Angustiante pedido de un padre que hace un año no le permiten ver a sus hijos: “Es desesperante, algo de terror”

Un hombre de Ensenada lleva prácticamente un año sin poder ver a sus hijos de 9 y 6 años siquiera mediante una comunicación audiovisual por diferencias con su ex esposa de la cual se separó hace casi 5 años.

Con intercambio de denuncias en el medio-incluso una por un supuesto abuso por parte de él- Agustín, quien recientemente volvió a ser papá con otra pareja, desea poder ver a sus otros dos hijos y que puedan conocer a su pequeño hermano que acaba de nacer.

“Desde el 27 de mayo que no sé absolutamente nada de nada, ni llamadas, ni whatsapp, ni videollamadas, nada de nada. Aunque todos los peritos y todo determinaron que no había ningún impedimento para verlos. Cuando todos los profesionales determinan esto, la jueza determina la revinculación y ella no los lleva. Después de 6 meses me hace una denuncia por abuso y la misma jueza la denuncia por desobediencia”, le contó a Agustín a este diario.

“Ante todas las denuncias que me hizo me pusieron una perimetral, después me la levantan hacia los nenes. Yo los iba a buscar al colegio y ella no los llevaba para que nos los retirara. Pero la perimetral hacia ella todavía la tengo. La semana que viene es el cumple de la más grande y yo siempre estuve con ella, será el primer cumpleaños que no voy a estar si no cambia algo rápido”, agregó.

“La sensación es desesperante, ya me perdí el cumple del nene de 6, cuando egresó, el primer día de escuela, ni hablar las fiestas de día del padre, del niño, la actividad de la nena, todo. Los aisló de todo, es totalmente desesperante”, sostuvo y agregó que “todos me piden paciencia, los fiscales, los jueces…, es terrible”.

Ante la desesperación por el lento accionar de la justicia, el protagonista decidió apelar a las redes sociales para dar a conocer la situación. “Es todo lento, es algo de terror”.

Allí, en una cuenta de Facebook que decidió crear, publicó una carta explicando paso a paso cómo fueron sucediendo los hechos y expresando el dolor que siente por estar distanciado de sus hijos.

Mediante un video, Agustín también aseguró que “nunca pensé en hacer esto público, los tiempos de la justicia no son los de la niñez”, y pidió que “por favor me ayudes a compartirla lo más que puedas ya que se están avasallando los derechos de ellos”

Además, en otro posteo, manifestó que “el 31 de octubre de 2019 la Justicia ordenó la revinculación con mis hijos, del mismo escrito se desprende también que los profesionales que los atendieron no encontraron ninguna razón para que no podamos vernos y que la mamá interrumpió la asistencia de los niños inconsultamente. Durante todo noviembre y diciembre de 2019 asistí a los encuentros 2 veces a la semana como fue en su. En febrero retomamos los mismos, tampoco los llevaron. El 27 de mayo se cumple 1 año del último día que los vi. Sólo quiero abrazarlos”.

LA CARTA QUE ESCRIBIÓ AGUSTÍN

Soy Agustín B… papá de Á (9), S(6), y Salvador de dos meses. Con A y S lamentablemente hace 11 meses que no nos vemos. Sí, no conocen aún a su hermanito.

Desde el embarazo de Á (hace 10 años) que no hubo un solo día que no estuviera con ellos, y desde que nos separamos y divorciamos con su mamá en 2015, no hubo un solo día que no nos veíamos o no haya llamado para contarnos cómo fue nuestro día.

Con todos los derechos y responsabilidades que la tenencia compartida de nuestros hijos nos da, decidimos que todos los martes y jueves los retiraría de la escuela y jardín para quedarse conmigo hasta ir al otro día a cada institución. Luego, fin de semana por medio, nos paseábamos entre casa de abuelos, tíos y primos, amigos de toda mi vida, parques y juegos.

Desde el primer día de la separación intenté tener una buena relación con la mamá, la mejor posible, que festejemos juntos los cumpleaños, compartir actos escolares, decidir sobre su crianza, su educación, su salud. Con algunas trabas en el camino creo que durante un tiempo lo logramos, probablemente mientras yo cedía, pero poco a poco los desencuentros fueron mayores. Decisiones unilaterales sobre médicos y tratamientos de salud, bautismo de los nenes sin que sea parte, entre muchas otras cosas dejaban en evidencia que yo no era considerado parte. Por dos años no “me permitió” llevarlos de vacaciones, ni siquiera un fin de semana largo, incluso veranos con casa alquilada en la costa, con los juegos de playa y la ilusión lista para viajar nos quedamos sin poder hacerlo. Nunca lo denuncié ni avisé la situación al Juzgado (Juzgado de Familia N° 6 de La Plata a cargo de la Dra. María del Rosario Rocca) para mantener la armonía, pensando que el tiempo iba a calmar las cosas.

Luego de un año o más de nuestra separación comienzo una nueva relación, y aquí parece ser que los desencuentros se vuelven más marcados. La mamá de los nenes contrata un abogado, hasta este momento compartíamos a quien nos divorció de mutuo acuerdo, y comienza la catarata de denuncias. Era el principio de la peor pesadilla de mi vida, sólo que yo aún no lo sabía.

