El “santo millennial” fue declarado patrono de la juventud de La Plata

Una fibra del corazón de Carlo Acutis, enviada por el Papa Francisco, se exhibe en la Catedral. Juan Carlos Pallarols realiza un relicario

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Este sábado, ante cientos de personas, miembros del clero, religiosos y diversos grupos de jóvenes, el arzobispo Víctor Fernández presidió la ceremonia en la Catedral en donde se recibió la reliquia del corazón del beato Carlo Acutis, a quien declaró “Patrono de la Juventud Arquidiocesana”.

La celebración por el denominado “santo millennial” también fue transmitida por diversas plataformas. El Papa Francisco envió hace algunas semanas una fibra del corazón del adolescente “influencer” italiano, beatificado en 2020. Ahora, permanece en la Catedral, en un relicario. Luego, será alojada en otro con forma de corazón cuya realización está a cargo del reconocido orfebre Juan Carlos Pallarols y junto a un retrato pintado por el artista Juan Lascano.

En la homilía, el Arzobispo expresó que aprovechando que el Papa “nos ha mandado un pedacito del corazón del beato Carlo. Hoy queremos contemplar su corazón. Mirar cómo es su corazón”, y es por eso que invitó a reflexionar sobre qué guarda. A lo que respondió que guarda “tesoros espirituales”, dijo y detalló que hay allí “mucho amor a los hermanos, porque es un corazón compasivo, lleno de generosidad y amor fraterno”. Luego, subrayó que “esto es muy importante porque la Palabra de Dios dice que si no amamos a los hermanos es mentira que amemos a Dios”.

También valoró el sentido solidario del beato, indicando que “salía a repartir comida entre las personas que vivían en la calle, y solía guardar parte de la comida de su plato para dársela a quienes realmente la necesitaban. Su familia le daba una pequeña suma de dinero semanalmente, él lo ahorraba y, a fin de mes, lo llevaba a la mesa de los pobres, o compraba colchones para la gente que vivía en las calles”. Otro de los tesoros es que “guarda un gran amor misionero”, dijo y añadió que “tenía un corazón bien misionero, con una gran necesidad de compartir, de contagiar, de ofrecer a otros el gozo de la fe”, porque “apenas aprendió a usar internet, empezó a aprovechar lo que aprendía para transmitir el Evangelio y el amor al Señor”.

 

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