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La Ciudad |En movimiento frente a la pandemia

La actividad física, un factor clave para la inmunidad

Los especialistas aseguran que la ejercitación del cuerpo, en sus distintos niveles, es una herramienta clave para fortalecer el organismo y así prevenir distintas patologías

La actividad física, un factor clave para la inmunidad

La actividad física es indispensable para una buena salud. por eso recomiendan realizar ejercicios físicos en forma regular / demian alday

21 de Septiembre de 2020 | 01:42
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Distintos estudios coinciden en los beneficios de realizar ejercicios regularmente para favorecer al sistema inmune y evitar los contagios, especialmente en los denominados grupos de riesgo.

Sabido es que la actividad física regular aporta un sinnúmero de beneficios a las personas de cualquier edad y que, como contrapartida, el sedentarismo ocaciona todo tipo de trastornos. Sin embargo, en tiempos de pandemia, llevar a cabo una rutina de ejercicios físicos se dificulta, y al mismo tiempo, sin vacuna ni prevenciones científicamente comprobadas contra el COVID, surge la pregunta sobre si la ejercitación física representa una ventaja o no para el sistema inmune a la hora de evitar los contagios. No obstante, de acuerdo a médicos deportólogos, infectólogos y profesores de educación física, la ejercitación parecería una herramienta clave que todos debieran utilizar.

De acuerdo al Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) y al Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, USA), “el ejercicio tiene un impacto profundo en el funcionamiento normal del sistema inmune. Se ha demostrado que ejercitarse regularmente a intensidad moderada mejora la respuesta inmune, disminuye la inflamación crónica y mejora varios indicadores inmunes en varias enfermedades, entre las cuales se incluyen el cáncer, el SIDA, la enfermedad cardiovascular, la diabetes y la obesidad. Y por otra parte, la pandemia del COVID-19 ha hecho que el distanciamiento social y el confinamiento puedan tener un efecto negativo en la inmunidad, ya que los glucocorticoides como el cortisol se elevan durante períodos de aislamiento y confinamiento, y pueden inhibir muchas funciones críticas de nuestro sistema inmune. Por lo tanto, es de vital importancia que intentemos mantener nuestros niveles de actividad física dentro de las pautas recomendadas, ya que no solamente puede haber un efecto positivo directo del ejercicio en las células y moléculas del sistema inmune, sino que también puede contrarrestar los efectos negativos del estrés por aislamiento y confinamiento sobre varios aspectos de la inmunidad”.

“Y a pesar de que actualmente no existen datos científicos acerca de los efectos del ejercicio sobre los coronavirus -añade el informe estadounidense- sí hay evidencia de que el ejercicio puede proteger a las personas de muchas otras infecciones virales, incluyendo la gripe, los rinovirus (causantes del resfriado común) y los virus relacionados con el herpes. Es probable que al mantenernos activos impulsemos nuestro sistema inmune para ayudar a reducir al mínimo los efectos perjudiciales del virus, para mejorar nuestros síntomas, para acelerar nuestra recuperación y para disminuir la probabilidad de que podamos infectar a otras personas con quienes entremos en contacto”.

Por estos días, también, se presentaron dos nuevos estudios, complementarios y oportunos acerca de la relación entre el ejercicio y las vacunas. Ambas investigaciones, en las que participaron el mismo grupo de corredores, nadadores, luchadores, ciclistas y otros atletas de élite, sugieren que el entrenamiento intenso incrementa la respuesta a una vacuna, un hallazgo de especial relevancia en este momento, cuando los investigadores ya trabajan en las fases finales para desarrollar una vacuna contra el COVID 19.

EN LOS GRUPOS DE RIESGO

Mientras en nuestro país se van liberando paulatinamente las restricciones y por estos días es posible realizar ejercitaciones al aire libre, quienes más limitaciones parecieran alcanzar para ejercitarse son los integrantes de los denominados grupos de riesgo.

Sobre esto, la profesora de Educación Física especialista en rehabilitación cardiovascular Gabriela Tricerri, explica que “la actividad física es algo que todos deberíamos sostener todo el tiempo, especialmente los pacientes coronarios, incluso bajo aislamiento social. Para ello sería bueno tener en casa una bicicleta fija, pero aún si no la hay se pueden realizar muchos ejercicios muy sencillos y básicos que son de baja carga y baja intensidad, ya que la cuarentena no tiene que ser estática”.

