Gerardo Pablo Broitman

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Su muerte, impensada, por lo repentina, para todo su entorno, causó una enorme consternación. Profesor de Educación Física apasionado, entrenador, especialista en rehabilitación de patologías de origen neurológico, colaborador incansable de la comunidad judía de la Ciudad, Gerardo Pablo Broitman deja una impronta imborrable en aquellos que conocieron su calidad profesional y humana.

Conocido como “Gige” entre sus más estrechos allegados, había nacido el 15 de octubre de 1967 en La Plata. Era hijo de Héctor y Aída, y tuvo como hermanos a Eduardo y Celina.

Comenzó sus estudios en la Escuela 33, y siguió el secundario en el que fuera el tradicional Comercial San Martín. Se recibió de profesor de Educación Física en la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, donde en todo y cada uno de sus ámbitos hizo amigos.

Siempre con ánimo de perfeccionarse y el objetivo puesto en el crecimiento personal, mientras ejercía su profesión con gran entusiasmo, realizó un posgrado en Cuba sobre rehabilitación neurológica, lo cual fue a lo que se dedicó en gran parte de su vida.

Tuvo una destacada actuación en organizaciones de la comunidad judía platense. Formó parte, por caso, del Shule, como educador y líder de las actividades; y también se desempeñó en el club Macabi La Plata como Madrij, director de la Colonia Jevraia y director técnico del área de fútbol. De esos espacios también recogió un entrañable grupo de amigos, quienes para él fueron como hermanos.

Formó una familia muy unida junto a Vanesa Armut, con quien cumplió recientemente 25 años de casados. Tuvo con ella dos hijos, Julián e Iara, a quienes les dio el mejor ejemplo como padre y persona.

Puso todo su esmero en cada una de las iniciativas que emprendió y nada le gustaba más que pasar las vacaciones en familia, las juntadas con sus amigos, dirigir partidos los sábados y domingos, dictar clases de educación física, los abrazos con sus alumnos y atender a sus pacientes.

De espíritu por demás generoso era propio de él ayudar a quien lo necesitaba; también sabía dar amor y era capaz de cambiar el humor de quien enfrentaba alguna adversidad con unas pocas palabras.

Sus mayores virtudes fueron ser transparente y genuino en sus actos, brindarse como un excelente compañero y amigo, y como un gran protector de los suyos. Se caracterizó por su buen humor y su permanente sonrisa.

 

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