El cambio climático entra en la campaña por la Casa Blanca
Edición Impresa | 14 de Septiembre de 2020 | 01:58

WASHINGTON
Tras varios años de eventos meteorológicos extremos, como los enormes incendios forestales en el oeste de EE UU en los últimos días, el cambio climático por primera vez se impuso como un gran tema de las elecciones presidenciales estadounidenses, salvo para el electorado republicano.
En un año trastocado por la pandemia, las protestas antirracistas, disturbios y la violencia policial -temas de candente actualidad- los expertos en opinión pública señalan que los temas de transición ecológica y economía verde se han convertido, lenta pero sostenidamente, en prioridades para un número récord de estadounidenses, particularmente a la izquierda del espectro político, en el Partido Demócrata.
“El cambio climático no había sido nunca antes uno de los asuntos importantes para la base de uno de los dos partidos políticos”, dice Anthony Leiserowitz, investigador de la universidad de Yale que realiza desde 2008 encuestas de opinión sobre el tema medioambiental.
Leiserowitz recuerda que todos los candidatos en las primarias demócratas, desde los más izquierdistas a los más moderados, estaban a favor del regreso de EE UU al acuerdo de París sobre el cambio climático. El abanderado demócrata, Joe Biden, un centrista, adoptó un programa climático que habría parecido radical cinco años antes, presentando como piedra angular la neutralidad de carbono en 2050.
La creciente preocupación climática concierne también, en una menor medida, a la mitad de los electores que se definen como independientes, explica Leiserowitz.
NEGACIONISMO CONTRA EVIDENCIA
En el bando republicano, el negacionismo climático dominante en el último decenio se estrelló contra la evidencia: temperaturas récord de calor, frecuencia creciente de fuertes huracanes, incendios propulsados por las olas de calor, inundaciones récords, que tocan tanto las regiones azules (demócratas) como rojas (republicanas). Huracanes terribles en 2017 y 2018 traumatizaron todo el sudeste del país, incluyendo Texas, Luisiana y Florida.
Pero persiste un argumento económico y cultural: el rechazo a una descarbonización de la economía percibido como sinónimo de pérdida de competitividad, y el miedo de perder un modo de vida anclado en los autos 4x4 y el aire acondicionado.
El presidente republicano, Donald Trump, ya no habla de “farsa” climática. Cuando visitó recientemente Luisiana, devastada por un huracán, preguntó a los responsables locales si las tormentas parecían multiplicarse, aunque sin evocar el vínculo con el cambio climático.
Pero el dirigente cambia en general de posturas sobre el medio ambiente y la protección del agua y el aire “limpios”. Acaba de extender una moratoria sobre las perforaciones petroleras en el Atlántico frente a la costa de varios estados gobernados por republicanos, incluyendo Florida, que se oponían a ellas para proteger sus playas y el turismo.
El senador demócrata Tom Udall señala que el gobierno de Trump tiene “el peor balance medioambiental de la historia”, con numerosas normas contra la contaminación abrogadas o flexibilizadas desde 2017. (AFP)
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