Un índice de contagio bajo que permitiría flexibilizar actividades

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El hecho auspicioso de que La Plata registre menor cantidad de contagios de coronavirus que otras ciudades –con una población que en su inmensa mayoría viene respetando en forma rigurosa los términos de la cuarentena- debiera permitir que se analice una reapertura lenta y gradual de las actividades comerciales, así como de otras profesiones y oficios que se desarrollan en la Ciudad.

Transcurridos casi tres meses de cierre y dada la situación sanitaria mencionada, parece razonable señalar que buena parte del comercio y de otros trabajos, por las características de su operatividad, se encuentran en condiciones de desplegar sus tareas, claro que bajo el estricto cumplimiento de las medidas de prevención que disponen o puedan disponer en adelante las autoridades sanitarias.

Todo ello será posible apelando, en primer término, a la responsabilidad de la gente. Asimismo, en el caso de los comerciantes, la apertura de puertas de sus locales debiera verse subordinada a pautas muy claras, relacionadas a la cantidad de clientes que pueden permanecer al mismo tiempo en el interior y cumpliéndose, como se dijo, con las normas que se fijen desde las áreas oficiales de Salud.

No hace muchas jornadas, distintos centros comerciales platenses se reunieron para realizar un video en el que expresaron su deseo de volver a trabajar y dejar en claro que están preparados para hacerlo, cumpliendo rígidas medidas sanitarias.

Entre las entidades que firmaron el reclamo al Gobierno provincial, que es quien debe autorizar el pedido, figuraron la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA), la Asociación Comercial Los Hornos (ACLHO), Asociación Amigos de Calle 12, la Federación Empresarial de La Plata (FELP), la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y el Centro de Comercio de Villa Elisa (CCVE).

Lo primero a tomar en cuenta, entonces, debiera ser que la apertura lenta de actividades no se traduzca en un aumento del número de contagios. Las experiencias acumuladas en nuestra ciudad en estos días de cuarentena indican que, en lo concerniente a los distintos tipos de negocios que permanecieron abiertos –gastronómicos, farmacias, ferreterías, entre otros- se respetó a rajatabla la poca presencia de clientes en los locales (uno o dos, a lo sumo), mientras que el resto aguardó su turno de entrada en las veredas.

Sobre la base de ese comportamiento disciplinado que, en el caso de los comercios u otras ocupaciones, sus responsables podrán constatar y hacer cumplir en forma normal, pues contarán con la buena predisposición del público, es que no resulta inconsistente aguardar una apertura que puede significar enormes mejoras para la economía general, paralizada en buena medida desde hace tanto tiempo por la pandemia.

Cabe insistir en el reclamo: nuestra ciudad ha demostrado cumplir en forma cabal con los términos de la cuarentena. El hecho de no contar con una alta tasa de contagios parece un fundamento sólido sobre el cual basar una flexibilización lenta y administrada, sujeta inclusive a revisiones, ajustes y llegado el caso retrocesos. Bajo estos términos, pareciera oportuno entonces dar estos primeros pasos hacia una más amplia liberación de actividades laborales.

 

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