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La Ciudad |La pandemia en el interior bonaerense

El COVID-19 se expande en Ruta 2 y ya hay pueblos que retrocedieron de fase

En Dolores, un brote en las últimas semanas hizo que se volviera de la etapa cinco a la tres. Chascomús retrocedió una etapa tras una serie de casos después de haber alcanzado, por un fin de semana, una fase con restaurantes y reuniones de hasta 10 personas habilitadas. Primeros contagios en Castelli y Tordillo

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

16 de Julio de 2020 | 01:48
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ENVIADO ESPECIAL

 

Los carteles publicitarios de la ruta parecen hablarle a un mundo que ya no está ahí. La promesa de hoteles, restaurantes y balnearios contrasta con ese tránsito flaco y discontinuo hecho de camiones, utilitarios, patrulleros y algunos, -pocos- vehículos particulares. Desentonan también con ese paisaje de pueblos linderos con retenes policiales más o menos nutridos pero siempre estrictos en las entradas principales y taludes de tierra cortando los ingresos alternativos. Y con esa multitud de parrillas y restaurantes que exhiben todavía pizarras con precios, pero parecen ahora los locales olvidados de un pueblo fantasma. Estamos en la Ruta 2. La misma que tantas veces transitaste rumbo a la Costa, si. Pero en los particulares tiempos del COVID-19.

A la vera de la autovía el coronavirus impuso, en los últimos días, una danza de avances y retrocesos en la dinámica de los pueblos, con la aparición de brotes o casos aislados. Algunos, incluso, registraron los primeros contagios. Pero la mayoría ya siente, en algún grado, el impacto del virus.

Es cierto que hasta hace pocos días, casi todas las localidades de la ruta miraban a la pandemia de lejos. Muchas de ellas, incluso, con restaurantes abiertos, reuniones familiares de hasta diez personas habilitadas, una amplia gama de disciplinas recreativas autorizadas y la actividad comercial funcionando casi sin restricciones.

La aparición a principios de julio de un brote en Dolores, que hasta ayer sumaba 76 casos (según datos del municipio, 79 para la Provincia) , y de nuevos contagios en localidades como Castelli, Chascomús o Tordillo, hizo el panorama más preocupante, al tiempo que llevó a que tres de esas localidades (Dolores, Chascomús y Tordillo) hoy hayan retrocedido de fase. De la cinco a una “tres con restricciones”, describen en Dolores. De esa misma etapa de apertura a la cuatro en una Chascomús que alcanzó a disfrutar durante un efímero fin de semana de fines de junio de bares, restaurantes y confiterías abiertos. Y también de la cinco a la tres en Tordillo, el pueblo menos poblado de la Provincia que ya tiene cinco positivos de coronavirus.

“Sabíamos que tarde o temprano iba a llegar. No nos sorprende. Tenemos al AMBA muy cerca y hay mucha gente que viaja todos los días entre el pueblo y el Gran Buenos Aires por razones de trabajo. Lo importante es ser conscientes y no descuidar la prevención para no tener que volver a los días de marzo, cuando estuvimos en fase uno, con toda la actividad restringida”, le dice a este diario Mariano Chiavara desde una casa de venta de artículos deportivos en Chascomús.

La misma idea aparece en el testimonio de los vecinos de los distintos pueblos consultados por este diario durante una recorrida realizada el martes entre Dolores y Chascomús. La influencia del Área Metropolitana de Buenos Aires se percibe. Y con un pico de contagios en Buenos Aires y el conurbano, mantener a la pandemia lejos se convierte en algo cada vez más difícil.

El brote que cambió a dolores de fase

Los primeros casos de coronavirus se habían reportado en Dolores en el mes de marzo, pero fueron tan aislados que pareció que la pandemia jamás hubiera llegado.

“Se contagiaron dos personas del pueblo que venían del exterior y que quedaron en cuarentena en Buenos Aires apenas aterrizaron en Ezeiza. También tuvimos un contagio en el pueblo de un joven que había viajado y que estuvo todo el tiempo aislado”, cuenta Eduardo Vignolio, vocero de ese municipio.

En esas condiciones, el pueblo, de 35.000 habitantes avanzó en la apertura de las actividades hasta convertirse en uno de los que más se acercaron a la normalidad en el territorio bonaerense. A fines de junio Dolores estaba aún en fase cinco, con restaurantes, bares y gimnasios abiertos, actividades recreativas al aire libre permitidas y hasta reuniones familiares de diez personas o menos, autorizadas.

Todo iba a cambiar drásticamente a principios de julio con la aparición de un caso positivo correspondiente a una enfermera que trabaja en el Hospital San Roque. Si bien la primera hipótesis que se barajó fue que la mujer se había contagiado durante un traslado de pacientes a centros de mayor complejidad en Buenos Aires, pronto la Secretaría de Salud de Dolores detectó nuevos casos en la ciudad que tenían algo en común con el de la trabajadora de salud: la pertenencia al mismo culto evangélico, La Voz de la Misericordia, según le indicó a este diario Vignolio.

Pronto la Ciudad enfrentó un brote que afectó a barrios como el del Estadio, la calle Espora o el de la Escuela Número 5. Hasta anoche, según los datos oficiales de la Municipalidad, eran 76 los casos confirmados en la localidad, 72 de los cuales permanecían activos, otros 24 estaban en estudio y 383 personas se mantenían aisladas.

El brote iba a tener un fuerte impacto no sólo en el pueblo, sino también en las comunidades vecinas que mantienen con Dolores una fuerte interacción.

“Dolores es un punto de referencia para los pueblos de la zona tanto en lo administrativo como en lo sanitario y en lo comercial. Y mucha gente de los alrededores trabaja aquí”, indicó Vignolio.

En la propia Ciudad el principal impacto fue el retroceso de fase establecido junto al Ministerio de Salud de la Provincia desde el lunes 6 de julio y, en principio, hasta el lunes próximo.

“Se pasó de la fase cinco a una fase 3 restringida, que implica que los únicos comercios que pueden atender clientes normalmente son supermercados, estaciones de servicio, bancos y farmacias y el resto lo pueden hacer, pero con horario limitado y servicio de entrega, al tiempo que quedaron sin efecto las salidas recreativas, las actividades deportivas y los encuentros familiares”, explican en la comuna.

El endurecimiento de la cuarentena se nota en las mismas calles: durante la recorrida que hizo este diario se pudo observar que los retenes para comprobar que los vecinos que están en la calle tengan sus permisos, son frecuentes.

Para los dolorenses la aparición de los casos no provocó sorpresa salvo por un detalle: la velocidad.

“Esperábamos que en un momento así, con pico de contagios en el AMBA, pudiéramos tener algún caso, pero no pensamos que pudieran ser tantos de golpe”, dice Flavia Ramos, desde una librería céntrica, quien pasó de atender con el negocio totalmente abierto a un sistema con una mesa en la puerta, riguroso alcohol en gel y un cliente por vez: “así se vende alrededor del 20% que en situaciones normales, pero no tanto por la forma de atención, sino porque la gente se asustó con el brote de contagios y no está saliendo a la calle”, dice Ramos.

Pero además del aspecto económico los dolorenses lamentan también la pérdida de los encuentros familiares, de las changas y la actividad al aire libre.

Alejandra González, una ama de casa que también se sorprende por la velocidad con la que se registraron los contagios, lamenta que la salida de la fase cinco le impida ver a sus padres y hermanos, con los que había empezado a reunirse. Además, dice que se había desacostumbrado a estar “todo el día encerrada en casa”.

En el caso de Arián Díaz (34), un docente que completa sus ingresos haciendo changas de electricidad, “el cambio de fase implica que no puedo hacer mis trabajos de electricista que representan, más o menos, el 25% de mis ingresos”.

Lo que más lamenta Brian Tormey (22), que es estudiante de educación física y árbitro de fútbol, es que el retroceso implica que ya no están habilitadas las actividades deportivas al aire libre.

“Con la fase cinco había podido retomar los entrenamientos, que para un árbitro de fútbol son indispensables. Volver a entrenar en casa no es lo mismo”, dice.

A poco de conocerse el brote en Dolores, los intendentes de Tordillo, Pila, General Guido y Castelli manifestaron su preocupación y pidieron al ministerio de Salud bonaerense que intervenga a través de operativos de testeos para detener la expansión del coronavirus en la localidad”.

Castelli, que sigue en fase cuatro, tuvo en lo que va de julio su primer caso.

“El brote de Dolores nos preocupa mucho, porque se trata de pueblos interconectados: mucha de la gente de Castelli trabaja en Dolores y acá nosotros ya tenemos un positivo y cuatro sospechosos”, indicó a este diario el intendente de Castelli, Francisco Echevarren.

El primer caso instaló entre los vecinos de Castelli la preocupación por la enfermedad, pero también el temor a perder alguno de los beneficios de la fase cuatro, que hoy transitan.

“Era natural que se iban a producir contagios, de alguna manera lo estábamos esperando. Lo que nos preocupa es que perdamos algunas de las posibilidades que hoy nos da la fase cuatro, como la de hacer actividad al aire libre. Pero es obvio que si hay más casos van a restringir. Lo cual es complicado sobre todo en el trabajo rural, porque ya cuesta conseguir repuestos para la maquinaria, porque no se pueden ir a buscar y muchos proveedores no entregan”, dice Juan Andrés Gutiérrez, empleado del sector agrícola de Castelli.

La breve primavera de Chascomús

El último fin de semana de junio Chascomús se dio un lujo poco frecuente en estos días: el de vivir, en pleno invierno, la primavera de una casi completa normalidad, con bares y restaurantes abiertos (aunque cumpliendo con la distancia social), la vuelta de los gimnasios, los encuentros familiares de hasta 10 personas y los paseos en la laguna para sus habitantes.

La aparición de tres casos positivos correspondientes a trabajadores esenciales que se desempeñan en el AMBA provocó que esa primavera resultara efímera. Y en los últimos días la Ciudad volvió a fase cuatro.

“No nos sorprende, es algo que se podía esperar, porque estamos muy cerca del AMBA y eso hace la situación complicada. Ahora estamos a la expectativa de poder retornar a fase cinco”, dice Gustavo Ganim (47), vecino de la zona.

De vuelta en la Ruta, en el parador de Atalaya reina un silencio inusual.

“Abrimos solo en la modalidad ´take away´, pero en un escenario como el presente con un tránsito casi en su totalidad de trabajadores esenciales y poca circulación entre los pueblos se trabaja al 10% del movimiento de los días normales y eso hace difícil sobrellevar los costos”, dice Esteban Irrazábal y agrega “para nosotros, el retorno a la actividad plena está atado a la situación del AMBA, porque de ahí vienen las familias que van a la Costa, que son nuestros clientes tradicionales”.

Ya va cayendo la tarde sobre la ruta y hay largos momentos en que el canto de los pájaros se escucha más que el de los pocos vehículos que circulan. A la vera del camino son muchos los que esperan impacientes el fin de la pesadilla y el regreso de los buenos tiempos.

 

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Retén en el ingreso a dolores donde desde el 6 de julio se pasó de fase cinco a fase tres después de un brote / adrián sosa

Desinfección de vehículos y retén a la entrada de Castelli / adrián sosa

flavia ramos, comerciante de dolores: “con el regreso a fase tres se trabaja el 20% de lo normal” / Adrián Sosa

Accesos secundarios bloqueados en pueblos de la ruta / adrián sosa

Mariano chiavara, comerciante de Chascomús: “tuvimos un fin de semana con restaurantes y laguna, pero debimos volver atrás” / adrián sosa

“Nunca la Ruta estuvo tan vacía como ahora. Los días de semana se ven algunos camiones cada tanto, pero los fines de semana pasan muy pocos vehículos” Agustina Lucero (20) Empleada de una estación de servicio de Lezama

“Después de un fin de semana en que pudimos disfrutar de los paseos a la laguna e incluso de los restaurantes con distancia social volvimos a fase cuatro. Pero era esperable, estamos muy cerca del AMBA” Gustavo Ganim (47) Vecino de Chascomús

“En Castelli ya tuvimos el primer caso y estamos en fase cuatro. Que haya contagios era esperable, ojalá no haya más así podemos seguir en la misma fase” Juan Andrés Gutiérrez

“La vuelta a fase cinco me afecta directamente, porque soy docente y electricista y el 25% de mis ingresos depende de los trabajos de electricidad que ya no puedo hacer” Arián Díaz (34)

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