El fino límite de la paciencia colectiva

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta discutieron largamente en Olivos cómo avanzar con el endurecimiento de la cuarentena en el AMBA sin forzar el límite de la paciencia ante una sociedad sometida a restricciones desde marzo, pero que se encuentra al mismo tiempo ante un peligro inminente frente a la escalada de contagios.

El desafío político que afrontan el Presidente, el Gobernador y el alcalde porteño pasará entonces por afinar la explicación que darán para persuadir de la necesidad de “quedarse en casa”.

“El Presidente, el Gobernador y el jefe de Gobierno de la Ciudad están comprometidos en alcanzar las mejores soluciones entendiendo que la ciudadanía ha realizado un gran esfuerzo estos meses para lograr los objetivos. Necesitamos reforzar la responsabilidad que ha tenido la ciudadanía para seguir cuidándonos entre todos”, afirmaron los tres gobiernos en un comunicado conjunto.

Según pudo constatar EL DIA en la quinta de Olivos, los gobiernos nacional, bonaerense y porteño se esforzaron por negar que haya cortocircuitos por la forma de encarar el endurecimiento de la cuarentena en el AMBA. De hecho, los voceros de las tres administraciones estuvieron en la sala de periodistas de la calle Villate dando una misma versión de los hechos.

Pero dentro de la reunión, las diferencias entre la Provincia y la CABA habrían quedado expuestas nuevamente. Kicillof pretendía que las restricciones al transporte y al comercio comiencen a implementarse “lo antes posible”, pero Larreta pidió unos días más. Y Alberto F. concedió que el 1 de julio fuera el punto de largada.

Kicillof y Larreta no perdieron el diálogo constante que mantienen en las últimas semanas. Hasta minutos antes de entrar a Olivos estuvieron chateando entre ellos.

El Gobernador está especialmente preocupado por el aumento que exhibe la ocupación de camas de terapia intensiva en el Conurbano. Las cuentas que sacaban ayer en su entorno daban que si la curva se mantuviera en alza, en 22 días colapsaría el sistema sanitario.

Pero Kicillof debe hacer frente a los problemas estructurales de la Provincia, que le dificultan al extremo el control de la cuarentena. Por caso, le avisaron que el área de Transporte cuenta con solamente 22 inspectores para todo el vasto territorio bonaerense. Por eso requiere de la ayuda nacional para poder implementar las restricciones a la circulación masiva de personas.

“Eso está asegurado. El Gobierno nacional está plenamente comprometido”, sostuvo ayer una fuente cercana a Kicillof. La Policía bonaerense está sobrepasada, porque tiene que ejecutar los controles a la par que combate la inseguridad. Por eso la Casa Rosada ordenó a la ministra de Seguridad, Sabina Fréderic, que aumente la dotación de Gendarmería en las próximas semanas.

Si bien la intención oficial no es militarizar las calles del Conurbano, lo cierto es que se teme alguna manifestación de desobediencia social ante las nuevas restricciones que contendrá la cuarentena. La caída de permisos para circular y la baja de persianas de comercios –resistida por los intendentes- pueden aumentar la tensión en los próximos días. Ya pasó en Avellaneda, donde inspectores municipales fueron corridos por vecinos indignados.

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