La historia del ex Gimnasia que juega en Islandia, donde las pelotas se congelan por la noche

Alexander Cauteruccio Rodríguez es un futbolista platense que aceptó el desafío de irse a jugar a Islandia, un país en donde las costumbres son tan diferentes que se entrena y juega prácticamente sobre césped sintético, se utiliza la estación más cálida y hace tanto frío que las pelotas se congelan por la noche y al día siguiente son un dolor de cabeza.

Se trata de un jugador categoría 2000, la misma de Matías Miranda y Sebastián Cocimano. "A los 6 años mis padres me llevaron a jugar a Gimnasia, club al que le estoy totalmente agradecido porque me formó como jugador y persona", contó en el inicio de la charla con EL DIA. En el Lobo era volante por derecha, pero en su nuevo club, el ÍR Reykjavík (de la Primera División) lo utilizaron como delantero y lo hizo muy bien.

En abril del año pasado, con edad de Quinta y con luego de recibir el pase libre, tuvo la posibilidad de irse a probar suerte a Islandia. "Se contactó conmigo un representante ecuatoriano, me pidió unos videos, los envió y me fui para allá con una valija".

En Reikiavik, la capital del país, lo recibieron con un departamento y un breve resumen de las costumbres de los islandeses. "No fue nada sencillo, pero como me dediqué a jugar a la pelota no tuve problemas".

El mayor problema lo tuvo a las pocas semanas de haber llegado. Su representante les prestó su auto a él y a un jugador español que juega en el mismo club. "Íbamos para el entrenamiento y teníamos que ponerle nafta. Pero claro, allá te tenés que poner vos y como no teníamos ni idea nos equivocamos y le metimos gasoil. ¿Qué pasó? A las diez cuadras se quedó y no llegamos tarde al entrenamiento".

Como viajó en época de verano no tuvo problemas con el clima. Pudo entrenar con normalidad y el principal enemigo no fue el frío sino el viento: "cuando soplaba mucho se suspendían los entrenamientos y los partidos también". El detalle: las pelotas son más pesadas que en el resto del mundo.

"Cuando llegó el invierno la cosa cambió. Lo primero que me sorprendió fue que los clubes tenían estadios cubiertos para jugar partidos", reveló. Además contó que aquellos clubes que no lo tienen poseen unas máquinas que derriten la nieve antes de los encuentros, para que la pelota pueda rodar de manera normal. Los cambios son todos mixtos o sintéticos.

"En Gimnasia tenía la costumbre de ir unos minutos antes al entrenamiento para patear tiros libres. Llegué al club y quise hacer lo mismo. En la noche había nevado y hacía un frío terrible, supongo que 5 grados bajo cero. Fui a buscar unas pelotas que estaban en el galpón, al lado del vestuario. ¿Sabés qué? ¡Se habían congelado! Y ahí me contaron que las pelotas que usamos en las prácticas las ponen al lado de las estufas unos minutos porque se ponen como piedras de hielo", siguió con su relato de las vivencias en aquel país.

El fútbol nunca fue un deporte muy popular en Islandia, pero algo cambió en el último tiempo: se empezó a vivir de manera fervorosa. "La clasificación de la selección al mundial de Rusia provocó una revolución en el país. Muchas personas se fanatizaron".

En Islandia si bien el fútbol es profesional, todos los jugadores, además de pegarle a la pelotita, tienen otras actividades. "Tenía compañeros que eran abogados, técnicos en informática y carpinteros. A mí, por ejemplo, me hicieron entrenar a las categorías menores".

En un entrenamiento, antes de la pandemia, sufrió una lesión (rotura de los ligamentos cruzados) y debió operarse. No dudó en regresar a la Argentina para recuperarse: lo hizo con el médico de inferiores del Lobo y realizó trabajos de kinesiología con Jorge Murúa, del plantel profesional.

"Ahora estoy esperando que me termine de recuperar de la operación y vuelvo para allá. Tengo contrato todavía y muchas ganas de seguir creciendo. Se trabaja y se vive muy bien y no quiero dejar pasar esta oportunidad", cerró.

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