Cine Gran Rocha, situado en la misma ubicación que la actual en pleno centro de la Ciudad.
La noticia sobre la llegada a nuestro país de la mejor banda de ese género musical que habría de producirse poco tiempo después fue hecha pública en La Plata por EL DIA en su edición del 31 de julio, a través de un artículo titulado “¡Viene Duke Ellington!...”, en el que se señalaba que “esta noticia correrá como reguero de pólvora entre los fanáticos del auténtico jazz”; al tiempo que se indicaba que “el más grande de la música popular estadounidense, llegará traído nada menos que por el Mozarteum Argentino, para dar una serie de conciertos en el cine-teatro Gran Rex, de la capital federal”.
Se detallaba que el afamado pianista vendría con su orquesta en la que figuraban músicos de gran calidad y trayectoria como Cootie Williams, Lawrence Brown, Johney Hodges, Cat Anderson, Sam Woodyard, Paul Gonsalves, Mercer Ellington, Russell Procope, y Harry Carney, entre otros.
Pero todavía no se sabía que Ellington y su orquesta se presentarían en nuestra ciudad, en donde unas semanas después nuestro diario adelantó la primicia, la que de inmediato causó un gran y generalizado revuelo.
Una multitud de admiradores que no habían conseguido entradas esperó a Ellington
A hora muy temprana del día en el que nuestro diario diera cuenta de que la función sería el 9 de septiembre en el Rocha y que las entradas se pondrían en venta con suficiente antelación durante esa misma jornada, centenares de platenses comenzaron a hacer filas delante de la boletería de la sala, que recién abriría a primera hora de la tarde. Hubo que hacer varias horas de paciente cola y finalmente, fueron muchos más los que se quedaron sin entradas que los que lograron adquirirlas, pese a que la sala era sumamente amplia.
Durante días, se armaron grupos de melómanos que pidieron una segunda presentación de la orquesta, pero los compromisos que Ellington ya tenía asumidos en su apretada agenda en Argentina lo impedían.
Si bien lo que actualmente se conoce como la “reventa” de entradas para distintos espectáculos a precios mucho más caros que los originales, todavía no se conocía, se publicaron algunos avisos ofreciendo adquirir localidades para la función de Duke Ellington, pero en realidad nunca se llegó a saber fehacientemente si alguna de tales “operaciones” llegó a concretarse.
El ansiado día de la actuación de los músicos de jazz visitantes, en las inmediaciones del Rocha se juntó una multitud de admiradores que, pese a no haber podido acceder a una entrada, querían ver de cerca al pianista, al que ovacionaron tanto a su llegada como al partir tras la función.
El espectáculo, como se dijo, duró algo más de dos horas y alcanzó lucidos relieves jazzísticos; los músicos fueron muy aplaudidos tras la ejecución de cada una de las numerosas piezas que ejecutaron durante su presentación.
En el artículo con la crítica de la función de Ellington que EL DIA publicara, en un párrafo se puntualizó que “color y ritmo se conjugaron generosamente para integrar el muy variado repertorio, a través del cual se buscó, preferentemente, margen amplio para la demostración de virtuosismos personales”.
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