“Para el ejercicio físico -añadió- siempre son muy importantes los incentivos, y a todos nos pasa que cuando vamos a un gimnasio nos es más placentero porque el ambiente predispone y porque hay conocidos con los que compartimos la práctica, pero para eso también se pueden pensar alternativas. En ese sentido, las redes sociales son de mucha ayuda porque se generan grupos de WhatsApp o de Facebook con gente que comparte sus experiencias o se alientan mutuamente, o incluso que se recomiendan entre ellos formas de hacer ejercicios en sus casas; todo esto vale para sostener el compromiso con la actividad física”.

El cardiólogo Gabriel Lapman comparte la misma mirada al sostener que “el aislamiento social es una situación excepcional, y lo más recomendable es que las personas con problemas cardíacos sostengan algún tipo de ejercicio físico en sus hogares, porque el sedentarismo deteriora muchas funciones, y aún en el departamento más chico se pueden hacer abdominales, sentadillas o, si se puede, tener una bicicleta fija o una caminadora”.

“Los pacientes cardíacos, tal como los que tienen otras enfermedades crónicas -agregó Lapman- forman parte del grupo de riesgo frente a la pandemia de COVID-19, y por eso es necesario que se fijen objetivos de corto plazo, que se mantengan en contacto con su entorno a través de los múltiples canales digitales con los que hoy contamos, y que no abandonen la actividad física, ya que lo contrario puede provocar depresión, estrés o ansiedad, que afectan la condición de los pacientes con problemas cardíacos”.

EJERCICIOS E INMUNIDAD

Un catedrático estadounidense, el doctor Richard Simpson, profesor de Pediatría e Inmunología de la Universidad de Arizona, ofreció recientemente una respuesta contundente sobre los beneficios de la actividad física en el sistema inmunológico.

“El ejercicio físico -señaló- tiene un impacto profundo en el funcionamiento normal del sistema inmune, y se ha demostrado que tener puntajes más altos de aptitud cardiorrespiratoria, ajustados según el sexo y la edad, y ejercitarse regularmente a intensidad entre moderada y vigorosa, mejoran la respuesta inmune a la vacunación, disminuyen la inflamación crónica de bajo grado y mejoran varios indicadores inmunes en varias enfermedades, entre las cuales se incluyen el cáncer, VIH, enfermedad cardiovascular, diabetes, limitaciones cognitivas y obesidad”.

“El ejercicio cardiorrespiratorio dinámico que involucra todo el cuerpo -explicó- moviliza de forma instantánea literalmente miles de millones de células inmunes, especialmente aquellos tipos de células capaces de ejecutar funciones efectoras tales como el reconocimiento y eliminación de las células infectadas con virus. Las células inmunes que se movilizan con el ejercicio están activadas y “buscando pelea”, y su recirculación frecuente entre la sangre y los tejidos funciona de modo que aumenta la vigilancia inmune, la cual, en teoría, nos hace más resistentes a las infecciones y nos equipa mejor para enfrentar cualquier agente infeccioso que haya logrado establecerse. Por esto es de vital importancia que intentemos mantener nuestros niveles de actividad física dentro de las pautas recomendadas. No solamente puede haber un efecto positivo directo del ejercicio en las células y moléculas del sistema inmune; sino que también el ejercicio puede contrarrestar los efectos negativos del estrés por aislamiento y confinamiento sobre varios aspectos de la inmunidad”.

“Y si bien es cierto que el ejercicio podría no impedir que nos infectemos si nos vemos expuestos -concluyó- es probable que al mantenernos activos impulsemos nuestro sistema inmune para ayudar a reducir al mínimo los efectos perjudiciales del virus, para mejorar nuestros síntomas, para acelerar nuestra recuperación y para disminuir la probabilidad de que podamos infectar a otras personas”.

Por otra parte, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos elaboró un documento en el que aborda como el ejercicio físico puede proteger de una infección subiendo las defensas, y en ese sentido sostuvo que “hay efectos del distanciamiento social y el confinamiento sobre la inmunidad: los glucocorticoides como el cortisol se elevan durante períodos de aislamiento y confinamiento y pueden inhibir muchas funciones críticas de nuestro sistema inmune. Cuando estamos estresados, la capacidad de nuestras células T de multiplicarse en respuesta a agentes infecciosos se reduce notablemente, por lo que es de vital importancia que nuestras células inmunes mantengan la capacidad de redistribuirse para que puedan “patrullar” áreas vulnerables en nuestro cuerpo (por ejemplo, la parte superior del tracto respiratorio y los pulmones) para impedir que los virus y otros patógenos encuentren un punto de apoyo para la invasión, un proceso importante para reducir al mínimo el impacto del virus y acelerar la resolución viral si nos infectamos”.

La actividad física mejora indicadores en enfermedades graves como el SIDA y el cáncer

También reportaron respuestas favorables en casos de diabetes, problemas cardíacos y obesidad

 

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