Un ministro autónomo sometido a un desgaste impensado

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Por: Mariano Spezzapria
 

@mnspezzapria

No es la primera vez que, en los menos de cinco meses que lleva al frente del Gobierno, el presidente Alberto Fernández debe intervenir directamente para “corregir” alguna declaración del ministro de Salud, Ginés González García. La impronta del funcionario, de vasta trayectoria política en el peronismo, tiende a la autonomía de decisiones a partir de su experiencia en la gestión.

Pero desde que apareció en escena la pandemia del coronavirus, Ginés parece no haber calibrado la dimensión de la emergencia. Al comienzo del brote de escala global, evaluó que iba a quedar “circunscripto a China”. Tenía entonces un argumento: el sarampión y el dengue eran preocupaciones más concretas para la cartera sanitaria. El árbol le terminó tapando el bosque.

Ante la falta de reacción de su ministro, Alberto F. se metió de lleno en el asunto. Inició una ronda de consultas con especialistas epidemiólogos –con lo cual amplió su interlocución en materia de salud- y desplazó a Ginés de la “comunicación de crisis”. A tal punto, que los informes oficiales de la cartera sanitaria los encabeza cotidianamente la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti.

Mientras que el Comité Operativo de Emergencia (COE), instalado en el octavo piso del Ministerio de Salud, es liderado por Alejandro Collia, otro profesional de experiencia surgido de las filas del PJ bonaerense. Ginés cuenta, no obstante, con el respaldo político de la vicepresidenta Cristina Kirchner y con el afecto personal de Alberto F. que ayer lo ratificó en el cargo (ver aparte).

Tras una jornada de tensión, luego de que anunciara fallidamente la declaración de interés público de clínicas privadas y sanatorios sindicales para aumentar la cantidad de camas y de respiradores, Ginés se presentó en la quinta de Olivos y se sentó junto al Presidente en una reunión en la que se extendieron los nuevos hospitales modulares a otros cuatro municipios del Conurbano.

La presencia de Ginés en el Gabinete no era la idea original de Alberto F., que no quería en su elenco de ministros a quienes ya hubieran sido figuras de gobiernos anteriores. Pero Ginés se impuso por peso propio: no sólo tenía en su haber el pergamino de los remedios genéricos en la crisis de 2002, sino también su reconocida postura favorable a la legalización del aborto.

El Presidente había prometido, en plena campaña electoral, que enviaría al Congreso un proyecto en ese sentido. Y Ginés reunía el prestigio necesario para defenderlo. Pero la emergencia provocada por la irrupción del coronavirus le viene generando un notorio desgaste político, impensado por propios y también por extraños.

 

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