Hoy rendí mi último final. A partir de hoy soy arquitecto. Años de mi vida yendo a cursar, estudiando de lunes a viernes, incluso muchos fines de semana.

Dentro de poco me entregarán un papel, el diploma que certifique esos días ingratos, recluido, solo frente a un libro y un montón de fotocopias. No me quejo. Me costó pero acá estoy, con el título bajo el brazo.

Mis padres están orgullosos. Esta tarde mis amigos y parientes me tiraron de todo. Harina, vinagre, huevos. Hasta me cortaron el pelo. No sé qué pensar. Debería estar contento, me recibí. En cambio tengo cierto malestar.

Es extraño. Afuera la noche está tranquila y en el cielo no hay una sola estrella encendida. No puedo dormir. Miro hacia el parque por la ventana de mi habitación.

Por fin, lloro.


Texto Marco Andrés Quelas
Foto Leandro Pacheco

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