La curiosa historia de San Alberto: compraron 99 lotes, era un proyecto de pueblo y hoy es realidad

El Pueblo San Alberto, a 10 minutos de San Andrés de Giles fue un sueño que quedó trunco para su primer dueño. Un hombre, el padre de quien comercializó los terrenos años más tarde, tenía la idea de fundar este lugar pero un cambio en el entramado de la ruta 7 lo hizo dar marcha atrás.

El tiempo pasó y esos 99 lotes que ya tenían escritura quedaron en el olvido. Años más tarde -cerca del 2007-, un joven emprendedor llegó al viejo almacén del lugar, una de las pocas cosas que había hasta el momento. Horas más tarde, Vanesa Cappelletti, Loris Giazzon y sus hijos, Camila y Santino emprendieron una aventura que les iba a cambiar la vida.

Por esas cosas del destino, pudieron vender una remisería para darle pasos a sus sueños de hacer cuchillos de plata artesanales. Así vivían, con lo del día pero con sus convicciones firmes y gracias a esa venta pudieron comprar unos terrenos en cómodas cuotas. El lote contaba con alrededor de nueve hectáreas, sobre el km 114.

Al momento de ir a buscar las escrituras en el último pago, el hijo del dueño original les confesó un secreto: no habían comprado un terreno, habían comprado un proyecto de pueblo. En ese instante, la familia que siempre soñó con vivir alejada de la ciudad de grandes, tuvo una revelación: cumplirían ese proyecto.

El pueblo parecía un lugar fantasma. Estaban las calles delimitadas, los terrenos escriturados, había una capilla a medio hacer, un viejo almacén que siguió estando y una escuela que funciona desde 1942. En esa institución, que hoy aloja a 25 chicos, se pudieron dar el lujo de continuar con las clases presenciales durante la pandemia. Solo pararon tres meses y luego, gracias al espacio con el que contaban, se dieron las jornadas educativas en el patio.

Al llegar directo desde Laferrere a San Alberto, al que le dejaron el nombre del proyecto original, comenzaron a construir lo que hoy es un pueblo para ocho familias que se instalaron definitivamente en la pandemia. Los primeros terrenos se vendían sin luz pues ninguna autoridad se quería hacer cargo y el municipio no ayudó demasiado.

De las primeras tres construcciones que se levantaron, dos fueron gracias al Procrear. A través de un conocido, pudieron visibilizar su historia en el diario Clarín, con el objetivo de conseguir el tendido eléctrico. Un funcionario se acercó para ofrecerles ayuda y ellos fueron claros: “no necesitamos nada, solamente luz”. Así llegó la iluminación nueve meses después.

El proyecto que empezó como una aventura más en la familia de Vanesa Cappelletti y Loris Giazzon se volvió realidad hoy se convirtió oficialmente en un pueblo. “Nosotros siempre pensamos en vivir en el campo, pero de grandes”, confiesa en Golpe de Suerte, por La Redonda.

Lamentablemente, Giazzón no pudo llegar a ver cómo está hoy su proyecto, pues falleció hace dos años. Sin embargo, sus ideales siguen intactos entre los vecinos: “Mi sueño es que la plaza lleve el nombre de mi marido”, cuenta Vanesa emocionada. 

“Fueron muchos años de trabajo, de sacrificio”, relata la mujer que fundó San Alberto con su compañero de vida. Lejos de sentir que ese lugar es solamente suyo, considera que “todos somos intendentes”. Allá se vive tranquilo, su única preocupación es que otros animales no se coman a las gallinas. Entre las familias se cuidan y se acompañan. Actualmente hay policías, maestros y vecinos que se dan maña con todo, si alguien necesita algo.

SAN ALBERTO

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