Las denuncias fueron de las más variadas, violencia, adicciones, amenazas. A cada una de éstas respondí, en cada una de éstas me presenté, como corresponde, con testigos, con pruebas, con exámenes médicos e informes psicológicos, con demostraciones de la hermosa relación que tenemos con Á y S desde que llegaron. Madrugadas enteras escribiendo, juntando fotos, videos, mensajes y audios. Lágrimas y carpetas, llantos de impotencia y risas por los recuerdos en forma de biblioratos y DVD que conforman más de 5GB que presenté en la Justicia.

Sesiones interminables de terapia, individual, vincular, con ellos, sin ellos, con ella. Todo en pos de ¿llevarnos? mejor. Los informes de la terapia vincular daban cuenta de la obstrucción del vínculo y de la posesión de una parte, pero no alcanzaron a prevenir lo que seguía.

El 27 de mayo 2019 fue la última vez que nos vimos. Con un beso en la puerta de la escuela de Á y en el jardincito de S nos despedimos. A los dos días, el jueves 29 cuando los voy a buscar no estaban. Llamo a la mamá a su celular sin poder comunicarme, llamo a los abuelos (maternos) y me dicen que no sabían nada. Espero a las 20hs para poder llamarlos (en una de las últimas audiencias la Jueza –Dra. Roca- tuvo que fijar horario para poder comunicarme con los nenes los días que no estaban conmigo ya que si no esto era imposible). Esperé todo el fin de semana, tal vez se habían ido simplemente de paseo. Pero empezó otra semana y los nenes no estaban. El celular seguía apagado, y los abuelos sin saber nada. A mi pesar empecé con las denuncias correspondientes, primero por incumplimiento del régimen comunicacional (Comisaría de la Mujer de Ensenada), por averiguación de paradero (Comisaría 1° de Ensenada- UFI N°6 a cargo del Dr. Romero) y luego por Impedimento de contacto (UFI N°8 a cargo del Dr. Tesón). Cuando la policía se presenta en la casa de los abuelos estos refieren que se encontraban en la costa y que se trataba “simplemente de una estrategia judicial”. Por otro lado a las mamás de las amiguitas de Ámbar les habían dicho que se iban a la Patagonia. La incertidumbre y desesperación de no saber dónde están tus hijos es inconmensurable.

Pasan los días y me notifican de una restricción de acercamiento (perimetral) a la mamá por una denuncia por violencia de género. Yo seguía yendo cada martes y jueves a la escuela a buscar a mis hijos. No estaban. Seguía llamando cada día a las 20hs. No atendía. Sin saberlo aún ya estaba Salvador entre nosotros.

Luego de que las profesionales que atendían a los nenes (psicóloga y terapista ocupacional), cuerpo técnico del Juzgado y de la Asesoría de Menores coincidieran en que no había motivos para no vernos, en octubre se determinó que se reestablezca el vínculo. Y así fue que elegimos un lugar neutral, un jueves de noviembre con una mochila llena de libros para pintar mandalas, fotos de cada día que no compartimos, videos de sus primos, una lista con la música que les gusta y cosas ricas para merendar fui a su encuentro, preparado para darles el abrazo más grande del mundo, pero a los nenes, adivinen qué, no los llevaron.

Abogados, psicólogos, abogados, psiquiatras, abogados, juzgados, médicos, fiscalías. Así transcurre nuestra vida. De cada denuncia de amenaza fui sobreseído (UFI N° 13. A cargo de la Dra. Ruffino). Y en el medio Salvador que crece en la panza y sus hermanos no lo saben.

Una vez más, ya no recuerdo que número ¿5, 6? La mamá de los nenes cambia de abogado y presenta una nueva denuncia en mi contra, la peor de todas, la que nadie quiere ni escuchar, la de supuesto abuso hacia mis propios hijos.

Pasa noviembre, pasa diciembre, nunca los lleva a los encuentros (dos por semana), la Jueza Rocca la denuncia penalmente por desobediencia (UFI N° 15 a cargo de la Dra. Corfield), y yo nuevamente presento denuncia por impedimento de contacto (UFI N° 6  a cargo del Dr. Romero).

Llega enero y la feria judicial. Llega Salvador y el amor crece pero duele cada vez más.

Estamos en abril y sigo sin saber nada de mis hijos. En unos días, el 22 de abril, es el cumpleaños número 10 de Ambar, no me lo quiero perder, no quiero no estar. Ya me perdí el cumple de 6 de S y su egreso de jardín, primer día de clases, el Día del Niño, Navidad, Año Nuevo y los Reyes Magos, seguramente también me perdí un montón de Ratón Pérez. Y ellos se siguen perdiendo de tardes de abuelos que malcrían, de primos para jugar, de tíos para reír y de un nuevo hermano para amar. TODOS, ellos y nosotros, tenemos derecho a no perdernos de compartir y vivir, nada más.

Sigo luchando por nuestro encuentro, ustedes saben que jamás me voy a rendir.

LOS EXTRAÑO Y AMO, PAPÁ

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE