Otro asalto violento terminó con un repartidor baleado

Esta vez, el ataque fue en La Loma, por la noche. Un joven de 21 años iba en bicicleta junto a su hermano, cuando fueron abordados. Recibió un disparo en un glúteo

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El delito sigue acosando y los repartidores parecen estar en la línea de fuego. De eso dan cuenta los sucesivos ataques que vienen sufriendo y las reacciones de quienes suelen ser las víctimas cuando están en posición de evitar un robo o reducir a un ladrón.

En uno de los más graves capítulos de la violencia, en la últimas horas un joven de 21 años recibió un disparo en un glúteo durante un asalto de dos motochorros, en inmediaciones de la intersección entre la avenida 44 y 23, en uno de los extremos del barrio La Loma.

El joven debió ser trasladado al Hospital de Gonnet, pero está fuera de peligro, según informó una fuente de la investigación policial.

El caso, se suma al del hombre de 54 años que el viernes 21 de agosto intentó que no se llevaran su motocicleta marca Honda, modelo Twister. En medio de la lucha, en otro punto céntrico (el cruce de las diagonales 77 y 80), uno de los asaltantes sacó un arma de fuego, le apuntó y lo baleó en un tobillo.

La serie de la violencia tiene antecedentes prácticamente desde la irrupción de los “glover” en la Ciudad, a principios de 2018. Los asaltos fueron ganando en violencia hasta que el sector, cuando ya superaba los 1.500 motoqueros y ciclistas explotó en una protesta: fue un sábado 17 de noviembre, tras la noche en la que fue herido de un disparo en el abdomen Kevin Sanhueza, el estudiante de arquitectura neuquino que se sostenía económicamente con la moto y los pedidos. Aquella noche, no llegó a entregar un kilo de helado en un edificio de 16 entre 42 y 43. La bala afectó varios órganos y salvó su vida tras dos semanas de internación. Abandonó la moto y también la Ciudad.

Esta vez, a menos de diez cuadras de distancia, ocurrió algo parecido.

Según las primeras actuaciones realizadas por la Policía, el joven que fue baleado circulaba por la calle 44 en dirección hacia 23 junto a su hermano de 22 años.

Ambos trabajan con la mochila de Rappi -contó una fuente policial-, una de las aplicaciones para celulares y pedalean a diario para sumar un ingreso.

En eso estaban a bordo de sus bicicletas, alrededor de las 22 del lunes, cuando fueron abordados por dos jóvenes, que se movía en una moto Honda Titán roja.

La fuente policial consultada por este diario brindó un informe según el cual uno de los delincuentes sacó un arma y exigió la entrega de las pertenencias de los repartidores.

Uno de los ciclistas intentó evitar el atraco y el ladrón reaccionó gatillando en al menos tres oportunidades.

Solo la última vez se produjo la detonación hiriendo al menos de los hermanos en el glúteo derecho. Ante el cuadro, los motochorros escaparon sin concretar el despojo.

Las víctimas quedaron en el lugar, por donde aparecieron en minutos agentes del Comando de Patrullas.

Además, de tomar datos sobre los sospechosos, quienes advirtieron que la moto no tiene patente, procuraron el auxilio para el joven baleado, quien fue trasladado por el Same hacia el Hospital de Gonnet.

“Está fuera de peligro”, indicó ayer una fuente del operativo.

La presión de los robos constantes generó una nueva manifestación de protesta por calles céntricas, a comienzos de la semana pasada.

El sector, reclamó por patrullajes preventivos y controles. Horas después, trascendió un video en el que se podía observar una escena de violencia en la que, presuntamente, un grupo de repartidores, golpeaba con furia a un motochorro, en City Bell.

Siempre según las versiones que circularon en las redes sociales, el joven que recibía patadas y trompadas, aún en el piso, estaba bajo la acusación del grupo por el asalto al kiosco de Centenario y Cantilo, ocurrido unos días antes.

Por esos días, otros repartidores redujeron en el microcentro a un sospechoso por el asalto de una mujer en un cajero situado en 7 entre 49 y 50.

“Aunque hay un hecho de inseguridad, que es importante y lógico que se pongan los ojos sobre eso, tanto este compañero como el anterior trabajan para una empresa que no los reconoce como empleados y por lo tanto no tienen ART (seguro por riesgos de trabajo) ni otro tipo de herramienta para subsistir mientras se recuperan del hecho terrible que les toco pasar”, analizó un repartidor de “PedidosYa” que integra Trabajadores de Delivery Autoorganizados (TDA).

El motoquero, que pidió reservar su identidad, consideró que “en la mayoría de estos casos, a la inseguridad y el trauma del hecho que les toca pasar se les suma el abandono y que el costo monetario de internaciones, rehabilitaciones y los elementos de trabajo que se hayan robado caigan sobre las espaldas de la víctima. Todo eso, mientras su fuente de ingresos desaparece”, indicó.

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