Se fue a trabajar, volvió a la madrugada y encontró el departamento revuelto

Ocurrió el fin de semana, en 47 entre 18 y 19. El mismo día, a 10 cuadras, saquearon cuatro unidades funcionales. Una moda delictiva que crece

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Fuerzan aberturas, utilizan habilidad y pericia para vulnerar cerraduras con destornilladores, trepan por inmuebles linderos o por las ramas de árboles para llegar a los balcones, e incluso se hacen pasar por conocidos de algún vecino para llegar hasta el hall de entrada. De muchas y variadas formas, los delincuentes consiguen entrar en edificios de la Ciudad para luego atacar en departamentos previamente seleccionados. Y, el fin de semana pasado, se registraron varios hechos de este tipo en torres de La Loma.

La incursión consta de varios pasos. Primero, tocan timbre para cerciorase de que al momento de intrusar la unidad, ésta se encuentre vacía. Conseguir entrar no es fácil, por eso siempre buscan más de un objetivo y en pisos contiguos.

Luego suben por las escaleras (en general, operan entre el primer y el tercer nivel) y culminan la faena en las viviendas.

Esa metodología fue la utilizada el sábado último en al menos dos edificios del casco urbano, situados ambos a 10 cuadras de diferencia. Luciano fue una de las víctimas que estaba ausente al momento del hecho. Lo descubrió el domingo por la madrugada, cuando regresó de trabajar al 2 “B” de 47 entre 18 y 19.

“Yo vivo hace un año acá nada más, pero sé que han robado en otras oportunidades. El barrio parece tranquilo”

Luciano, Daminficado

En diálogo con este diario, el joven recordó que se retiró “antes de las 20 del día anterior) y que “llegué a eso de las 6 y la verdad es que no había nada raro”. La puerta de entrada “estaba intacta y lo mismo la de mi casa, así que no sospeché nada”, indicó.

No obstante, al ingresar se topó con un perfume tirado en el piso. La situación lo confundió porque Luciano recordaba haberlo dejado en su cuarto. Lo levantó y fue a guardarlo. “Cuando llegué a mi habitación vi que estaba toda la ropa arriba la cama, todo revuelto; y en la cocina el ventanal del balcón abierto”, detalló. Por fortuna “no se llevaron mucho, una gorra y un reloj”, añadió. Esa misma noche probaron suerte en la unidad opuesta, pero “la chica que vive ahí escuchó los ruidos, gritó y los pudo ahuyentar”, manifestó.

Por último, contó que él vive “desde hace un año nada más, pero sé que en otras oportunidades han robado de esta forma”.

Como se dijo, no lejos de allí ocurrió un episodio similar. En 38 entre 16 y 17, cuatro delincuentes saquearon otros tantos departamentos en menos de una hora. “Es el tercer caso en un año”, le dijo Fernanda, una de las víctimas, a este diario.

 

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