Advierten sobre la fragilidad del mercado del libro

Edición Impresa

La industria del libro se debilita cada vez más con la parálisis de su principal canal de venta, las librerías, mientras alternativas inmediatas como la comercialización de textos digitales está lejos de compensar las pérdidas por el freno a la actividad, según un relevamiento de los investigadores Alejandro Dujovne y Heber Ostroviesky, quienes advirtieron sobre “la extrema fragilidad del ecosistema del libro argentino”.

El informe ofrece una aproximación al impacto de la crisis sanitaria desatada por la epidemia de coronavirus sobre los talleres gráficos, las editoriales y las librerías -los tres pilares de la industria editorial- y asegura que el canal librero es el que corre los mayores peligros en el corto plazo a raíz de la obligación de que sus locales permanezcan cerrados

En los últimos días los distintos eslabones del sector han sugerido que se verán obligados a postergar pagos, mientras en algunos casos aumentó levemente -sobre todo en el de las librerías- la posibilidad de cerrar la empresa o el proyecto, según la encuesta realizada entre el 29 de marzo y el 2 de abril y abarcó 158 editoriales, 86 librerías (entre ellas una plataforma de libros electrónicos) y 13 talleres gráficos.

El relevamiento indica que las estrategias generadas a partir de este escenario, como las ferias virtuales, los bonos de compra a futuro y el comercio electrónico; compensan de manera muy parcial la comercialización del libro concretada tradicionalmente en librerías, que siguen siendo “espacios centrales e irremplazables para la dinamización cultural y la promoción del libro”. Así como tampoco se recuperarán las pérdidas por el aplazamiento de la Feria Internacional del Libro.

Una de las recomendaciones del estudio para reflotar el sector alienta a desarrollar iniciativas que permitan que los libreros no sean el eslabón más perjudicado ante las restricciones que han paralizado las ventas. “Hay un problema histórico en nuestro país que tiene que ver con la dificultad de impulsar políticas que conciban al ecosistema del libro como un todo. Estamos acostumbrados a que autores, editores, libreros, imprentas, bibliotecas, promotores de la lectura y demás actores expresen reclamos que suelen estar dirigidos a otros actores del circuito editorial”, advierte Ostroviesky.

“Estas tensiones, y en ciertos casos conflictos, son normales y se dan en todos los países. Sin embargo, los países con industrias editoriales más fuertes e índices de lectura más elevados tienen políticas públicas capaces de pensar más allá de las demandas coyunturales y entienden que hace falta crear sinergias entre los distintos eslabones de la cadena editorial y fomentar solidaridades al interior del sector editorial”, compara.

Ostroviesky es investigador de la Licenciatura en Cultura y Lenguajes Artísticos de la Universidad de Gral. Sarmiento y llevó adelante el trabajo junto a Alejandro Dujovne, doctor en Ciencias Sociales e investigador del Conicet.

 

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